Buen día amigos! Aquí les traigo la segunda y ultima parte del CAPITULO 10 y el ultimo capitulo de Outworld, por ahora. Como bien lo he dicho muchas veces, después de esto viajamos al Earthrealm para ver mas de Sonya, Kenshi, Raiden y otros favoritos. ¿Qué paso con Kano y el black dragon después de la muerte de Shao Kahn? ¿como ascendió Sektor a ser el gran maestro del Lin Kuey? ¿Como las fuerzas especiales combaten contra estos feroces enemigos? ¿que paso con Johnny? Todo esto lo intentare responder en los siguientes capítulos, por ahora disfruten de la conclusión de esta primera parte del Fic, despidiéndonos por ahora de Tanya, Mileena y Reiko.
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CAPITULO 10: La ultima defensa, parte 2
– La situación actual no nos favorece mi señora, estamos en un estado crítico. – decía uno de los caballeros de Faran hacía Tanya. – Las fuerzas del Outworld han entrado a la fortaleza. Veltaz y la guardia seidiana se ha retirado, la Capitana Ciran fue perdida durante el combate y se cree que ha muerto al igual que el Capitán Ren.
– Mi señora, tenemos que retirarnos de inmediato. – sugirió otro de los caballeros, bañado de sangre y con partes de su armadura dañadas. – Zelot y Alken ya han regresado con los pergaminos, libros y artefactos que usted había solicitado. Tenemos que irnos ¡antes de que sea demasiado tarde!
Faran, que se encontraba de pie al lado derecho de Tanya, la volteo a ver mientras permanecía con los brazos cruzados detrás de su espalda. Sin decir ni una palabra los dos entraron en sintonía y podían comprender cómo la situación se les escapó terriblemente de las manos. Tanya se puso de pie y avanzó hacia sus caballeros.
– Dígame, caballero ¿es cierto que las hordas tarkatas se infiltraron primero antes de Reiko y su ejercito imperial? – preguntó Tanya al caballero ensangrentado.
– Así es mi señora. – respondió el caballero, jadeando del cansancio de la batalla.
– ¿Y su informe decía que venían acompañados por una extraña mujer? – el caballero asintió con la cabeza, intentando recuperar y controlar su respiración. – Faran ¿puedo pedirte un favor?
– Ordene usted, mi señora – respondió Faran, dando un paso al frente.
– Hagan sonar la corneta de retirada, todos deben ir al puerto del este para irnos al sur. Más allá de las Montañas de Lei Chen. –
– Con todo respeto mi señora. – dijo el caballero ensangrentado. – ¿Qué hará usted? – Tanya ignoró la pregunta del caballero y volteo a ver a Faran para hablarle.
– Necesito que detengas a Reiko Faran. Enfrentalo, matale si puedes, pero no cometas ninguna estupidez. – Tanya hablaba con seguridad y firmeza, pero se podía notar, aunque casi imperceptible, que no le gustaba perder – Necesito que regreses vivo.
– Si, mi señora. – el general Faran dio una genuflexión antes de retirarse. – ¡Paladinos, siganme! Todos los demás, retirense de inmediato.
Tanya volvió a quedar sola en el Trono, tanto tiempo había pasado ahí que ya había vaciado dos botellas de vino proveniente de las islas de Mirrah de Edenia. Aunque realmente, pocas veces lo está en el trono. Tanya siempre odio el vino y alcohol que producían en Outworld, pues para ella era crudo y rancio, ausente de la delicadeza y tacto de las viñas edenianas. Tanya extrañaba muchas cosas de su tierra, pero más que nada extrañaba la biblioteca de Aljedaran, ubicada en el desierto de Carthus, y su capital: Jugo. Tanya recordaba perderse entre la gran cantidad de conocimientos que dicha biblioteca almacenaba y desde que su tierra fue conquistada por el emperador, ella siempre ha querido retomar los documentos que se robaron. Tanya camino hacia la mesa que contenía los bocadillos y la bebida, sin embargo, retiró su mano al ver que todo se había acabado.
– Juraba que todavía quedaba un bocadillo… – dijo Tanya en voz baja.
La edeniana de tez negra voltio hacia arriba, observando los pilares y rodeando el salón con la vista. Tanya sonrió.
– Estoy impresionada… ni siquiera note tu presencia.
Tanya volteo la mirada hacia uno de los pilares de la derecha y pudo notar un pequeño brillo de dos esferas amarillas. Poco a poco se empezó a formar la figura de una extraña criatura bípeda, la cual tenía más extremidades que la de cualquier humano, edeniano o otuworlder.
– Puedes despreocuparte, no me gusta mucho el pescado del golfo este de todas maneras.
La extraña criatura se soltó del pilar, aterrizando en el suelo. La criatura empezó a caminar en dirección a la edeniana, revelando su auténtica forma por completo. Un humanoide con un exoesqueleto de color blanco, con varios aros azules y músculos rojos. Su cabeza contaba con un estilo de piel transparente que dejaba a la vista su cráneo y su mandíbula. En su nuca, hombros y espalda sobresalian varios tentáculos, de diferentes tamaños que se movían por su propia cuenta, con ventosas pejagosas similares a la de un pulpo.
– ¿Tienes lo que te pedi? –
Le pregunto Tanya a la extraña criatura. Esta no respondió y en cambio, con uno de sus tentáculos, le entregó el libro con la cubierta oscura que se encontraba en el estudio secreto de los archivos. Tanya volvio a sonreir y abrió el libro, ojeando su contenido.
– I’sh da ilt? – las extrañas palabras provenían de la criatura, un idioma extraño jamás antes escuchado.
– Si, eso es todo. – dijo Tanya, la cual continuaba observando el libro sin molestarse por ver a la criatura a los ojos. – Aunque… – Tanya se detuvo, cerrando el libro y dejándolo encima del trono. – Si esperas un poco a mi lado, puede que te interese lo que verás.
– Wat-daja nam? – las palabras eran producidas por la criatura, sin embargo, esta no movía su mandíbula para pronunciarlas.
– Un zaterrano se encuentra junto con la supuesta heredera al trono… la hija de Shao Kahn.
La criatura hizo un extraño sonido, similar a un burbujeo, pero no dijo nada. Aun así, Tanya parecía entender que había captado la atención de la criatura y procedió a darle más información si, y sólo si, permanecía a su lado. La criatura aceptó para luego volver a desaparecer y camuflajearse con el ambiente.
► Show Spoiler
Chameleon, un miembro de la especie Sauriana, solo que es una subespecie de esta misma creada por mi. Pronto habra mas explicaciones a su origen y raza, tengan paciencia
Baraka y sus guerreros tarkatan ya habían llegado a los pasillos superiores de la fortaleza sin encontrar mucha resistencia alguna. Sus hombres ya habían limpiado la Armería, la Fundidora y los calabozos. Ahora, junto con su emperatriz y el zaterrano, los tres marchan hacía el Salón del Trono de forma ininterrumpida.
– El camino está despejado… y demasiado silencioso. – remarco Mileena, sospechando de la falta de guardias protegiendo el camino al trono.
– Los edenianos han hecho sonar su corneta de retirada. Los cobardes edenianos seguramente ya han abandonado la fortaleza. – Baraka rugía mientras pronunciaba sus palabras, pues su sed de sangre aún no se veía saciada.
– En ese caso el ejército imperial no tardará en tomar la fortaleza. – replicó Reptile, quien se encontraba a la izquierda de Mileena.
– No podemos esperar a que Reiko y sus patéticos soldaditos logren penetrar las defensas edenianas. – respondió Baraka a Reptile, claramente hambriento de más batalla. – Los líderes de la resistencia puede que todavía sigan cerca, debemos aprovechar la oportunidad y eliminarlos.
– Nuestro querido Señor de la Guerra tiene razón Reptile. – Mileena entendía las ansias de batalla de sus guerreros tarkata, pero también sabía que Baraka tampoco era una criatura sin raciocinio, sino que todas sus acciones tienen un porqué. – No permitiré que esas sabandijas edenianas se escapen. –
Los tres guerreros avanzaron hacia el Salón del trono por los largos y anchos pasillos de la fortaleza y, atrás de ellos, varios guerreros tarkatan los seguían. Mientras tanto Faran salía del trono con 12 guerreros paladinos a su espalda. Faran iba equipado con una armadura especial, al igual que las de Kana y Ciran, su armadura de paladin había sido bendecido durante las épocas doradas de Edenia. Y, al igual que la mayoría de sus compatriotas, estaba armado con una espada larga de doble mano, capaz de cortar y penetrar armaduras. Un arma especial para lidiar contra las tropas de la Legión del Cráneo.
Fume, Katan y Aegis permanecieron en los alrededores de la fortaleza, asegurando el perímetro y tratando de regresar todas sus cosas a su lugar mientras Eygel, Ragnarok y Reiko se adentraban en la fortaleza para realizar una limpieza absoluta. Reiko iba acompañado de sus dos capitanes y la Legión en dirección a la torre sur, la cual cuenta con una escalera en espiral que rodea la inmensa torre. La enorme escalera de caracol da acceso a todos los salones, pasillos y pisos de la fortaleza, desde el primer piso hasta el último, donde se encuentra el trono del Kahn y el puente para acceder a los archivos. Era el camino más corto para llegar al trono, pero también el más protegido. Reiko esperaba un último intento desesperado de la resistencia por mantenerlos alejados de su líder.
Reiko y sus hombres empezaron a subir las enormes escaleras las cuales parecían no tener un fin, la torre contaba con grandes vitrales, y enormes candelabros que iluminaban la fortaleza con una hoguera dentro de ellas. La legión del cráneo continuó avanzando junto con su general a un paso rápido, Eygel se había quedado unos pisos abajo para asegurar el resto de los pasillos de la fortaleza y buscar a las hordas tarkatas y a su emperatriz mientras Ragnarok todavía acompañaba a su general.
– Manténgase cerca. – ordenó el general mientras continuaban subiendo la interminable torre. Su voz hizo eco por toda la torre, escuchandose por todos los niveles. – La victoria todavía no es nuestra.
– Esa será la primera vez en la que estemos de acuerdo con algo… y tambien la ultima, Reiko.
La voz de Faran se alcanzaba a escuchar en la cima de la torre. Reiko la reconoció de inmediato y ordenó a sus hombres aumentar su velocidad. En ese momento, lo que Reiko previo que pasaría, se había vuelto una realidad; Faran activo los porticullis, enormes puertas enrejadas de madera que colapsaban desde arriba para cortar el avance de las tropas invasoras. Reiko y sus hombres empezaron a correr, intentando subir tantos niveles como pudieran antes de que las puertas les cayeran encima; sin embargo, no pudieron llegar a la sima. Reiko quedó atrapado entre dos de las puertas enrejadas junto con Ragnarok y diez de sus soldados de la Legión.
– Nos han cortado el paso. – remarco Ragnarok.
– No, nos han separado del resto. – dijo Reiko, mientras las puertas que se encontraban enfrente de ellos empezaban a alzarse, dejandoles un camino libre.
Mientras los porticollis se iban alzando, Faran y sus doce paladinos iban descendiendo el enorme espiral de escaleras. Faran y sus hombres llegaron a estar frente a frente con el grupo de Reiko, con solo una puerta de madera separando los unos de los otros.
– Comandante de la Legión del Kahn, Tercer General del Ejército Imperial de Outworld y el último en quedar en pie. ¿Cómo olvidar nuestro último encuentro… Reiko? –
– Si mal no recuerdo, fue en los Páramos. Justo al norte. – respondió Reiko, acercándose a la puerta.
– Tu y tu Kahn lucharon durante años por los territorios del Norte, tanto que terminaron perdiendo lo que todavía controlaban en esa zona. – la voz de Faran retumbaba bajo su propio helmo, se podía notar un ligero sabor sarcástico en ella. – Thanos estaba tan cerca de tomar la fortaleza en sus manos.
– Thanos cayó muerto bajo las manos de uno de los suyos. – respondió Ragnarok, burlándose del edeniano. – Ustedes edenianos presumen mucho de su lealtad e ideales, cuando en realidad no son muy diferentes a lo que nos juzgan a nosotros de ser.
– Ragnarok ¿o me equivoco? – pregunto Faran, volteando a ver al capitán. – Tienes razón… supongo que estar tanto tiempo en Outworld nos ha afectado. Su aire nos ha contaminado.– Faran exageraba sus expresiones corporales mientras hablaba, alzando los brazos al aire y caminando de izquierda a derecha. – Este reino es como una enfermedad, un virus que no para de propagarse por los confines del universo.
– Escuche que tienes una nueva líder. – le interrumpió Reiko. – Tanya.
– La mismísima hija de Thanos, posee la misma sabiduría que él… con la diferencia que ella tiene la perspectiva y coraje que le hacía falta a su padre.
– Así debe de ser si logro levantar a la Resistencia de los escombros. Debo admitir… los edenianos son unas alimañas difíciles de exterminar. – Faran intentó decir algo, pero Reiko continuó hablando, callandolo en el proceso. – Parece que todavía no lo has entendido Faran, ustedes han perdido… Edenia no puede ganar en un juego en el cual perdieron hace milenios.
– Siempre tan orgulloso. – Faran dio unos pasos atrás, ordenando a sus paladinos que también lo hicieran. – Ya veo porque te relacionas tan bien con Rain.
– Sus habilidades fueron mejor aprovechadas bajo el cuidado de Shao Kahn. – respondió Reiko, sujetando el mango de su Claymore y el de su escudo.
– Kahn que ya no existe – dijo Faran. Reiko no podía verlo, pero sabía que el edeniano estaba sonriendo debajo de ese casco. – Outworld será un caos sin una figura que imponga temor. ¿Crees que esta “nueva” kahnum sea igual que su “padre”? ¿Realmente es su hija?
– Ella será mejor que su padre bajo mi tutela, pero no es de ella… quien debes preocuparte por el momento. – respondió Reiko, con una pequeña mueca en su boca.
El portcullis que los separaba empezaba a alzarse y abrirse, los paladinos y la legión desenfundaron sus espadas, sables y otras armas para entrar en combate. Reiko y Faran cocharon armas en el momento que pudieron atacar, junto con sus hombres detrás de ellos. Reiko usaba su claymore con una mano, una espada diseñada para ser usada con dos, mientras con la otra usaba el pequeño escudo redondo para defenderse de los ataques de Faran. Ragnarok combatía contra dos de los paladinos, atacandolos y defendiéndose con su pareja de katanas. El capitán de outworld y la legión lograban igualarse al nivel de los paladinos, los cuales antes habían mostrado ser demasiado incluso para un guerrero como Fume.
– ¡Tu Kahnum caerá antes de poder alzarse! – grito Faran mientras degollaba a uno de los soldados de la Legión y soltaba una estocada contra el escudo de Reiko. – ¡Y tú te unirás a Wyn y Gram en el Inframundo!
Reiko logró reflejar el ataque del general edeniano y conseguir una apertura para atacar, su claymore fue parada por el espadón de Faran, el cual uso la guardia de su espada para desarmar al general de outworld. Dejándole solo su escudo.
– Outworld por fin caerá, este día… o el que le sigue.
Faran dio una oleada de ataques con movimientos circulares, todos esquivados o reflejados por el escudo parma de Reiko. La resistencia del general edeniano era más de la que Faran podía superar, y Reiko lo sabía muy bien. Faran levantó su guardia, listo para realizar un corte vertical que lograría romper la defensa de Reiko, pero este último se abalanzó contra él, empujándolo con el escudo. Reiko entonces dio una voltereta hacia atrás, pateando a Faran en la cara y sacando a volar su casco hacia el fondo de la torre. Faran dejo su defensa completamente abierta, permitiéndole al general de la Legión lanzar una oleada de shurikens contra el general edeniano. Las shurikens se clavaron en el peto, pero las mayoría acertaron en los espacios descubiertos de su armadura, penetrando su piel. Faran no cayó, tampoco mostró gota alguna de dolor, el general edeniano sólo sujetó con fuerza su espada y avanzó hacia Reiko, determinado a eliminarlo por completo. Reiko colgó su escudo en su espalda para sujetar su claymore con sus dos manos, la cual se encontraba en el suelo, sin embargo Faran conjuro unas palabras y con su mano empujó a Reiko contra la pared y el enorme vitral.
Ragnarok continuaba luchando contra los paladinos, cuyos números entre ellos y la Legión parecían ser siempre los mismos. Cada vez que un paladino caía muerto, uno de los guerreros de la Legión perecía de igual modo. Sin embargo Ragnarok probó ser la pieza necesaria para dominar la batalla, pues él solo podía contener dos o tres paladinos por unos instantes. Ragnarok era versátil con sus katanas, logrando atacar y defenderse al mismo tiempo. Dos paladinos se encontraban constantemente atacandolo en todo momento, sin embargo, cuando uno de los paladinos realizó un corte demasiado largo, Ragnarok pudo desviarlo para que este golpeara al segundo paladino, logrando así abrir la defensa de los dos. Ragnarok degolló a uno de los paladino con sus katanas y con una fuerte patada, expulsó al otro de las escaleras, cayendo al vacío y clavandose en uno de los enormes candelabros de la torre. El candelabro no soportó el golpe y la cadena se fracturó, cayendo hacia las escaleras de abajo y derribando algunas de las puertas enrejadas, permitiéndole al ejército imperial avanzar.
Faran enfocó su atención en Ragnarok, atacandolo constantemente. Ragnarok usaba sus sables para detener los ataques de Faran. Sin embargo sus katanas no podian superar el metal de su armadura. Faran recibió varios ataques veloces departe de Ragnarok, pero salia ileso de cada uno de ellos. Ragnarok entonces dio un salto con los brazos cruzados y las rodillas dobladas, realizando un corte horizontal en el aire para decapitar al General edeniano, sin embargo Faran conjuro unas palabras, creando un escudo mágico a su alrededor. El corte de Ragnarok chocó contra el escudo psíquico de Faran, repeliendo el ataque y empujado al capitán hacia atrás. Ragnarok cayó al suelo, incapaz de detener el corte diagonal de Faran, el cual cortó el cuerpo del capitán en dos, del hombro derecho hasta la cadera. Reiko se levantó, viendo caer el cuerpo de su capitán. Faran se dio media vuelta, con un intenso odio en su rostro por el General del Imperio.
– Tal vez hayamos perdido esta batalla, pero tú no vivirás para pelear la siguiente.
– Siempre creí que tú pertenecias aquí Faran – dijo Reiko mientras se apoyaba en su espada para ponerse de pie. – Tu brutalidad, Outworld te ha hecho cambiar.
– Un cambio necesario para sobrevivir en un ambiente tan hostil como este.
Reiko se levantó a una gran velocidad, tacleando a Faran con su hombro. Faran recibió el ataque de Reiko, oponiéndose a su fuerza y deteniendolo. Reiko y Faran dieron un paso atrás, chocando sus espadas mientras lo hacían. Reiko se movía de forma más fluida al sujetar con sus dos manos, logrando dominar al general edeniano.
Faran no tuvo de otra que retirarse, cerrando la puerta de madera delante de el General de Outworld. De sus paladinos solo quedaban ocho, mientras solo quedaba Reiko y seis miembros de la Legión, sin embargo, más guerreros de outworld se unirían si lograban derribar las barreras. Faran tenía tiempo de sobra, pero en su interior le bullia su sangre por querer ver muerto a su más grande enemigo. Tal vez no tenga una oportunidad como esta nunca en la vida, y si llega a morir… que así sea.
– Es como un juego de ajedrez – dijo Faran, recuperando el aliento. – A veces debes retroceder…
– Antes de avanzar. – Respondió Reiko.
Baraka y sus guerreros tarkatan se encontraban al pie de la puerta del trono, esperando a su kahnum para poder acceder a ella. Mileena sabía que había algo terriblemente sospechoso con que no hubiera ni un solo guardia en la puerta, para Baraka esto significaba que los edenianos ya habían abandonado la Fortaleza hace tiempo. Sin embargo, Mileena sentía que alguien la estaba esperando ahí dentro. Los tarkatans abrieron la puerta, empujándola. El primero en entrar fue Baraka, dando largos pasos y mirando hacia el frente. El líder tarkano se asqueo se enfureció al presenciar a la mujer de tez negra sentada en el trono del Kahn. Baraka soltó un fuerte rugido mientras mostraba sus afiladas guadañas, sus guerreros rápidamente se colocaron a su lado, imitandolo.
– ¿Te atreves a ofender el trono de Outworld Edeniana? – grito Baraka a Tanya, obviamente enfurecido. – ¡Te arrancaré el corazón!
– No planeo dirigirle la palabra a un lacayo de Outworld. – contestó Tanya desde el otro lado del salón, ignorando las amenazas del tarkano. – Y mucho menos a un mutante repugnante como tú. Es con tu líder con quien quiero hablar.
– ¡Atrapenla! – ordenó Baraka, su saliva salpicaba de su enorme dentadura mientras hablaba. – La quiero con vida. – Los tarkanos avanzaron hacia la edeniana, la cual no se inmuto ante su avance. Sin embargo, todos ellos se detuvieron bajo la orden de Mileena.
– ¡En el nombre de su Kahnum, les ordenó que se detengan! – Mileena dio varios pasos hacia adelante mientras hablaba, molesta de que Baraka atacará sin su permiso. Tanya volteo a ver a la joven mujer que se encontraba delante de ella, equipada con armadura de la más alta calidad y cuya presencia sola llenaba el ambiente de arrogancia.
– Vaya… al menos sabes controlar a tus bestias. –
Tanya se puso de pie para observar de mejor forma la “nueva Kahnum” de Outworld. Sin embargo, Tanya se petrifico al ver los ojos de la mujer que se encontraba delante de ella. Se repetía a si misma “no puede ser, no puede ser”, la apatica líder de la Resistencia Edeniana se mostraba ahora completamente consternada. Su confianza parecía irse desvaneciendo con el tiempo, creía que su mente le estaba jugando una mala broma. Su lógica le decía que la mujer que estaba delante de ella debía estar muerta, sin embargo no podía negar el hecho de que tampoco era la misma persona que ella creía que veía.
– ¿Quien eres tu? – preguntó Tanya, con un breve pero notorio espacio entre cada palabra.
– ¿Yo? – pregunto Mileena sarcástica y con un tono exagerado. – ¡Yo soy la hija de Shao Kahn! y por ende la legítima heredera al trono – su voz rápidamente se tornó agresiva. – Trono, que tú estás ensuciando.
– ...Kitana.. – pronunció Tanya en voz baja y con la mirada al suelo. – ¿Cual es tu nombre impostora? – Tanya sabía que Kitana estaba muerta y que los ojos de la persona delante de ella no pertencian a edenia, sino a Outworld.
– Soy Mileena – la kahnum pronunciaba estas palabras mientras avanzaba con los brazos alzados y sus sais en sus manos. – Será mejor que no lo olvides ¡pues seré yo quien te arranque la cabeza!
Mileena corrió hacia Tanya con desesperación y sin detenerse, Tanya se impresionó de la poca paciencia de la nueva Kahnum y como ella decidió atacar antes de enviar a sus súbditos. A diferencia de su padre, Mileena prefería estar en el frente de batalla. Tanya no se movió de su lugar, en cambio sonrió y extendió un poco los brazos, dando a entender que Mileena tenía su permiso para atacar. “ ¡Imprudente!” – grito Tanya a Mileena y de los pilares se vio un destello brillante, Alken se encontraba pegado a las paredes y de su cintura desenfundo cinco cuchillos, impregnados en alguna clase de aceite o veneno. Alken saltaba de pilar en pilar, lanzando cuchillos a Mileena, la cual los esquivaba con gran elegancia y velocidad. Mileena estaba decidida en cortarle la cabeza a Tanya y nada la detendría.
Alken se puso entre Tanya y Mileena, protegiendo a su líder. Su larga capa escondía debajo de ella un innumerable cantidad de armas pequeñas y escurridizas: cuchillos y garras, entre otras cosas. Alken tomó dos cuchillos en sus manos y se los lanzó a Mileena, la cual desapareció en un destello de color rosa, esquivando su ataque, y apareció sobre Tanya. Desde arriba, Mileena dio una patada, la cual Tanya logró esquivar dando una marometa. Alken giro 180 grados y equipo dos guantes con tres largas garras, sin embargo Baraka y Reptile habían avanzado junto con sus guerreros tarkata. Alken soltó un fuerte silbido, señalándole a su grupo de asesinos que atacaran. Reptile y Baraka se enfrentaron contra Alken mientras Mileena combatía contra Tanya, la cual había equipado sus kobo jutsu para contrarrestar las sais de la emperadora.
Alken fue fácilmente derrotado por el zaterrano y el líder tarkano, Baraka estaba a punto de dar el ataque final cuando repentinamente se detuvo, llevando sus manos hacia su garganta. Reptile pudo ver como algo estaba ahorcando al tarkano y como este “tentáculo” lo elevaba por el aire lanzaba hacia el otro extremo. Alken se puso de pie, separándose del zaterrano y la criatura invisible.
– Syzoth – la criatura invisible pronunció el nombre zaterrano de Reptile, su verdadero nombre, mientras se mostraba a él.
– Chameleon – dijo Reptile mientras se defendía del chorro de acido, negro como tinta, que la criatura había escupido. – Pensé que habías muerto.
Los dos zaterranos entraron en combate, apareciendo y desapareciendo durante el transcurso de esta. Alken aprovechó que el general tarkano estuviera en el suelo para atacarlo, sin embargo, este nunca perdió el conocimiento, logrando defenderse de los ataques de sus enemigos y contraatacando con sus largas cuchillas. Tanya y Mileena continuaban combatiendo, con sus armas deteniendo los ataques del enemigo y respondiendo a ellos con una furia de golpes y patadas. Las kobo jutsu de Tanya le daba una gran libertad de ataque, con la cuchilla podía en una distancia muy corta, mientras con la parte trasera de la “tonfa edeniana” podía golpear y punzar. Mileena y sus sais le permitian atacar con gran furia y rapidez, al igual que detener y parar los ataques de tanya con las guardias en forma de horca.
– Tu no eres Kitana. – mencionó Tanya mientras atacaba a Mileena. – Solo alguien posando ser ella.
– ¿Ustedes son lentos de entender verdad? – grito Mileena, dándole una patada en la boca del estómago. Tanya se llevó su mano se inclinó un poco, la patada le había afectado. – ¡Kitana esta muerta! ...Solo quedo yo ahora.
Tanya dio una marometa para atrás, esquivando los ataques de su oponente. Mileena lanzó sus dos sais contra Tanya, quien los esquivó con dos piruetas hacia atrás. Cuando Tanya aterrizó en el suelo, Mileena ya se encontraba en el aire, con una de sus sais apunto de impactar a la edeniana. Tanya se defendió con sus dos Kobo jutsu, deteniendo el ataque, sin embargo Mileena asestó un fuerte rodillazo en la mandíbula, lanzandola al aire por la fuerza del impacto. La emperatriz lanzó su sai en el aire, hubiera matado a Tanya si esta no se hubiera teletransportado al suelo, dejando una trama de fuego detrás de ella. Mileena equipo otro sai en sus manos, esperando el ataque de Tanya. La edeniana, sujetando sus armas con fuerza, se volvió a teletransportar, delante de Mileena y cortando horizontalmente su estómago, para después clavar sus dos kobo jutsu en el pecho de la emperatriz y patearla en la cara, tumbandola al suelo.
– Pronto no quedará nada, ni siquiera tú, del imperio de tu padre. – Tanya bajo la guardia, viendo que Mileena yacía en el suelo con sus Kobo jutsus clavados en el torso. – Si realmente eres la “hija” de Shao Kahn. –
– Pensaría que alguien con tu nivel – contesto Mileena mientras se levantaba y tiraba los kobo jutsu al suelo, ilesa. – Sabría de cuando Shao Kahn me acepto como su legítima hija.
– Shao Kahn no tiene una hija, no biológica al menos. – Tanya continuaba con la guardia baja, caminando hacía MIleena, con su piel llenándose de marcas de fuego. – Kitana fue secuestrada por él, llenando su cabeza de mentiras. Tú, en cambio, apareciste de la nada. –
Los tatuajes de Tanya se mostraban relucientes y calentando el aire a su alrededor. Sus ojos, se habían vuelto blancos, cambiando su aspecto tranquilo a la de una furia. Un fuego interior ardía con fuerza y llamas desprendian de la palma de su mano.
– Tengo al ejército imperial bajo mi orden y las hordas tarkatas responden ante mis instrucciones. – Mileena guardó sus sais en su espalda y asumió una posición de defensa con sus largas uñas como arma. – No necesito la aprobación de una vulgar edeniana que no sabe cuando debe inclinarse y besar las botas de quién es su emperatriz.
– He hecho eso durante mucho tiempo. – respondió Tanya, con una fuerte voz. – Nunca más.
Tanya lanzó dos esferas de fuego al aire, formando un arco y explotando al tocar el suelo, Mileena había esquivado sus ataque con elegancia y velocidad, teletransportandose detrás de Tanya con una patada, sin embargo, esta escapo dejando la misma trama de fuego delante de ella. Mientras ellas dos combatían, las guadañas de Baraka chocaban con las cuchillas triples de Alken, produciendo destellos cada vez que entraban en contacto. Alken intentaba ganar terreno, saltando en el aire y dando pasos atrás para lanzar dos, tres o incluso cuatro cuchillos de su misma mano, Baraka simplemente los esquivaba o usaba sus guadañas para reflejarlos y protegerse. Reptile combatía contra la extraña criatura que llevaba por nombre chameleon, el cual usaba sus tentáculos con gran destreza, sea como un látigo o para atrapar al zaterrano con rápidos y bruscos movimientos de su cuerpo. Los dos combatían camuflajeandose en el ambiente, para que sus extremidades chocaras y sus figuras se volvieran relativamente visibles en un juego con ácido y garras. Los guerreros tarkatan combatían contra el grupo de asesinos y espías de Alken, cuya puntería con sus arcos demostraron ser letales contra los tarkatan, pues ellos no poseían armas de largo alcance. Pronto sólo quedó el líder tarkata, el zaterrano y su emperatriz en el salón, rodeado de todos sus enemigos, con flecha en mano.
Mileena, Baraka y Reptile terminaron espalda con espalda, rodeados de los guerreros de Alken apuntandoles con sus mortales flechas y su guardia tarkata muerta, desangrándose en el suelo. Alken ordenó a sus guerreros que no disparan, pero mantuvieran sus arcos siempre en alto. Chameleon se colocó detrás de Tanya, quien avanzaba con fuego en sus ojos y sus manos. Sus enemigos, aunque superados en número, no parecían atemorizados y, en cambio, asumian una posición de defensa, observando cada movimiento para aprovechar el más pequeño error para atacar. Tanya noto que no escondian ni retrocedian, entendía perfectamente que no se darían por vencidos y, sin muchas palabras, ordenó que los mataran. Alken y sus guerreros estiraron con fuerza las cuerdas de sus arcos mientras Tanya usaba su piromancia para formar grandes esferas de fuego.
– Tu reinado se acaba hoy, Mileena, y demasiado tiempo duro. – dijo Tanya, despidiéndose de la emperatriz.
– Pero Tanya… – respondió Mileena de forma suave y seductora, con un largo e infantil “peeero”, para después cambiar a una voz más dura y malevolente. – Mi imperio apenas está empezando.
Reptile se volvió invisible desapareciendo a los ojos de los arqueros que rápidamente soltaron sus flechas y cuerdas, Mileena y Baraka se agacharon, esquivandolas. La emperatriz junto sus rodillas y las abrazo, formando una esfera y tumbando a uno de los arqueros al suelo mientras Baraka, con sus guadañas en el suelo, produjo un fuerte destello que cegó a los presentes ahí. Los tres, aprovechando la distracción de Baraka, eliminaron uno a uno los guerreros de Alken y tomaron por sorpresa a Chameleon, Alken y Tanya. Mileena logró clavar una de sus sais en el hombro de la edeniana, para después saltar encima de ella y repetidas veces apuñalarla. Tanya solo logró liberarse de ella con una fuerte explosión de fuego que las separó, causando fuertes quemaduras en ambas. Baraka atrapó a Alken, mordiendolo con sus feroces dientes en uno de sus brazos y desgarrando la piel de su espalda con sus guadañas. Reptile cayó del suelo, encima de Chameleon, clavando sus garras en la espalda de la criatura.
Las tablas se habían turnado, a la ventaja de la emperatriz de outworld, Tanya se percató rápidamente de esto al ver su hombro, brazo y pecho bañados de su sangre. La edeniana intentó contenerse, casi mordiéndose la lengua, pero tuvo que gritarle a sus aliados que se retiraran. Mileena se oponia, intentando recuperarse de la explosión y levantarse del suelo. Las llamas habían destruido su velo y parte de su armadura, la emperatriz se cubría su boca con una de sus manos mientras hablaba, Tanya noto aquello como algo muy extraño, como si la emperatriz ocultara su rostro por miedo a un secreto no revelado ni siquiera a sus aliados. Chameleon se alzó, atrapando a Reptile con sus tentaculos traseros y lanzandolo al suelo. Alken se alejó de baraka, sangrando, por medio de una bomba de humo y los tres corrieron hacia el vidrio detrás del trono del Kahn, rompiendolo. Mileena corrio hacia ellos, negandose a dejarlos escapar, sin embargo, Chameleon se puso en su camino y de su boca lanzo una gran cantidad de humo negro como el carbón y extremadamente tóxico. Mileena no pudo cruzar la espesa nube negra, pues empezó a ahogarse en ella cuando se acercó. Se escucho el sonido de un cristal rompiéndose, y con el aire entrando la nube se dispersó… Tanya había escapado y Mileena empezo a maldecir a todo pulmon, ordenandole a Baraka que no los dejaran escapar.
– ¿Qué están esperando? !Los quiero muertos¡ – gritaba la emperatriz, furiosa y apunto de perder la cordura.
– No se preocupe mi emperatriz, mis hombres ya la están persiguiendo.
Reiko había aparecido dentro del salón del Kahn, acompañado de su legíon y otros soldados del imperio. Mileena exigió una explicación a porqué se había tomado tanto tiempo en llegar, el general explicó tranquilamente su conflicto contra Faran y como este había escapado, ignorando los gritos de su emperatriz y sin desviar la mirada.
– Faran nos tendió una trampa para que Tanya pudiera eliminarlos a ustedes. – explicó el General. – Sabía que ustedes podían arreglárselas solas, así que cai en su trampa para intentar sacar algo de información de Faran.
– ¿Y? – grito la emperatriz, todavía cubriendo sus heridas.
– No pude atraparlo para cuestionarlo, sin embargo, su escape nos proporcionará la mejor información de todas: donde se encuentra el resto de la resistencia. Rain lo está siguiendo justo en estos instantes.
– ¿Quieres decirme que fracasaste en matarlo? – Mileena se mostraba más furiosa que antes, con sus armas en manos, como si estuviera de atacar a su general. – Si seré emperatriz de Outworld espero que mis súbditos no sean unos inútiles incapaces de llevar a cabo su misión.
– La paciencia es una gran virtud mi alteza, su padre la conocía muy bien. – Reiko sabía que Shao Kahn era prudente, pero tambien crecia impaciente cuando sus planes fracasaban. Su hija, no era muy diferente en ese aspecto. – Cortar una cabeza de la hidra solo hará que crezcan dos más, necesitamos dar un único golpe que sea capaz de destruir a la resistencia. Rain lo dio una vez, él lo volverá a hacer.
– Sí Rain no regresa con su cabeza, tendré la de alguno de ustedes. – dijo Mileena, amenazando a Reiko, Baraka y Reptile.
Mileena se sentó en el trono, tocándose sus quemaduras que le provocaban un intenso dolor. Con un fuerte movimiento de sus manos ordenó a Baraka y Reptile que se retiraran, pero cuando Reiko se dio media vuelta, Mileena le dijo que permaneciera en su lugar. Reiko se colocó a la derecha de su emperatriz mientras el resto se iban.
– ¿Como nos fue Reiko? – pregunto Mileena, tranquilizandose un poco, pero molesta por el dolor que sentía. – ¿La fortaleza ya es nuestra?
– Así es mi señora, la capital es completamente nuestra. Solo perdimos un 20% de nuestras tropas durante el combate. Debemos reabastecernos, algo me dice que esta reconquista no ha acabado.
– ¿Crees que la gente de Outworld no me reconocerá como su emperatriz?
– Las personas de Outworld son caóticas, necesitan de una figura fuerte para ponerlas en orden. – Reiko miraba hacia la ventana rota, la fortaleza y la ciudad, cubierta en fuego y sangre. – Hasta su padre batallo con eso, sobretodo con grandes ciudades como Lei Chen.
– Entonces, la solución es simple. – Reiko volteo a ver a su emperatriz, esperando que explicara su solución con curiosidad. – Solo debo ser más despiadada que mi padre.
Reiko no podía verlo, pero sabía que su emperatriz estaba sonriendo. Dentro de sí, el general se sintió victorioso una vez más. Su brazo derecho alzó, tocando el respaldo de piedra del trono con sus dedos para luego apretarlo con fuerza.
– Así es mi señora… – respondió el general.