MKX: Una nueva historia.

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Hares
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MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Dom, 17 Abr 2016, 17:18

¡Hola a todos! Desde hace mucho que he estado escribiendo en mi mente y algunas hojas una historia para aprovechar todo el potencial desperdiciado del modo historia de MKX. Después de crearme variaciones, xrays y fatalities para múltiples personajes decidí crear una historia basándome en los finales de MK9 y algunas cosas que nunca se mostraron en MKX, especialmente esos dos años antes de la invasión de Shinnok y los años después de ello (también algunos cambios en la historia principal). Solo que no tenía un lugar donde exponer estas ideas mías y me dije ¿Por qué no en el foro de Mortal Kombat? Luchare por entregárselos en un formato bien escrito gramaticalmente y ortográficamente hablando. Aun así gracias por su comprensión y su tiempo. :mrgreen:

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PROLOGO: Desde las cenizas.

Shao Kahn está muerto.

El gran emperador de Outworld y conquistador de Reinos ha sido derrotado por el protector de la tierra: Raiden, el dios del trueno. Como él lo había predicho los Elder Gods bajaron del cielo en forma de dragones dorados, consumiendo el cuerpo y alma de Shao Kahn, destruyéndolo por completo. Los Reinos se separaron, cerrando los portales que los unían y enviando a las hordas tarkatas y el ejército de Reiko de regreso. La tierra se ha salvado, por muy poco pues todo ya parecía perdido. Muchos de los guerreros de la tierra han caído, sus cuerpos sin vida yacen en el suelo de la Gran Catedral.

– Finalmente ha acabado – dijo Raiden mientras Sonya y Johnny Cage lo levantaban, exhaustos y heridos. – Pero todo a un precio muy alto.

Raiden observa a Liu Kang, sus quemaduras, causadas accidentalmente cuando ataco a su maestro, mentor y amigo. Liu Kang parecía tan sereno ahora que la luz había abandonado sus ojos, hace tan solo unos momentos su voz y su cuerpo expresaban una ira incontenible.

– Tantos han caído, su luz consumida por el abismo. Soy responsable de sus muertes. –

Raiden luchaba por mantener su compostura, no podía creer todo lo que había ocurrido. Su talismán se ha recuperado de sus fracturas, el futuro estaba asegurado. ¿Pero en serio valió la pena? La ciudad en frente de ellos está hecha cenizas.

– Hiciste todo lo posible, para proteger la tierra. Perder camaradas durante la guerra es… inevitable – Sonya trato de reconfortar a Raiden, pero tuvo que voltear hacia el otro lado. Pues de sus ojos se empezaban a formar lágrimas.

– Vamos – dijo Raiden, observando a ambos. – Tenemos que atender a nuestros caídos y ayudar a nuestro Reino a reconstruirse. Nuestro trabajo apenas comienza.

Raiden teletransporta a Johnny y Sonya a la catedral junto con el cuerpo de Liu Kang. En el suelo, manchado de sangre, yacen los cuerpos de Kurtis Stryker, Kabal, Kuai Liang, Tomas Vrbada, Kitana, Jade y Jackson Briggs. La imagen quedaría para siempre impregnada en los guerreros sobrevivientes. Johnny no pudo soportarlo, tenía que voltear, pero Sonya se puso en su campo de visión, ella caminaba hacia su general y amigo. Johnny la miro atentamente y noto como por poco ella se derrumbaba, pero no lo hizo, mantuvo su compostura. Ella era fuerte, mucho más fuerte que él.

– ¿Cómo vamos a reconstruir… esto? – pregunto Johnny al aire. Raiden lo vio y, colocando su mano en el hombro del antiguo actor dijo: “desde las cenizas”. Johnny hesito, pero finalmente levanto la cara y asistió hacia Raiden.

Los tres se preparaban para volver a ser teletransportados por Raiden, ahora llevando los cuerpos de todos sus compañeros, sin embargo, de la puerta principal apareció un pelotón de soldados del ejército. Los soldados rodearon a los tres, apuntando sus rifles y gritando que levantaran sus manos. Johnny les grito que ellos no eran el enemigo, que ya todo había acabado, pero los soldados solo contestaron con tiros al suelo para que no se movieran. Sonya dio un paso al frente y los soldados le apuntaron a ella, pero eso no la detuvo, Sonya mostro su placa y les grito que ella es miembro de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos y les ordenaba a los soldados que bajaran sus armas. Los soldados no hicieron caso y continuaban gritando que se detuviera o abrirían fuego. Johnny le grito a Raiden que los teletransportaran ahora, pero Sonya se rehusó. Le grito a Johnny que no se moviera, pero en ese instante un soldado disparo su rifle y la bala impacto el torso de Sonya, tumbándola al suelo. Johnny soltó un fuerte grito y de su cuerpo una enorme cantidad de energía broto creando una onda expansiva que tumbo a todos los soldados al suelo. Raiden se quedó anonadado al ver la cantidad de “Energía Verde” que Johnny estaba soltando y que no paraba de aumentar. Raiden intentó calmar a Johnny, pero era inútil. Johnny estaba perdiendo el control y si no se detenía acabaría destruyendo el edificio y a todos los que están adentro de él. Actuando rápido Raiden teletransporto a Johnny, Sonya y todos los cuerpo de la catedral en Estados Unidos al techo del Templo del Cielo en China, salvando la vida de los soldados.
Johnny había parado de expulsar su energía, pero parecía que aún no terminaba. Sufriendo, Johnny le grito a Raiden que no podía controlarlo y sentía como su cuerpo empezaba a arder. Johnny luchaba por contenerse, pero dentro de él sentía como su cuerpo se consumía solo. Raiden intento usar sus poderes para controlar a Johnny y ayudarlo a expulsar la energía en un lugar seguro, pero fue en vano. Johnny soltó otro fuerte grito, uno que demostraba un fuerte dolor dentro de él mismo. La energía arrastro a Raiden lejos de Johnny,y parecía que eso sería todo para el antiguo actor, pero del suelo, Sonya se levantó. Su chaleco antibalas había detenido la bala. Ella había visto todo y le grito a Johnny que todo estaría bien con una dulce y callada voz, su cara expresaba una verdadera preocupación. No quería perder a otro compañero. Johnny, al ver y escuchar a Sonya, empezó a tranquilizarse, dejando de soltar tanta energía.

– ¡Raiden ahora! – grito Sonya y Raiden entonces cargo un rayo y lo disparo hacia Johnny, ayudándole a contener la energía adentro de él.

El proceso tomo su tiempo, los rayos de Raiden atraían los truenos de la tormenta eléctrica que se encontraba arriba de ellos. Finalmente se produjo un resplandor que segó tanto a Raiden como a Sonya. Johnny cayó al suelo, exhausto, pero todavía con vida. Sonya se levantó rápidamente para ayudarlo, Johnny estaba inconsciente. Ella no entendía que estaba ocurriendo, se volteó hacía Raiden y le pregunto: ¿Qué fue todo eso?

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Aquí el final del prólogo, como pudieron ver está inspirado en el final de Johnny de MK9, así que ya sabrán que pasa con el
:wink: Los siguientes capítulos trataran sobre Mileena y su ascenso como la Kahnum de Outworld, como Kenshi llega a trabajar para las Fuerzas Especiales y un capítulo especial que me entusiasma mucho que trata sobre Fujin. Espero les gustara, planeo que este sea un proyecto grande que podamos disfrutar todos. Acepto, con muchísimo gusto, correcciones a mi ortografía y gramática.

Saludos a todos.
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Vie, 22 Abr 2016, 17:31

Hola de nuevo, no he podido escribir mucho por exámenes y proyectos finales en mi universidad. Ya saben, lo común. Pronto volveré con el primero capitulo, explicando como se encuentra actualmente el Outworld y el ascenso de Mileena como la Kahnum la siguiente semana. Gracias por esperar.
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por The Shaolin Nun » Lun, 25 Abr 2016, 21:40

Bien, creo que es un buen comienzo. Al ser el prólogo, vimos lo que pasó después del final de MK9 y seguramente esto dará paso a los acontecimientos de tu versión de MKX.

Creo que muchas ideas de varios fans hubieran sido mejores que el juego, aunque a mí sí me gustó bastante; no obstante que varias teorías que tiraron en su momento los usuarios con respecto a la trama de MKX me parecieron más interesantes que el modo historia mismo (:lol)

Dejando a un lado ese pequeño off topic, me dejó muy buena impresión este primer capítulo de tu fic. Me gustará ver cuando Mileena tome el poder.
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Jue, 28 Abr 2016, 08:08

Muchas gracias Shaolin Nun, por fin termine mi semestre y podre continuar con el fic. Espero lo disfruten y que este mas activo (es que ya salio Dark Souls 3 y consume mi tiempo tambien)

En fin, aqui el primer capitulo del fic por fin XD

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CAPITULO 1: Un imperio sin heredero.

Raiden se había teletransportado lejos de los techos junto con el cuerpo de Liu Kang. Lo único quedaba ahí era el kabuto destruido del emperador Shao Kahn.

La máscara estaba rota y el metal resquebrajado. Una luz reluciente y verde se relfejo en ella y una mano, gris como la ceniza, se acercó y agarro el kabuto del ahora muerto emperador por la cavidad del ojo, sus brazos desnudos mostraban varios tatuajes de color rojo. Símbolos oscuros que resaltaban con su piel gris el conocimiento que poseía en las artes prohibidas de la necromancia. Quan Chi admiraba con una sonrisa sombría como sus planes habían terminado de forma exitosa.

– Su plan fue todo un éxito… Señor Shinnok –

A su lado una figura reluciente se formó con un aura brillante y morada. Shinnok, El Caído, uno de los Dioses Antiguos apareció a su lado, hablando con el nigromante.

– Shao Kahn estaba ciego por su furia. Qué fácil fue engañarlo, Shao Kahn fue un iluso al creer que los Dioses Antiguos no se opondrían a su intento por mezclar ambos Reinos.

– Sin embargo, el Dios del Trueno todavía está en pie.

El Dios Caído usaba una ilusión para comunicarse con su pupilo. Su ilusión parecía débil, incapaz de mantener forma uniforme. Ambos veían al horizonte y como la invasión del outworld había devastado la ciudad.

– Eso no será un problema. Earthrealm ni Outworld podrán escapar del netherrealm. Pronto sere libre y todos los reinos caerán ante mi poder.

– Nuestras fuerzas están distribuidas por todos los reinos Señor Shinnok, la hermandad iniciara todos los preparativos para su regreso. Nuestros espectros y renacidos están a su espera.

La ilusión de Shinnok desapareció por completo, disipándose en el aire. Quan Chi todavía sostenía el kabuto del kahn en sus manos, lo miro detenidamente y una ligera sonrisa se dibujó en su rostro. En el metal del kabuto se reflejó una figura distorsionada por las quemaduras y desgasto del casco. Quan Chi bajo el casco y, sin darse media vuelta para ver cara a cara a la persona que se encontraba detrás de él, comenzó a hablar.

– Nunca comprendí que admirabas tanto en él emperador. Shao Kahn era fuerte, pero nada comparado con nuestro señor.

– Shao Kahn no creía que estaba destinado a la grandeza, él lo sabía y lo hizo realidad. Desafiando incluso a los dioses viejos. Shao Kahn buscaba guerreros con esa misma resolución, no esclavos.

– Esa misma “grandeza” fue la que lo acaba de destruir. Deberías tener cuidado con lo que buscas, puedes terminar igual que él. - dijo Quan Chi de forma sarcástica.

Quan Chi y la misteriosa figura permanecieron en silencio durante un tiempo. Quan Chi tiro el casco, el cual reboto en el suelo. El nigromante volvió a sonreír, alzo a la mano y pronunciando un conjuro abrió un portal. La misteriosa figura quedo estática, inmutada al ver al nigromante irse, pero antes de cruzar el portal se detuvo, se voltio a verlo y le pronuncio unas últimas palabras.

– Ah si, recuerda que nadie abandona a la hermandad, tu alma y cuerpo aun nos permanece… Reiko.

Quan Chi cerro el portal una vez este lo cruzo. Reiko, el general de más confianza del emperador, camino hacia donde se encontraba el casco del kahn y lo tomo entre sus manos. Reiko lo sujeto con fuerza. ¿Acaso sentía furia por la pérdida de su emperador? No, Reiko sonrió. En su rostro se dibujó sonrisa tan grande nunca antes vista en el oscuro y estoico general del Outworld.
Reiko se dio media vuelta, abandonando los techos de la ciudad destruida del Earthrealm y regresando al Outworld sin decir una palabra de lo que había visto y con el casco de su antiguo emperador en una de sus manos.




Outworld se encontraba en completo caos. Cuando el emperador decidió invadir el reino de la tierra, miles de grupos rebeldes, saqueadores, caza recompensas y demás se pusieron actuar, aprovechando que el emperador estaba distraído. Las fuerzas de Outworld, el ejército del kahn se encontraba desorganizado. Sin su emperador o su general no sabían de quien debían recibir órdenes y a quien servir. Los Shokan habían regresado a su ciudad subterránea, Kuatan, con su rey Gorbak. Los centauros también regresaron a sus tierras, temiendo que los Shokan puedan aprovechar de la situación para robárselas. Al final, los únicos que se mantenían en pie al lado del ejercito del emperador fueron los tarkatan.
En un campamento, cerca de los páramos del Outworld, el ejército del emperador y sus capitanes se reunieron para analizar la situación actual: Outworld no tenía heredero. Los capitanes se encontraban discutiendo en la carpa más grande en la cual se encontraba un salón de guerra. Enfrente de ellos se encontraba un mapa completo del reino con los puntos más importantes marcados en pintura roja: La Fortaleza del Kahn, las Tumbas de Almas, La ciudad de Z’unkarah, la ciudad de Lei Chen y su cadena montañosa al igual que las tierras de los Shokan, Centauros, Vampiros y Tarkatans. Los capitanes hablaban sobre una ocupación militar permanente, imponer la fuerza del kahn en los puntos más importantes del reino para volver a adquirir poder y repartirlo entre ellos.

– Necesitamos poner bajo asedio la fortaleza del Kahn, es la más grande e importante de todas. Sin ella, no tendremos poder, sin ella nuestro plan no resultara.

Hachiman, uno de los más grandes capitanes del ejército, había tomado el liderazgo. Entre sus simpatizantes se encontraban la mayoría de los capitanes y pronto adquiriría el apoyo de todos ellos, prometiéndoles repartir las tierras y ganancias.
Hachiman era un hombre alto y fuerte, un estratega y un guerrero sin escrúpulos, brutal y sanguinario como el resto de sus soldados. Él usa la armadura samurái roja, típica de los capitanes del ejército, y usaba varias katanas y kamas, el arma por excelencia de los capitanes. Como el resto del ejército Hachiman cubre su cabeza con un kabuto, el cual es más ostentoso que el de sus soldados. El kabuto era similar al de su emperador, el cual tenía un cráneo como mascara la cual sigue una antigua tradición dentro de las fuerzas del kahn: el cráneo pertenece a un enemigo del kahn que el guerrero a derrotado.

– Una vez capturada la fortaleza, existen varios pueblos y pequeñas ciudades al sur de las cuales podemos saquear para abastecernos. Lei Chen y su gran muralla será nuestro siguiente objetivo.

El resto de los capitanes parecían impresionados con la determinación del Hachiman, pero en realidad era una burla hacia él. Durante años la ciudad de Lei Chen se ha opuesto al imperio de Shao Kahn y sus murallas nunca se rindieron contra sus catapultas. La ciudad es una de las más grandes en todo Outworld y durante años estuvo gobernada por el Jefe Supremo Zaffeero.

– ¡No seas ridículo Hachiman! – grito uno de los capitanes que se encontraba enfrente de él – Las murallas de Lei Chen no ha caído en décadas, ni el General Reiko o las hordas Tarkata pudieron penetrar sus gruesas paredes.

– El capitán Eygel tiene razón, nuestros números no son tan grandes para poder soportar dos asedios. Menos ahora que la Guardia Seidiana y Hotaru se encuentran protegiéndola.

Hatchiman y el resto de capitanes se pusieron a discutir, dividiéndose en dos grupos. Hatchiman había perdido casi a la mitad de sus simpatizantes, pues varios ahora se oponían a su idea. Entre ellos decían que deberían establecerse en otro lugar, saquear primero antes de tomar la fortaleza. Otros querían robar y dejar el ejército del kahn para siempre. El conflicto empezó a escalarse y salirse de control, Hatchiman desenfundo sus katanas y reto al capitán Eygel, que se había opuesto a sus planes. Eygel equipo sus kamas, listo para entrar en combate. Pero, antes de que sus armas chocaran, tarkatas entraron a la carpa, rodeando a los capitanes. Eygel, Hatchiman y el resto de capitanes equiparon sus armas mientras que los tarkatan equiparon sus sables o hachas de hueso y metal.

– ¡Largo de aquí creatura salvaje! – grito Eygel, apunto de apuñalar a uno de los soldados tarkatan que le rugia con sus feroces y afilados dientes.

– ¡Nadie los llamo aquí carroñeros, regresen a su desértico basurero! –

Hatchiman se abalanzo contra uno de los tarkatan, pero su sable fue detenido por una guadaña de tarkatan. Hatchiman fue empujado hacia la mesa, tumbando todo lo que había encima de ella. Baraka, el general de los tarkanos fue el responsable. Al ver a Hatchiman en el suelo, Baraka burlándose del caído capitán.

– Baraka, salvaje ¿Acaso te atreves a enfrentarte al ejército del Kahn? – Hatchiman se volvió a levantar, todavía empuñando su katana, listo para matar al general tarkata.

– No nos tomes por tontos Hatchiman, nosotros sabemos lo que estas planeando. – Baraka amenazo al capitán, apuntando el filo de su guadaña cerca de su cara. – ¿Acaso no conoces tu lugar? Tú no eres nada sin un kahn.

– Tu tampoco lo eres maldito carroñero. – dijo Eygel al general tarkano – Sin Shao Kahn tu especie ya habría sido destruida.

– Por eso mismo nosotros permanecemos leal al emperador. – Baraka se voltio a ver al capitán Eygel con sus amarillos ojos y se tocó el pecho con su mano izquierda – Yo honro su voluntad.

La situación empezaba a calentarse, los capitanes se sentían intimidades por los tarkatan que lo rodeaban. Les ganaban en número, pero parecía que no tenían escapatoria ahora que los descubrieron. Sin embargo, la situación pareció calmarse, o alarmarse aún más pues a la carpa entro una escolta de tarkanos, usando armadura de metal. La élite de la horda, los más brutales y sangrientos de los guerreros y, lo peor, de los más inteligentes. En medio de ellos se encontraba una mujer, una guerrera: Mileena. Al entrar los tarkatan guardaron sus armas, inclinándose ante ella. Solo Baraka permaneció de pie mientras los capitanes los miraban confundidos.

– ¡Insolente! – grito Baraka, apuñalando a Eygel con una de sus guadañas en su pecho mientras estaba distraído. – Inclínate ante tu nueva emperatriz.


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Aqui el final del primer capitulo, estuvo algo largo pero valio la pena completamente. La situación de Johnny volverá en un futuro, al igual que Sonya y el resto de los personajes. Espero disfruten del capitulo y que comenten que tal les pareció y en que cosas puedo mejorar.
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Jue, 28 Abr 2016, 20:09

Ya termine el segundo capitulo, el cual también esta bastante largo por la cantidad de diálogos y como a mi me gusta narrar los combates y fatalities presentados. Espero lo disfruten pero si les resulta muy complicado o que sea malo que los capítulos sean tan grandes por favor díganmelo y empezare a separarlos por partes.

Sin mas preámbulos, comencemos :mrgreen:

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CAPITULO 2: La nueva Kahnum

Eygel se estremeció al sentir la fría guadaña de Baraka atravesando su cuerpo, pero lo que más le sorprendió fueron sus palabras. Baraka guardo su guadaña, regresándola a su cuerpo y dejando la herida de Eygel totalmente abierta. Eygel se arodillo tapando su herida, intentando parar el sangrado.

– Bastardo mutante – dijo Eygel, tosiendo sangre por su casco. – ¿Emperatriz?

Hatchiman y el resto de los capitanes tuvieron suficiente, atacaron a los tarkatanos. Hatchiman decapito de un movimiento al tarkata que tenía enfrente y se enfrentó contra Baraka, el cual volvió a sacar sus guadañas para defenderse. Los tarkanos que acompañaban a Mileena formaron una barrera a su alrededor para protegerla mientras ella veía el combate, divertida.

Los tarkanos iban cayendo de más deprisa, a pesar de ser mayores sus números, les hacía falta la práctica del ejercito de Outworld y su disciplina. Los capitanes destrozaban la piel y huesos de los tarkatas con sus kamas, pasando a través de su débil armadura de cuero o hueso. Sin embargo, los tarkanos tienen algo que no tienen los guerreros del outworld, la capacidad de resistir grandes cantidades de estrés y daño. Los tarkatas pueden regenerar su piel consumiendo la carne de sus oponentes con sus afilados dientes, y aunque un capitán haya perforado el cuerpo de un tarkata con su sable, estos podían soportarlo agarrando a su oponente y mordiéndolo en el cuello, donde sus dientes logran perforar su armadura y piel. De esa forma, los capitanes se debilitaban y caian heridos o completamente desangrados.

Hatchiman continuaba en combate contra el líder de los tarkanos, con sus sables y guadañas ya habían dejado el lugar en ruinas, cortando la carpa y algunas sillas o mesas. Sin embargo, Baraka detenía cualquiera de sus ataques y lograba golpearlo con sus puños. Parecía que Baraka solo jugaba con él, demostrándole quien era superior en combate. Hatchiman tuvo suficiente, lanzo una de sus kamas la cual se clavó en el pecho del tarkano, atravesando su armadura de grueso cuero. Hatchiman creía que había logrado acertar, pero Baraka tiro la kama al suelo, completamente limpia. Ni siquiera las afiladas armas creadas en la Fundidora del Kahn podían contra la gruesa armadura de cuero, creada a partir de las múltiples victimas del tarkano. Baraka solto un fuerte rugido hacia el capitán, el cual se abalanzó con un corte vertical hacia el tarkano. Baraka reflejo el ataque, dejando el cuerpo del capitán libre. Los ojos de hatchiman se abrieron por completo al ver cómo, con tanta eficaz, Baraka abrió su defensa y lo dejo completamente vulnerable. Lo siguiente fue un callado alarido, pues Baraka había clavado ambas de sus guadañas en su torso. Hatchiman solto su katana al suelo y sujeto a Baraka por sus guadañas, intentando safarse, pero el tarkano lo alzo al aire, levantándolo y penetrando aún más sus garras en su pecho. La sangre empezaba a correr por los brazos de Baraka, las cabezas de Hatchiman y Baraka se encontraban a centímetros de distancia. El capitán pudo ver de cerca los fríos y sangrientos ojos amarillos del tarkano al igual que sentir su pesado y maloliente aliento salir de sus fauces. Baraka rio y dejo caer el cuerpo de Hatchiman al suelo, todavía vivo, pero desangrándose.

El resto de los capitanes se rindieron, soltando sus armas al suelo. De los ocho que eran ya solo quedaban cuatro en pie. Hatchiman, Eygel, Tyranus y Sarunay habían caído, pero los primeros dos todavía respiraban. Baraka y el resto de los tarkanos disfrutaban de la sangre del oponente, algunos de ellos esperaban realizar un festín con los cuerpos de los ochos, lanzarlos a las hogueras y consumir su carbonizada piel, pero Mileena los detuvo con una voz lujuriosa.

– Todavía no se los puedo dejar. – Mileena se abrió paso entre los tarkanos ejecutores que la protegían. – Primero necesito algo de ellos.

– Mileena ¿Quién te crees que eres? – pregunto Eygel, cada vez dificultándosele más el respirar.

Mileena se le acercó al herido capitán, formando una A con sus piernas y con Eygel debajo de ella. Mileena inclino su torso hacia él, acercando su rosto al del capitán. Delicadamente le quito la máscara de cráneo para poder su cara. Eygel tenía so boca manchada de sangre y sus ojos llenos de furia, pero nada de eso parecía intimidar a Mileena, todo lo contrario.

– Deberías saber quién soy Eygel, más que nadie en este lugar. –

Mileena acaricio el rostro del capitán seductoramente y mancho dos de sus dedos con su sangre, frotando sus labios, y luego los retiro. Mileena se enderezo, y abriendo sus brazos declaro: “Yo soy la hija de Shao Kahn y por lo tanto la legitima heredera al trono del Kahnum”. Hatchiman escupió sangre al escucharla pronunciar estas palabras, riéndose de la nueva emperatriz. Esto le molesto a Mileena, al igual que a los tarkanos, los cuales se le acercaron al caído capitán.

– ¿Tú, la hija del kahn? ¡Ja! – Hatchiman lucho por ponerse de pie, pero finalmente logro tambaleándose un poco por sus profundas heridas. – Kitana era la verdadera hija de Shao Kahn y ella termino aliada de los guerreros del earthrealm, tu solo apareciste de un día al otro, pronunciándote como su verdadera hija ¿Qué nos asegura que no seas igual a tu “hermana”?

– Kitana, mi dulce hermana – Mileena se acercó a Hatchiman, pronunciando sus frases con una exagerada dulzura y juntando sus dos manos hacia su pecho. – Ella traiciono a mi amado padre, ella jamás fue digna del trono. Ella fue débil, al tener sentimientos por un shaolin.
Mileena se enfrentó cara a cara al capitán, el cual sujetaba con firmeza una de sus kamas, listo para atacar a la “emperatriz”. Mileena parecía tan vulnerable, no estaba armada pero el capitán estaba gravemente herido. Hatchiman no creía que tenía salvación, terminaría como el festín de los tarkatas si no declaraba su lealtad a Mileena.

– Y tu – continúo hablando Mileena - ¿te a través a compararme con la sucia de mi hermana?

La voz de Mileena paso de empalagosa dulzura a una furia sin igual, una furia tan salvaje como la de los tarkanos que la acompañaban. Hatchiman alzo su brazo contra Mileena, armado con una de sus kamas, parecería que sería un golpe certero y mortal. Hatchiman estaba equivocado de nuevo, Mileena desenfundo sus Sais, escondidas entre su provocativa ropa. Hatchiman soltó su kama, la que cayó al suelo. Mileena había clavado en un rápido movimiento ambas sais a los lados del cráneo del capitán, terminando con su vida de forma inmediata. Mileena aun así no tuvo suficiente y en un acto de puro salvajismo y brutalidad, separo la cabeza de Hatchiman de sus hombros. El cuerpo decapitado de Hatchiman cayó al suelo, desparramando su sangre por todo el suelo.

– ¿Alguien más tiene alguna declaración que hacer? Por favor no se contengan – pregunto Mileena, al no tener respuesta los tarkatas rugieron y alzaron sus brazos. – Tomen mis queridos.

Mileena saco una de sus sais de la cabeza de Hatchiman y lanzo la cabeza hacia los tarkanos, la cual la atraparon y se llevaron su cuerpo para cocinarlo. El resto de los capitanes se quedaron observando como arrastraban el cuerpo del que sería su líder en una campaña de conquista y riquezas. El poder de Mileena quedaba claro para ellos, los tarkanos estaban a su favor y ahora solo les quedaba unirse a ella o perecer como Hatchiman.

– Eygel ¿tú no tienes nada que decir? – le pregunto Mileena al otro capitán.

– Has mostrado tu punto Mileena ¿Qué quieres de nosotros?

– No tengo ningún unto que mostrar Eygel, lo que te digo es la verdad. Shao Kahn me declaro su verdadera hija aquel día en el Coliseo, antes de que ese insignificante humano lo derrotara en combate.

Eygel recordaba ese día, la victoria parecía asegurada para el Outworld cuando Shao Kahn partió el cuello del joven Shaolin que había derrotado a Kintaro, pero otro shaolin se le abalanzó al emperador y conquistador más grande de Outworld. Uno que pudo derrotarlo en el ultimo combate del torneo y lo que llevo a su ejército a invadir a la tierra en un último intento por cumplir el deseo de su emperador. Sin embargo, no terminaba de aceptar que su emperador estaba muerto, traicionado por la “hija” que él había servido.

– Si las palabras de tu emperatriz no te convencen – dijo Mileena, señalando la entrada de la carpa. – Las de tu superior lo hagan.

A la carpa entro alguien más, un musculoso guerrero equipado con una armadura similar a la de su antiguo emperador. Reiko, el general del ejército de outworld, había regresado y continuaba con vida. Su pecho estaba manchado de sangre y presentaba profundas heridas, pero aun así se mantenía en pie. Inmediatamente los cuatro capitanes que quedaban en pie se postraron ante su general, Eygel, impresionado de verlo con vida, intento pararse, sin mucho éxito.

– Nunca habías desobedecido mis órdenes Eygel, pues provenían de tu mismísimo emperador. Este caso no es diferente.

Reiko se paró enfrente de la meza, el mapa estaba manchado de sangre y vino por todo el combate que se había presenciado. Encima del mapa Reiko coloco con fuerza el kabuto destrozado de Shao Kahn, mostrándoselo a todos los capitanes y tarkanos ahí presentes.

– Shao Kahn ha caído por culpa de los Dioses Mayores y su sirviente, Raiden. Con su muerte, todo lo que hemos cumplido se ha venido abajo. Rebeldes ahora poseen su fortaleza, seres de otros reinos buscan conquistar nuestras tierras y los capitanes desobedecen a sus superiores.

Reiko retiro el cráneo destruido del kabuto del kahn, dejándolo en la mesa y limpiándolo con un pañuelo. Mirando a sus capitanes, este continúo hablándoles.

– Hoy nos enfrentamos a un nuevo conflicto. Pero pronto Outworld tendrá una nueva cara, un nuevo rostro del cual volverán a temer aquí y en todos los reinos. El rostro de un nuevo conquistador.

Reiko avanzo hacia Mileena y postrándose en una rodilla le ofreció el kabuto de Shao Kahn con sus dos manos. El resto de los tarkanos y Baraka lo imitaron, al igual que los cuatro capitanes que quedaban en pie.

– Mileena ¿Cómo podemos servirle?

Reiko pronuncio estas últimas palabras con una ligera sonrisa en su rostro ¿todo ese discurso a quien iba dirigido? ¿A la hija del emperador, Mileena? ¿o hacia sí mismo?

______________________________________________

Este es el final del segundo capitulo, en el tercero continuaremos con Mileena, Reiko, Baraka y la presentación de uno de mis personajes favoritos de todo Mortal Kombat. En el cuarto capitulo es posible que regresemos a la tierra, con Raiden, Fujin, Sonya y Kenshi, Todavía no estoy lo completamente seguro de como presentar a Kenshi a esta historia ya que en MKX simplemente el esta ahi. ¿Como Sonya lo conocio? ¿como es que se unió a las Fuerzas Especiales? ¿que paso con su odio por el hechizero Shang Tsung? ¿como ayudo a Hanzo? ¿cuales son sus nuevas motivaciones despues de la muerte del hechicero y antes de enfrentarse al dragón rojo? Kenshi fue uno de los personajes peor trabajados en MKX, sin tener un capitulo para si mismo solo conocemos un poco mas de él por su hijo y por las palabras de Hanzo en el comic. Pero que es lo que paso con certeza nadie lo sabe. No quiero arruinarlo asi que puede que lo deje para el capitulo 5 todo eso.

Muchas gracias por todo.
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Error Macross
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Error Macross » Sab, 30 Abr 2016, 01:29

Se ve interesante este fic. De momento estoy muy a la espera de ver que paso con Jonny, que ni idea tenia que eso pasaba en su ending (aun nos vi los endings del MK9 aunque paso tanto tiempo). Muy buenas peleas por otro lado en la otra escena, no pense que ibas a matar tanto a los personajes que habias creado, no es tan comun cuando uno ya les puso nombres, jaja, pero me gusto porque me sorprendio. Espero grandes cosas de Reiko.
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Dom, 01 May 2016, 07:39

Muchas gracias por tu comentario Error Macros y si, soy muy dado a matar a mis personajes XD claro que algunos de ellos no se iran tan rápido de este fic. Por el momento los siguientes capitulos seran del Outworld, pues hay tanto que contar de este grandioso Reino. Pero no te preocupes, pronto volveremos con Johnny que sera uno de los capítulos que mas ilusión me da junto con el de Fujin.

Sobre Reiko puedes esperar grandes cosas, espero poder representar de la mejor forma a este estoico y gran estratega militar. Pero hay tantos personajes como Baraka y Reptile que quiero trabajar también. Eso si no esperen mucho de personajes como Takeda, Cassie, Jacqui o Kung Jin. Lo que si pueden esperar son algunos personajes como Kai, Tanya, entre otros.

Sin mas, les dejo la primera parte del tercer capitulo por asi decirlo. Pues decidí dividirlo en dos para que no sea tanto.

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CAPITULO 3: LA RECONQUISTA, parte 1.

Habían pasado unas horas, los soldados habían sacado los cuerpos de Tyranus y Sarunay junto con los de los tarkata que habían muerto a manos de los capitanes. Eygel había sido llevado a la enfermería, pero llevaba tanto tiempo desangrándose por la herida que le dejo Baraka que no se sabía si sobreviviría. La carpa había quedado completamente destrozada, Reiko mando a que arreglaran el lugar y trajeran un nuevo mapa del Outworld para colocarlo en la mesa redonda. Todo esto mientras Mileena estaba sentada en una decorada silla de madera, con el kabuto de su padre puesto y estrenando una nueva armadura de cuero y metal.

El lugar estaba listo, Mileena era acompañada por los restantes cuatro capitanes del ejército imperial del outworld, Reiko y Baraka. Junto a todos ellos se encontraban la guardia imperial, armados con una armadura plateada y enormes naginatas, y los jefes tarkanos, guerreros de elite armados con armas y armadura de metal. Reiko, al ver que todos se encontraban ya reunidos, dio comienzo.

– Mileena Kahnum, Baraka y guerreros tarkata, capitanes del ejército imperial. Hoy estamos reunidos por que nos encontramos en una encrucijada. Mientras nosotros invadíamos a la tierra, varios grupos que se han opuesto al reinado de nuestro kahn se aprovecharon para avanzar y atacar cuando estábamos más vulnerables. Varios puntos estratégicos han sido perdidos, estos incluyen: la fortaleza del Kahn, las ciudades vecinas a Lei Chen, la ciudad de Z’unkarah, las Tierras Altas del Norte, entre otras.

(Mapa de Outworld)
► Show Spoiler


Reiko iba colocando un pequeño estandarte en los puntos que el mencionaba, los cuales se encontraban ubicados a lo largo de los dos continentes más grandes del Outworld. El punto más cercano a donde ellos se ubicaba era la fortaleza del Kahn y, justo como lo había planeado Hatchiman, sería el primero en ser atacado.

– Estamos cortos en número y débiles, requerimos reabastecernos, pero para ello primero requerimos retomar la fortaleza del Kahn. Ahí nos esperan nuestros refuerzos y nuestras armas más grandes que necesitaremos para recuperar el resto de nuestras tierras.

Reiko caminaba alrededor de la mesa redonda, mirando al resto de los presentes. Reiko tomo su copa de vino, dorada y adornada con cristales, y bebió de ella. Reiko tomo un largo sorbo y mirando a sus capitanes les advirtió del enemigo que se encuentra esperándolos.

– La Fortaleza se encuentra en posesión de la Resistencia Edeniana, un antiguo enemigo nuestro.

Los tarkatas rugieron, los capitanes se miraron unos a otros, confundidos. La resistencia edeniana había caído hace mucho tiempo, aniquilada por las fuerzas del Kahn. Su última fortaleza, ubicada cerca de los páramos del Outworld había sido destruida. Algunos todavía dicen que el templo principal se encuentra en llamas y es consumido lentamente por ellas. Los cuerpos de los guerreros edenianos todavía se encuentran empalados en las playas cercanas y los barcos todavía están atracados en los arrecifes, su madera pudriéndose o siendo hundidos lentamente por la marea.
Mileena veía la reacción de todos desde su trono. Ella no conocía a este viejo enemigo de su padre, pero si conocía la sangre edeniana y como esta lo traiciono. Mileena cruzo una pierna sobre otra y sujeto con firmeza los brazos de la silla mientras disfrutaba del espectáculo.

– ¿Cómo es posible que la Resistencia todavía exista? – pregunto a Reiko uno de sus capitanes – Shao Kahn expuso la cabeza del Embajador Thanos en la plaza principal ¿Quién los dirige ahora?

– La resistencia no fue completamente aniquilada ese día, algunos lograron escapar hacia el sur y las tierras más lejanas del Outworld. – respondió Reiko a su capitán, dejando su copa encima de la mesa. – Es posible que encontraran un lugar donde refugiarse.

– Quien dirige la resistencia ahora no importa – dijo Baraka, interrumpiendo a los capitanes. – Lo importante ahora es eliminarlo una vez por todas, se están abasteciendo de los recursos que le pertenecen a nuestra emperatriz.

Los tarkatas rugieron cuando su líder termino de hablar, ansiosos por ir al campo de batalla. Reiko miro a Baraka, esperando a que sus tarkatan dejaran de hacer ruido y en cuanto lo hicieron tomo de nuevo la palabra, esta vez dirigiéndose al líder tarkano.

– Todo lo contrario, Baraka, conocer al enemigo es el primer paso para asegurar una victoria. – Reiko miro a su alrededor, observando a cada uno de los tarkanos que estaban a los lados de Baraka. – La fuerza bruta no te ayudara contra la resistencia edeniana. Tus guerreros tarkata caerán al atacar el frente equivocado, en una lluvia de flechas o embalsamados por grandes calderas de fuego.

Baraka parecía molesto por el comentario de Reiko, sus tarkanos lo miraran esperando que su líder no se quedara callado, pues si lo hacía eso demostraría cobardía. Algo inaceptable entre los tarkanos y en todo outworld en general. Baraka dio un paso adelante y, desenfundando una de sus guadañas, apunto hacia Reiko.

– No nos tomes por idiotas Reiko, eso ha sido un error que tus mismos capitanes han hecho en el pasado. – Baraka apunto a los cuatro restantes capitanes, en signo de burla sobre los eventos que ocurrieron hace unas horas. – Los tarkata conocen bien a la Resistencia.

Mileena se puso de pie, por mucho que disfrutara de ver a ambos grupos luchar por su entretenimiento y su poder, ella sabía que las cosas tenían que hacerse rápido. Mileena no perdería más el tiempo, tan poco ha bebido de la copa que ofrece el trono del Kahnum y ya se ha embriagado en ella. Poder, ella ansía más poder, el mismo que su padre tuvo entre sus manos.

– Caballeros, por favor. – dijo Mileena con su seductora voz e interrumpiendo a los dos. – Su emperatriz no tiene tiempo que perder, esa fortaleza es de mi padre y la quiero… ahora. Díganme ¿Quién de ustedes posee una mejor información sobre esta “nueva” Resistencia y quien ofrece un mejor plan para sacarlos de MI fortaleza?

La emperatriz parecía molesta, cansada del pequeño circo que se estaban montando los capitanes y tarkatas. Mileena observo a los dos líderes y sus más grandes súbditos, esperando una respuesta de ellos. Reiko y Baraka se miraron, entendiendo que esta pequeña disputa no se resolvería más que con hechos, no palabras. Reiko fue el primero en tomar la palabra.

– Claro mi emperatriz. Tengo listo tres estrategias diferentes ya planificadas que involucran al ejército imperial a las hordas tarkata. – dijo Reiko señalando con la palma de su mano a todos los presentes. – Pero cuento con algo aún más importante y esencial para la derrota definitiva de la Resistencia.

Mileena parecía intrigada por ese último comentario. Reiko se tomó un respiro para anunciar lo que era su as bajo la manga.

– A mi lado y el suyo emperatriz, contamos con el apoyo del responsable por aniquilar a la “vieja” Resistencia Edeniana. El que llevo al Embajador Thanos encadenado directamente a su padre.

– Dime su nombre, Reiko – exigió Mileena.

– El príncipe, Rain. Su alteza – exclamo Reiko, realizando una genuflexión hacia Mileena.

Mileena no conocía a dicho “príncipe”. Al igual que para ella era desconocida este oponente, su aparente destructor lo era también. Mileena sentía cierta curiosidad por este nuevo guerrero. Ella creía que su padre tuviera un mejor lacayo que Reiko, el general de su ejército personal, pero este individuo aparentemente pudo contra la resistencia sin el apoyo del general. Baraka noto como Reiko ganaba la atención de su emperatriz y no dudo en actuar rápidamente.

– Puede que tengas a tu lacayo edeniano – grito Baraka – Pero como has dicho, no conoces nada sobre tu enemigo.

Mileena volteo a ver a Baraka, confundida al escuchar el origen del guerrero llamado Rain. En Mileena se podía ver el crecimiento de su ira y, claramente enfadada, miro a Reiko y le pregunto qué significaba eso. ¿Qué Rain es proveniente de Edenia?

– Su lugar de origen no tiene nada que ver con su lealtad hacia Shao Kahn o hacia usted. Rain traiciono hace mucho a la resistencia, es por ello que su conocimiento sobre ella es vital para mí. – trato de explicar Reiko a su emperatriz, con un brazo en su espalda y alzando el otro, completamente tranquilo incluso ante la creciente rabia de Mileena.

– Rain puede darte información – dijo Baraka, interrumpiendo de nuevo al general. – Pero eso no es claro aún, mientras tu confías en traidores de sangre edeniana o en tus generales, yo apuesto mi confianza en mis guerreros y los del kahn.

Baraka se dirigió hacia Mileena, inclinándose ante ella.

– Mi emperatriz, mientras ellos discuten sobre estrategias yo he enviado a mis guerreros tarkanos a explorar el campo de batalla. A su lado se encuentra el espía personal del emperador, Syzoth, el Sauriano, se ha infiltrado en la fortaleza de su padre. Reptile nos otorgara la información que necesitamos.

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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Dom, 01 May 2016, 18:47

Aqui la segunda parte del tercer capitulo. En el cuarto capitulo ya empezara el ataque hacia la fortaleza del Kahn, por lo quesera un largo capitulo lleno de combates épicos. Espero les vaya agradando estos capítulos donde trabajo en la personalidad de los personajes y sus motivaciones, espero poder capturar su escencia que hace que sean nuestros favoritos.

Una vez mas, sus consejos y opiniones valen mucho para mi y les agradeceria que comenten.

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CAPITULO 3: LA RECONQUISTA, parte 2.
A las afueras de la ciudad, lejos delas murallas, se encontraba un pequeño campamento al borde de una montaña. En el campamento se encontraban diferentes tarkatas, los famosos ejecutores armados y protegidos con armaduras de metal, al igual que simples “carroñeros”, que no usan tanta armadura y dejan su pecho al descubierto. Los tarkanos estaban esperando, comiendo de unos desafortunados viajeros que se habían encontrado en una pequeña caravana, el regreso del Sauriano conocido como Reptile, el cual ya se había infiltrado en la Gran Ciudad de Kulán Bator.

(Tipos de Tarkatan)
► Show Spoiler
La Fortaleza del Kahn es, en realidad, una enorme ciudadela que resguarda la capital del primer continente del Outworld. Ubicada cerca del centro, al sur del Bosque Viviente y al Norte de la cadena Montañosa de Lei Chen, la gran ciudad del Kahn cuenta con los recursos más importantes: el Archivo, que se encuentra en lo más alto de la Fortaleza cuenta con un sinfín de pergaminos sobre la historia de Outworld, hechizos y demás. La Fundidora, donde se forja el armamento del ejército imperial. La Cámara de Almas, un lugar resguardado por los Sacerdotes del Kahn donde se guardan miles de almas para otorgar mayor fuerza al kahn. Por último, pero no menos importante, la cámara de guerra de Reiko, donde se encuentran miles de mapas de todo Outworld, el nombre de todos los generales y capitanes del ejercito al igual que el de todos los aliados y enemigos del Kahn.

Debajo de la enorme fortaleza y de una segunda línea de murallas se encuentra la Capital llamada Kulán Bator. Una de las más ricas ciudades de todo Outworld, llena de grandes mercados y un circuito completo de acueductos que llevan a las diferentes regiones de la ciudad. Similar a una antigua ciudad japonesa de la época feudal de la tierra, pero está en realidad es una fortaleza en su propio sentido. Cada lugar tiene su propia estrategia para detener el avance del enemigo. Shao Kahn no se permitía ningún lujo, la ciudad en realidad formaba parte de su propia fortaleza.

Reptile ya había cruzado la primera muralla con gran facilidad, su piel se podía camuflajearse con el ambiente y sus garras le permitían poder escalar muros verticales con gran facilidad. Reptile se había dado cuenta que el número de guerreros de la Resistencia Edeniana que observaban la primera muralla eran muy pocos, casi fue innecesario el uso de su camuflaje. Reptile saltaba por los techos de las casas y edificios con gran velocidad, cada vez más cerca de la segunda muralla. Los ciudadanos de Kulán Batur estaban ya resguardados en sus casas y pequeñas patrullas de guerreros de Edenia vigilaban las calles por las noches. Reptile paso sobre ellos con facilidad, sin necesidad de entrar en combate y llego a la segunda muralla. Aquí la vigilancia era mejor, contaban con un mayor número de soldados y arqueros, al igual que con las enormes Balistas y catapultas que se encuentran en las torres.

Reptile se lanzó desde la segunda muralla hacia las paredes de la fortaleza en un gran salto y con sus afiladas uñas se clavó en la dura roca en la que estaba construida. Sus ojos le permitían ver lo que otros no podían en la noche y Reptile pudo ver como un grupo de Paladinos de Edenia entraban por la puerta principal, usando capas de colores llamativos. Reptile decidió seguir de cerca a este grupo, pues su instinto le decía que ellos le llevarían con el nuevo líder de la Resistencia.

Los Paladinos, usando una ostentosa armadura de metal de color gris oscuro o de un blanco brillante adornado con hermosos tallados dorados, eran los guerreros de mayor elite en la Resistencia. Ellos usualmente son capitanes y generales, usando una capa de color amarillo, azul o morado mientras que el resto, que usan capa de color rojo son guerreros encargados de proteger a sus superiores. En el grupo de siete, cinco usaban capa roja mientras otro usaba una de color azul y el otro de amarillo. Los siete caminaron por la puerta principal hacia el Gran Salón de la fortaleza, cruzando los amurallados pasillos de la fortaleza del Kahn. Reptile los seguía por los techos, arrastrándose lentamente por ellos.

(Paladinos de Edenia)
► Show Spoiler
– Habrán paso al General Faras. – grito uno de los soldados edenianos en su idioma natal. Reptile pudo reconocer el idioma y entenderlo. Reptile sonrió, diciéndose a sí mismo que no pueden ocultarle nada a él.

Los siete paladinos entraron al Trono del Kahn, un largo pasillo lleno de diferentes pilares y, al fondo, un grande trono de piedra con dos calaveras debajo de sus pies de los cuales emana un aura extraña y verde. El salón es iluminado por la luz de la luna, que entra por las ventanas que se encuentran atrás del trono, y por las múltiples antorchas encendidas en cada uno de los pilares.

– Tenemos noticias, su alteza.

Los paladinos se postraron ante la persona que ocupaba el trono del Kahn. Una alta mujer de tez oscura que vestía elegante ropa de la realeza edeniana. Reptile no reconoció a esta mujer, pero le disgusto como ella profanaba el asiento del kahn con su presencia. La mujer estaba recostada en el trono, con sus piernas cruzadas y miraba de reojo a sus paladinos.

– Al norte, cerca de los páramos del Outworld y del bosque viviente se encuentran los capitanes del ejercito Imperial. Parece que han regresado de su invasión de la tierra y planean atacarnos pronto.

El paladino de capa amarilla hablaba a la mujer, la cual permanecía sentada en el trono. La mujer sonrió y se levantó con elegancia. Camino hacia sus paladinos y con un gesto de su mano les ordeno que se pusieran de pie y la dejaran sola con el paladino de capa amarilla. El resto de los paladinos se fueron, siguiendo al de capa de color azul. El golpe de la puerta cerrándose se escuchó por todo el lugar, haciendo eco.

– ¿Shao Kahn a muerto? – pregunto la mujer hacia el paladino, el cual respondió asintiendo con la cabeza. La mujer rio. - ¿Cómo se encuentra el Earthrealm?

– Sufrieron grandes pérdidas, mis emisarios me dicen solo algunos pocos de los guerreros continúan con vida. – el paladino retiro su casco, abrazándolo entre su brazo y torso. Era un joven adulto, de tez fuerte y cabello corto.

– ¿Qué paso con la princesa y su madre? – pregunto, algo preocupada.

– Mis emisarios me dicen que nuestra Reina, Sindel, fue manipulada por los hechiceros del Kahn. Sindel mato a su propia hija, Kitana.

La mujer te tez negra se dio media vuelta, dándole la espalda a su paladino y camino de regreso al trono. Sus pasos eran lentos mientras subía las escaleras para llegar a él, pero en cambio repentino volteo a verlo, con una sonrisa en su rostro.

– Nada nos podrá detener ahora, Faran. – dijo, sonriéndole y mirándolo detrás de su hombro.

– Eso es correcto, mi señora. – el paladino llamado Faran camino hacia la mujer, besándole la mano.

– No podemos deshacer el hechizo que une a Edenia con Outworld, pero si podemos reconstruir este putrefacto lugar para hacerlo un hogar. Deberíamos agradecerle al Dios del Trueno, por todo lo que nos ha permitido lograr. – la mujer hablaba sarcásticamente.

– Preparare a las tropas mi Señora, estoy seguro que el General Reiko atacara lo más pronto posible.

La mujer le permitió a Faran retirarse mientras ella se sentaba de regreso en el trono. El paladino se retiró del cuarto, cerrando la puerta detrás de él. La mujer se puso cómoda en el trono y a su lado se encontraba una pequeña mesa que sostenía una copa con algún licor en ella y, al lado de dicha copa, el cráneo de una persona. La mujer tomo el cráneo y lo observo detenidamente. La mujer le empezó a hablar.

– ¿Lo has visto padre? – dijo la mujer – Tu hija, Tanya, ha logrado lo que tú siempre aspiraste a lograr, pero nunca pudiste. Todo por ser tan débil como nuestro “querido” Rey Jerod.

La mujer lanzo el cráneo lejos de ella. La mujer reía al ver como este se rompía y volvía polvo al impactar contra el suelo. La mujer tomo la copa y bebió de ella, estaba distraída en sus propios pensamientos. Reptile vio la oportunidad perfecta para atacar. El Sauriano deliberaría un ataque moral desde la altura en la que se encontraba, podría también bañarla en su acido o ahorcarla con su lengua. Sin embargo, antes de poder atacar, la mujer volteo arriba y le sonrió. Reptile estaba camuflajeado y justo arriba de ella, se preguntó si realmente la había visto o si solo estaba fingiendo verlo.

– Reptile ¿no es así? – pregunto, observando el techo. - ¿Crees que podrías contra mí o el resto de soldados que están afuera de este lugar?

Tanya dejo su copa en la mesa, y entrelazo sus dedos, esperando a que Reptile se aparezca por fin. Parecía que la mujer no sabía dónde se encontraba con exactitud, pero si sabía que Reptile estaba aquí. El Sauriano se pensó dos veces si salir por una de las ventanas o atacar.

– No eres el único con una habilidad nata de desaparecer, Suariano. Corre, salta o como tu quieras, ve e infórmale a quien sea que ahora sirves que los estaré esperando.

Tanya no obtuvo respuesta alguna durante varios minutos, pero sintió una pequeña corriente de viento a sus espaldas. Al voltearse pudo ver que una de las ventanas estaba abierta, el Sauriano se había escapado. Tanya se retiró del trono, sospechando que tal vez podía estar todavía ahí. Después de eso, los paladinos jamás se separaron de ella. Reptile nunca había abandonado el trono y, en cambio, permaneció ahí, incluso cuando Tanya ya se había retirado. El Sauriano bajo del techo y cayó en el suelo. Con sus escamosas manos, tomo lo que aún seguía “intacto” del cráneo que Tanya había lanzado. Reptile lo examino detalladamente. En la frente tenía una joya, símbolo de la realeza edeniana. Syzoth abandono el trono y salió de regreso al campamento de los tarkatan.
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Mar, 03 May 2016, 07:29

Aquí el capitulo cuatro, después de este comienza (ahora si) el asedio de la fortaleza donde me concentrare mas en Tanya, Faran y otros nuevos personajes edenianos. Reptile y Mileena tendrán mas protagonismo y también veremos las habilidades de Reiko como estratega y como luchador. Rain y Baraka también se verán involucrados, demostrando quien de ellos es un mejor general y líder. La batalla sera algo duradera, pero como no habrá tanto dialogo no sera mas largo que los capítulos presenciados con anterioridad.

Con respecto a mis personajes, como ya dije Faran se trabajara mas al igual que el capitán Eygel y el jefe tarkano Karbrac. Los otros cuatro capitanes del ejercito imperial se han ganado su nombre mientras que los jefes tarkanos puede que ganen los suyos propios, tendremos que ver que tanto se expandirá la historia del Outworld pues acabando el asedio de la fortaleza podremos regresar a hablar sobre la tierra y, con ello, Kenshi.

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CAPITULO 4: Conoce a tu enemigo

Reptile regresaba con su caravana de tarkanos al campamento, todo el viaje les costó dos días, pero finalmente habían llegado. Baraka y el resto de sus tarkatan estaban desesperados y ansiosos por la batalla que se avecinaba, deseaban sacar a los rebeldes fuera de la ciudad y la fortaleza al igual que tener su sangre en sus manos y su carne en sus fauces. Al ver de regreso a Reptile los tarkatan rugieron, pues la espera había acabado.

Reiko salió a recibir a Reptile, a su lado se encontraba el príncipe Rain, usando su icónica armadura dorada y de color morado. Rain estaba cruzado de brazos y recargado en un árbol. La oscura y purpura noche ya se avecinaba y las antorchas del campamento estaban siendo encendidas una por una. Los guardias imperiales abrieron el paso a Reptile, Reiko, Baraka y Rain, permitiéndoles entrar a la carpa de la emperatriz. Mileena esperaba a todos. La emperatriz tenía un gran banquete enfrente de ella, pero no lo había tocado. Reiko le pregunto si se encontraba bien, a lo que ella respondió.

– Comeré después de que saquemos a esa basura edeniana de mi fortaleza. – Mileena observo a los cuatro y le pregunto a Reptile que había visto.

– Me infiltre dentro de la fortaleza, sus números son menores que los nuestros y tienen varios puntos débiles debido a ello. – dijo Reptile, siseando, mientras se postraba en una rodilla.

– Aun así, ellos cuentan con las defensas de la Fortaleza, las ballestas y catapultas. Eso sin contar con las bestias. – dijo Reiko, esperando un reporte más conciso de parte del Sauriano.

– Las murallas de la ciudad están descuidas, solo cuentan con algunos arqueros y hombres que manejen las ballestas. Sin embargo – Reptile dejo un espacio para dejar de sisear. – Las murallas de la fortaleza si están bien resguardadas.

Reiko calculaba sus tácticas con la información que Reptile le proporcionaba. Con una mano en su barbilla, Reiko permaneció callado. Analizando y haciendo un mapa mental mientras Reptile continuaba.

– ¿Qué me puedes decir del nuevo comandante o líder de la resistencia? ¿Quién es? – pregunto Mileena, cruzando sus piernas.

– Es una mujer. – dijo Reptile, lo que les impresiono a la mayoría de los que estaban dentro de la carpa. – Se hacía llamar Tanya y se encuentra la mayoría del tiempo en el Trono del Kahnum.

Reiko no conocía a esta mujer, pero nada de eso lo desconcertó, permaneció siempre tranquilo y calmado. Recalculando sus estrategias. Reiko voltio a ver a Rain y le pregunto si conocía a esta mujer que se hace llamar Tanya. Rain no contesto, en cambio Reptile agrego una cosa más y de un bolso saco un cráneo roto y sin mandíbula. El cráneo tenia incrustada una joya en la frente, lo que hizo a Rain preguntarle si le dejaba verlo.
Reptile le entrego el cráneo a Rain y este lo observo con detalle. Con sus dedos acaricio la joya que estaba incrustada. Rain tomo el cráneo en sus dos manos y aplicando presión lo rompió hasta volverlo polvo. La joya quedo en las manos de Rain y este la alzo en el aire. Reiko le pregunto que era esa joya.

– Esta joya es una gema de fuego. Hace años que no veo una igual – Rain hablo con una voz grave y les mostro la brillante y roja gema que resplandecía con una flama. – Solo una familia real posee estas joyas. La Familia de Thanos.

– El cráneo es de Thanos entonces. – dijo Reiko – Shao Kahn ordeno tirar su cuerpo a su Calabozo de Sangre, en lo más profundo de la Fortaleza.

– Tanya es la hija de Thanos – explico Rain, guardando la gema. – Una experta en las artes de la piromancía como su padre.

Thanos, el antiguo general y comandante de la Resistencia Edeniana que se opuso hasta su muerte a Shao Kahn. Un embajador edeniano que estuvo buscando durante años la libertad de su reino. Al menos así lo fue hasta que Rain se vio involucrado con el Kahn, otorgándole la victoria al Outworld.

– No sabía que el embajador tenía una hija. – remarco Reiko, algo que parecía imposible pues nunca nada se le escapaba de las manos al General. Él siempre ha dicho que para poder triunfar debes conocer a tu enemigo. – ¿Algo más que nos puedas decir Reptile?

– Junto a Tanya estaba uno de los Paladinos de Edenia, un General si no me equivoco. – Reptile describió al General al igual que su vestimenta y armadura. – Su nombre: Faran.

– Conozco a Faran. – dijo Reiko. – Él fue la mano derecha de Thanos, pensé que había muerto.

– Faran proviene de una familia de paladinos – remarco Rain, dando un paso adelante. – Conozco todas sus estrategias, durante un tiempo estuve combatiendo contra él.

Mileena se levantó de su asiento, diciendo que todo ya estaba hecho entonces. Le pidió a Baraka y Reiko que reuniera a sus capitanes, pues viajarían hacia la fortaleza en el amanecer. Ambos obedecieron e hicieron una reverencia antes de irse. Reptile se retiró también, dejando a Rain y Mileena solos. La emperatriz camino hacia el guerrero purpura y lo observo mientras lo rodeaba, acariciando sus hombros de forma seductora. Mileena se acercó más y le pregunto sobre su pasado con la Resistencia y donde radicaba su lealtad.

– Mi lealtad queda con su padre y, por lo tanto, con usted. – Rain permanecía inmóvil mientras Mileena lo observaba y tocaba.

– ¿Sera verdad? – Mileena hablaba con una voz sarcástica y seductora, probando la paciencia de Rain. – Dime ¿Qué paso con la resistencia?

– La Resistencia era débil, mis habilidades estaban siendo desaprovechadas con ellos. – Rain volteo a ver a la emperatriz a los ojos. Rain era más alto ella por lo que tenía que bajar la mirada un poco. – Shao Kahn vio lo que ellos no vieron en mí. La fuerza y mentalidad de conquistador.

– Entonces espero grandes cosas de ti, Rain.

Mileena le dio la espalda al guerrero y a sus guardias que sostenían sus enormes naginatas. De la mesa tomo una copa de dulce vino, dorada y con incrustaciones de diferentes colores. Mileena retiro su velo o mascara y dejo la copa vacía. Mileena no voltio a ver ni por un segundo a Rain hasta que se volvió a cubrir con su velo, ocultando su rostro. Sus amarillentos ojos, como los de un felino, resaltaban con su cabello oscuro. Pronto, Reiko y Baraka, al igual que sus capitanes y jefes tarkanos volvieron a entrar.

Al lado de Reiko se encontraba el capitán Eygel, recuperándose todavía de sus heridas. También se encontraban los otros cuatro capitanes. Sus nombres: Ragnarok, Katan, Aegis y Fume. Todos conocidos por su brutalidad en el campo de batalla, ya sea dejando cero sobrevivientes o porque torturan a sus prisioneros. Al lado de Baraka se encontraban los Jefes Tarkanos, cuatro de ellos. El más reconocido era Karbrac, un tarkano muy similar a Baraka con la diferencia de que poseía dos guadañas en cada brazo en lugar de una. Los jefes tarkanos usan diferentes tipos de armadura, algunas similares a la de los ejecutores, otras dejan mas descubierta la piel, pero todos usaban un casco de metal similar al de un gladiador romano el cual denota su rango.

Encima de la mesa se encontraba una maqueta de la capital y la fortaleza del Kahn. La representación era exacta, e incluso en el pequeño tamaño que tenía la maqueta cubría toda la mesa. La ciudad era gigantesca y la fortaleza del Kahn se encontraba justo en el centro, arriba de una alta planicie la cual también estaba representada en la maqueta. Al presenciar el tamaño de la ciudad se entendía por qué la Resistencia se le dificultaría vigilar cada punto de ella, pero también abría las puertas una gran pregunta ¿Cómo pudieron tomarla de forma tan rápida?

– El ejército imperial atacara a la puerta este mientras las hordas atacan la del oeste. – Reiko señalaba los puntos a donde atacarían en la maqueta mientras hablaba. – Si la información que nos proporcionó Reptile es correcta, es posible que las fuerzas de la Resistencia Edeniana realmente no hayan conquistado la ciudad.

Reiko creía que la resistencia solo había ocupado la fortaleza y, en realidad, solo una porción de ella. La Fortaleza era demasiado grande y contaba con suficientes guardias de las reservas del ejército imperial y la milicia de Outworld. Aunque no subestimaba a su enemigo, que lo creía capaz de tomar la fortaleza si el Kahn no estaba presente, Reiko estaba seguro que no podrían penetrar las murallas de la ciudad para luego enfrentarse a las de la fortaleza. Para Reiko una cosa era obvia, Tanya tenía espías dentro de la fortaleza que la conocían como la palma de su mano. Todos los pasillos secretos, las paredes falsas, las trampas, etc.

– A juzgar por las defensas no nos tomaría mucho tiempo entrar a la ciudad, de ahí en adelante será un camino largo hacia la fortaleza. –

Reiko hablaba con un gran aire de autoridad, aquella que logra domesticar a bestías salvajes pues incluso los tarkanos guardaban silencio mientras este hablaba.

– Baraka – Reiko miro directamente al líder tarkano, el cual frunció su rostro al verlo. - Tus tarkatas de mientras se encargarán de subir hacia las murallas y limpiarlas de cualquier caballero o arquero asesino que todavía permanezca ahí.

– Piensas demasiado las cosas Reiko. – hablo Karbrac. - ¿Por qué no nos infiltramos directamente por uno de los pasillos secretos de la fortaleza en lugar de enfrentarnos directamente a ellos?

Los tarkata apoyaron a su jefe, rugiendo y haciendo diferentes ruidos en signo de aprobación. La guardia imperial dio un paso adelante y tomaron sus naginatas con sus dos manos, listo para prevenir otro conflicto entre tarkanos y el ejército. Reiko los detuvo, alzando su mano.

– Creía que ninguno de ustedes preguntaría semejante cosa. – Reiko se burlaba de los jefes tarkanos. – Sospecho que la resistencia ya conoce de estos pasillos y ha tomado medidas para protegerse ¿De qué otra forma pudieron tomar la fortaleza tan rápido?

– Reiko tiene razón. – Rain interrumpió a los dos, él había permanecido callado en uno de los rincones de la carpa, observándolos. – Tanya no deja nada a la suerte y siempre se asegura dos veces de que las cosas sean como ella quiere que sean.

– ¿Quién te permitió hablar, basura edeniana? – gruño Karbrac. – Tal vez deberíamos empezar matándote a ti. Mis guerreros ansían con ganas la sangre edeniana.

– Te entendería mejor sin esos dientes tuyos. Tal vez deba rompértelos y luego podrás repetir eso de nuevo.

Karbrac desenfundo sus guadañas dobles, listo para atacar a Rain. Sin embargo, él se mantenía en su posición, con los brazos cruzados y mirándolo de reojo como si no le importara la amenaza del jefe tarkano. El ataque de Karbrac fue interrumpido por la voz de Mileena, la cual iba dirigida a Reiko.

– ¿Podría Reptile infiltrarse y deshabilitar esas trampas?

– Es posible. – contesto Reiko. – Pero dudo que el sauriano pueda contra varios paladinos y caballeros edenianos al mismo tiempo.

– Eso no será un problema. – dijo Mileena, desenfundado sus sais y girándolos con sus manos y dedos. – Yo lo acompañare. Permitiéndole el paso a tu ejército.

Reiko no se opuso a la idea de su emperatriz. En cambio, reconfiguro su plan de ataque en base a ello. Reiko se dio media vuelta y, colocando diferentes estandartes miniatura en la maqueta, empezó a dar más detalles de su estrategia de ataque. Rain comandaría un cuerpo del ejército, el cual atacaría la puerta principal. Con sus conocimientos sobre las diferentes estrategias de la resistencia y su cercanía hacia ellos, Reiko confiaba en que no tendría muchos problemas mientras ellos atacan otros puntos más cercanos a la fortaleza. Baraka le prometió a Mileena que podía confiar en sus tarkanos, pues ellos serían los primeros en llegar a la fortaleza. Ah Reiko le favorecía esto, pues sabía que lucharían más salvajemente si esto fuera una competencia para ellos. Lo que les aseguraría una victoria más rápida.

La noche llego, trayendo con si un purpura panorama en el cielo. A primera hora de la mañana, cuando el sol se ponga, el ejército imperial cruzara el bosque viviente para llegar a la capital. Los tarkata ya tienen todo listo y montado en sus diferentes bestias. La fuerza imperial cuenta con unas de ellas también. Los Tormentor, bestias bípedas de gran tamaño, suelen ser de gran ayuda cuando se busca crear caos mientras que los TaiGore pueden traspasar grandes unidades de enemigos con sus afilados dientes. Pero, por ahora, los TiaGore solo cargaran el equipo y armas y los Tormentor son muy volátiles, destruyendo todo a su paso. El ejército no podrá contar con sus bestias en esta pelea y solo tendrán su entrenamiento para asegurarles la victoria.
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Hares
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Sab, 07 May 2016, 18:30

Les traigo la primera parte del capitulo 5, que viene siendo los momentos antes de la batalla de los muros de la Ciudad de Kulán Batur. Aqui conoceremos a nuevos personajes, tanto del ejercito edeniano como de otro Reino. Para ello debo aclarar unas cosas, pues mi visión de los Guardias de Seido es muy diferente a la de Mortal Kombat Deception y les explicare aqui:

Guardias de Seido: el reino del Orden es un mundo "tranquilo", altamente urbanizado y civilizado con ciudades que se elevan en los cielos. Así que es un mundo que tiene un gran avance tecnológico mucho mas grande que el de la tierra con sus Fuerzas Especiales, el Tekunin, etc. Sin embargo ellos aun conservan ciertas tendencias mas antiguas como lo es la magia. Siempre crei que el orden era este punto de equilibrio perfecto entre lo nuevo y lo viejo, la tecnología y la magia. Es por ello que a los guerreros de Seido les he otorgado una armadura de poder similar a las armaduras de Halo, Metroid o Mass Effect, pero todavia conservando su estilo samurai. Imaginense algo como la combinación del traje futurista de Raiden y la armadura antigua de Hotaru en MKD.
► Show Spoiler
Tambien les he dado armas antiguas como espadas y lanzas pero con un toque mas moderno, en corto las Espadas de alta frecuencia de Metal Gear Solid y algunas armas como la naginata que se puede extender y disparar plasma desde su punta (algo similar al centro de Loki en Avengers) Ellos poseen tambien armas de fuego, o mejor dicho luz. Estas armas son como las armas de los Forerruner de Halo 4 y Halo 5, están diseñadas primeramente para combatir a otros guerreros con armaduras de poder, pero también pueden dañar e incluso matar. Sin embargo el numero de armas de fuego que tienen son muy pocas, pues toman muchos recursos. Solo algunos son entrenados en el uso de estas armas.


Espero les guste esta nueva percepción mía del Reino del Orden y disfruten de esta primera parte que narrar un asedio es mas dificil de lo que pense.

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CAPITULO 5: Resistencia, parte 1.

Han pasado tres días desde que los emisarios del General Faran anunciaron la muerte de Shao Kahn a Tanya. Desde entonces se han preparado para lo inevitable, el ejército imperial marcha acompañado de las hordas tarkatas hacia la ciudad de Kulán Batur, en busca de guerra y conquista.

Faran ha seguido las ordenes de Tanya, reforzando puntos clave de la ciudad. La fortaleza del Kahn no está bajo su completo control, todavía existen grupos de la milicia de Outworld que intentan retomar el trono del Kahn cada mañana al igual que la población intenta retomar su ciudad de las fuerzas edenianas. Se reforzaron las puertas de las murallas de la ciudad con calderos y catapultas. Arqueros y ballesteros se encuentran posicionados en las torres más altas de cada puerta. Cada una de estas torres esta armada con enormes balistas y cada una de ellas es nombrada por un General del ejército imperial: la Torre de Reiko, ubicada en el Oeste, la Torre de Wyn, ubicada en el Este y la Torre de Gram, ubicada en la puerta principal.

Dentro de la Fortaleza los capitanes de Faran y sus paladinos han reforzado las trampas y agregado unas de las suyas propias en los túneles y pasillos secretos por los mismos que ellos se infiltraron. La mayoría de las tropas ubicadas en la fortaleza se encuentran en los pasillos cercanos al trono y en algunos de sus exteriores hacia las murallas internas. Faran ha dejado en cargo de la muralla interna a su capitán de más confianza, una mujer alta que usa una hermosa armadura plateada con bordes dorados. La Capitán Ciran, El Arco de Thanos, es una experta arquera y guerrera bendecida por los dioses de la perdida Edenia. Al igual que Faran, su armadura y armas poseen propiedades mágicas y, en el caso de Ciran, a ella le fue otorgada un arco que puede lanzar flechas que poseen la fuerza del Sol.

Ya era de noche y los boicots empezaban de nuevo, parte de la población se levantaba armados con pinchos, trinches, antorchas y cuchillos para enfrentarse a sus opresores. Prendiendo las calles en llamas y trayendo el caos consigo. Tanya caminaba al lado de su general Faran, su capitana Ciran y otro de los capitanes de Faran hacia el Trono del Kahn donde se encontrarían con un nuevo aliado en su guerra contra los sobrantes del ejército imperial.

– Han llegado a un tiempo oportuno – dijo Faran mientras caminaban aprisa hacia el Trono. – Nuestros equipos de reconocimiento ya avistaron al ejercito de Reiko y las hordas de Baraka en las afueras de la muralla.

– ¿Cuántos lograron divisar? – Tanya no parecía muy preocupada a pesar de que los rumores decían que era todo un cuerpo entero del ejército, mientras que otros decían que eran dos. - ¿Faran?

– No sabría decírselo mi Señora – Faran dejo un espacio en silencio, pues no sabía cómo decirle a Tanya que los rumores eran correctos. – Mis hombres solo me dijeron que las sombras de los altos arboles del Bosque viviente no les permitía ver el final de las líneas.

– Por todos los cielos. – suspiro Ren, el segundo capitán que los acompañaba. – Deberíamos orar a los Dioses Mayores. No podremos con semejante…

Tanya se dio media vuelta, enfadada y con los ojos blancos, cubriendo su pupila por completo. El capitán Ren no termino su frase y guardo silencio, dando un paso atrás, asustado por la reacción de Tanya en cuya piel se empezaban a formar débiles líneas naranjas. Las líneas crecieron hasta formarse unos tatuajes que empezaban a calentar el aire a su alrededor.

– Los Dioses Mayores no protegieron nuestro Reino cuando cayó a manos del emperador. – Tanya miro directamente a los ojos del capitán Ren mientras sus tatuajes se volvían cada vez más notorios. – Tampoco lo harán ahora.

– Discúlpeme… - Ren tartamudeo un poco. – mi señora no era mi intención ofenderle.

– ¿Está segura que podemos confiar en ellos mi Señora? – pregunto Ciran a Tanya, sacándolo de su estado de trance, lo que hizo tranquilizar a Ren y recobrar su compostura. – Estas personas tal vez buscan el Orden, pero sus tácticas son muy engañosas.

– No tienes por qué preocuparte por ello – le aseguro Tanya a Ciran y en un momento las pupilas de sus ojos volvieron a aparecer mientras que sus tatuajes desaparecían por completo. – Ellos solo son una pieza más en nuestro tablero de ajedrez.

Tanya, Faran y sus capitanes entraron al salón del Trono y adentro de él se encontraban cinco individuos, todos usando una armadura negra con bordes amarillos. Su armadura no era como la que los paladinos usaban, no está armadura emitía luces amarillas y actuaba más como un exoesqueleto. No era algo que existiera en Outworld o en algún otro Reino, excepto tal vez… en el Earthrealm.

Enfrente de los cuatro se encontraban cinco guardianes de Seido, la capital del Reino del Orden y cada uno de ellos utilizaban lo que llamaban una Armadura de Poder. Exoesqueleto que emitía una tenue luz amarilla y recordaba a los ciborgs del Earthrealm que trabajaron para el Kahn durante su intento de conquista de dicho Reino. Sus armas eran tan curiosas como su armadura, todos estaban equipados con un sable de color negro y, un guerrero cuya armadura incluía dos Sashimonos azules, usaba una espada larga cuya empuñadura podía extenderse para transformarla en una lanza. Los guardianes de Seido también usaban avanzada artillería, pistolas con una compleja figura que desprendían una luz amarilla como la de su traje y un extraño diseño de un largo rifle.

– Comandante Veltaz ¿no es así? – pregunto Tanya al guerrero con sashimonos azules mientras se cerraban las puertas del trono atrás de ella. – Llega en un momento muy oportuno.

Los guardianes de Seido se abrieron para que Tanya pudiera hablar directamente con su comandante, el cual se encontraba rodeado por sus hombres. Veltaz dio un paso adelante y, haciendo una pequeña reverencia se presentó.

– Es correcto. Me encuentro a su disposición General Tanya, líder de la resistencia edeniana. – Veltaz retiro su casco, que contaba con un protector bucal de dorado con dos borlas que sobresalían de la parte superior del casco. – Vengo en representación de nuestro General Hotaru y traigo conmigo los refuerzos que solicitaron en nuestro acuerdo.

– ¿Qué paso con el General Hotaru? – pregunto Faran al Seidiano.

– El General Hotaru fue contactado por el que se hace llamar Raiden y se proclama Dios del Trueno. – respondió Veltaz al edeniano de forma cortante y rápida para luego voltearse a ver a Tanya y agregar otras palabras. – Los detalles son confidenciales.

Tanya no le dio importancia a ello, Veltaz le había proporcionado los refuerzos que necesitaba y le ordeno a Faran que lo pusiera al corriente de los hechos mientras que Ciran y Ren regresaban a sus puestos, pues estaban seguros que Reiko atacaría durante el amanecer. Tanya camino hacia el trono, abriéndose paso entre los guardianes y se sentó en él mientras Faran le informaba sus estrategias a Veltaz. Los guardianes de seido discutieron poco, acatando las ordenes de Faran rápidamente.

Veltaz le aseguro que sus tropas ya se encontraban esparcidas por la fortaleza, listos para contraatacar al enemigo si estos lograban penetrar las murallas exteriores. Aunque su número de tropas pareciera insignificante contra el de su enemigo, la ayuda que representaban la guardia de Seido era monumental y necesaria para el éxito de la Resistencia. Habían dado mucho a cambio, básicamente el control de la ciudad la habían entregado a la Guardia de Seido y al Orderrealm si resultaban victoriosos. Solo así habían adquirido su apoyo y solo así lograrían derrotar al ejército. Los tres estuvieron discutiendo por un tiempo, analizando sus estrategias y hablando sobre su enemigo y como este actuaria. Los tres parecían estar de acuerdo con que su enemigo tarde o temprano atravesaría los muros de la ciudad, era inevitable, y los tres estaban de acuerdo que la verdadera batalla se llevaría a cabo en las murallas internas y la fortaleza. Fue entonces cuando un guardia de la resistencia entro al salón, interrumpiéndolos.

– Reiko ha iniciado su ataque mi señora – grito el guardia. – El ejército imperial a atacado la puerta principal y la puerta del Oeste. Las hordas tarkatan han atacado la puerta del Este.

Tanya ordeno al guardia que se retirara y, antes de poder decirles algo a los Seidianos, estos hicieron una reverencia y se retiraron del salón del trono, deja solos a Faran y Tanya. Los dos permanecieron ahí por un tiempo y Tanya volteo a verlo.

– ¿Tus fuerzas lograron encontrar algo en el Archivo? – le pregunto Tanya a su general, el cual respondió moviendo la cabeza de un lado al otro.

– A pesar de que la mayoría de los Sacerdotes Oscuros habían abandonado el Archivo, el resto de guardias y Hechiceros no lo hicieron fácil. – respondió Faran. – Buscamos, pero el archivo es enorme y contiene demasiados tomos. Logramos encontrar algunos que fueron robados de las bibliotecas de Edenia y…

– Ya se sobre esos tomos – le interrumpió Tanya con una fuerte voz. – Lo que estaba buscando era otra cosa y lo sabes bien. ¿Qué me dices de eso?

– No hemos encontrado nada, ni siquiera algo remotamente similar a ello. – Faran inclino la cabeza, apenado por su fracaso. – Aunque hayamos podido acceder a los Calabozos de Sangre y sus tumbas, su cuerpo no nos es de gran ayuda sin los pergaminos del archivo.

– Faran – Tanya le hablo a su general sin mirarlo, observando la puerta de entrada al trono con un rostro serio. – Tráeme mis armas y moviliza a tus tropas.

El general asintió y dejo el salón del trono junto con un grupo de paladinos. Tanya se quedó sola en el salón del Trono y, una vez cerradas las puertas, ella cerro su puño y golpeo uno de los brazos del Trono con él. Sus ojos se volvieron blancos de nuevo, Tanya estaba claramente enfadada e intentó calmarse. Ella se recargo en el trono y de su mano derecha se empezaron a formar los mismos tatuajes anaranjados en su piel, de su palma se formó una llama y esta cubrió toda su mano. Tanya cerro su puño, ahogando a la llama y desapareciendo sus tatuajes. La neblina que cubría sus ojos se dispersó y con ello su enfado en el preciso momento que las puertas se volvieron a abrir con varios paladinos cargando con las armas de su líder: una naginata extensible y dos Kobujustsu, un arma única proveniente de Edenia.
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Dom, 08 May 2016, 06:12

Madres este capitulo si que resulto mas largo de lo que esperaba. Crei que podría resumir la batalla, pero con tantos personajes importantes que mostrar esto se extendió por mucho. Espero les agrade esta segunda y ultima parte del capitulo 5, donde es puro combate, estrategias, entre otras cosas. Este capitulo puede que tenga mas errores, pero he intentado arreglar los mas que pude. Si alguno de ustedes ve uno por favor haganmelo saber y en si que tal les va pareciendo el fan fic. Muchas gracias pro su atención :)

__________________________________________________________

CAPITULO 5: Resistencia, parte 2.

La batalla se libraba fuera de los muros de la ciudad capital. Al oeste se encontraba Reiko, comandando a sus más leales tropas: la Legión del Kahn o Legión del Cráneo. Al Norte, en la puerta principal, se encontraba Rain comandando otras tropas del ejército imperial. Uno creería que estos guerreros del outworld no obedecerían a un edeniano, pero fue una orden directa de su General Reiko el seguir todas sus órdenes. Por último, al este, se encontraba la Horda Tarkata cuyo entusiasmo por la guerra era calmado gracias a Baraka y sus jefes tarkanos.

El ejército imperial y las hordas tarkatan habían construido sus armas de guerra durante la noche: arietes se movían hacia las puertas, empujadas por los mismos soldados y protegidos de las flechas por el grueso techo de madera. Torres de Asedio se movían con una mayor lentitud, en la sima de las torres arqueros del ejército imperial disparaban sus ballestas a los edenianos. Rain y Reiko utilizaban trabuquetes, armas de asedio que podían lanzar grandes rocas a largas distancias con mucha precisión, mientras los tarkatan usaban onagros, un estilo de catapulta, con las que lanzaban barriles cargados de desechos los cuales prendían en llamas.

Los Arietes de Reiko avanzaban a un paso seguro, las flechas de los arqueros edenianos no lograban causar daño y estaban bastante lejos para que les lanzaran bombas de fuego. Los arqueros intentaban eliminar a los soldados que se acercaban, pero se les dificultaba con la precisión de los ataques de los trabuquetes y las torres, las cuales respondían al fuego enemigo. Las balistas disparaban contra las torres abriendo agujeros en su coraza, sin embargo, no era suficiente para derrumbarla. Rain dirigía una ofensiva mayor, con las torres de asedio avanzando para conquistar las murallas y los trabuquetes buscando destruir las armas defensivas de los edenianos. La torre era la más peligrosa, pues debido a su altura sus balistas tenían un mayor alcance. Rain enviaba a un grupo de soldados atrás de las torres, siendo protegidos por la grande estructura de madera que se movía lentamente al igual que los arietes que se aproximaban para derrumbar la puerta principal.

Baraka había llevado creaturas amarradas durante todo su viaje, Tormentors sujetados por cadenas y taigors enjaulados en grandes carruajes, empujados por grandes creaturas similares a un rinoceronte. Los tarkatan avanzaban en sus vagones de guerra, arietes adornados con colmillos de diferentes creaturas y empujados por enormes brutos: guerreros tarkata tan grandes como un shokan y con la fuerza de uno. Baraka quería usarlos para distraer a los oponentes y luego soltar al Tormentor para derrumbar las puertas de entrada. Karbrac se encontraba en una de las torres de asedio, el tarkano había subido consigo las jaulas de los Taigors para soltarlos cuando llegaran a las murallas, utilizándolos como un ataque sorpresa.

Del lado del muro, el capitán Ren dio la orden de que se usaran las balistas para destruir los arietes. La Torres que se encontraban en las puertas de la ciudad ofrecían un gran arsenal, pero no tenían demasiados hombres para manejarlas todas. Soldados empezaron a estirar la cuerda de la balista por medio de las palancas que esta tenia. Una vez preparada colocaron una enorme flecha en ella y apuntaron hacia los arietes. El capitán Ren les ordeno disparar al que se encontrara más cercano y así lo hicieron, la enorme flecha atravesó el techo y se clavó en el suelo. La mitad del ariete estaba completamente destruido, matando a más de la mitad de los soldados que se encontraban adentro.

Reiko observa todo desde una posición segura y ordeno a los trabuquetes que apuntaran hacia la torre, los soldados apuntaron y ajustaron el arma para después soltar las cuerdas y disparar. Una de las rocas choco en las paredes de la torre con gran fuerza, pero la otra entro al cuarto de armas, destruyendo las balistas de adentro y matando a más de un soldado edeniano. Ren termino en el suelo cuando la segunda roca impacto dentro del cuarto, afortunadamente él había salido ileso, pero sus soldados no. Ren les dijo a los sobrevivientes que permanecieran en la torre y manejaran las balistas. El temía que volvieran a lanzar sus rocas y, aunque la torre aguantaría bastante castigo, salió de la torre. Ren estaba en lo correcto, mientras todos salían una tercera roca impacto la torre, derrumbando piedras, polvo y baldosas hacia la muralla. La torre seguía en pie, al igual que él, pero tenía que comandar a sus soldados para ganar la mayor cantidad de tiempo posible pues sabía que tarde o temprano la puerta caería.

Rain esperaba con paciencia la respuesta de su enemigo ante su ataque frontal. Como un juego de ajedrez, Rain movió las torres hacia la barrera de peones esperando el contrataque del enemigo. Fue entonces cuando Rain lo vio: una brillante luz, tan intensa como el sol, resplandecía en el tope de la torre. Rain ordeno que apuntaran a ella, pero la luz se disparó hacia el cielo como un rayo. La luz bajo de los cielos, impactando en una de las torres de asedio y exploto en un enorme destello. La torre de madera se derrumbó, tumbando a todos los ballesteros que se encontraban arriba de ella al suelo. El polvo se levantó del suelo, cubriendo al resto de los soldados que se encontraban detrás de ella. Una lluvia de flechas cayó encima de ellos, matando a todos los soldados. Rain sabía ya contra quien se enfrentaba: el Arco de Thanos, La General Ciran.

Rain ordeno que un grupo avanzara en posición Testudo, donde la primera línea avanza con sus escudos enfrente de ellos y el resto los levantan evitando así, ser penetrados por flechas. Ciran no podía lanzar una flecha, pues tomaban una gran fuerza para ser lanzadas, mientras ella descansaba las balistas cargaban sus flechas para derrumbar las otras torres y arietes. Sin embargo, las rocas de los trabuquetes lograron derrumbar el techo, haciéndolo caer en el cuarto de armas más alto de la torre, matando a los soldados edenianos y atrapando a Ciran adentro. Los arqueros, al ver el avance de las tropas enemigas lanzaron sus flechas incendiaras. El suelo estaba bañado en líquidos flameables, prendiéndolos en llamas y creando una barrera de fuego. Algunos soldados se prendieron en llamas, rompiendo su formación. Las catapultas de las torres empezaron a lanzar sus largas piedras, intentado destruir las formaciones que no se detuvieron ante las llamas. Rain consiguió lo que buscaba, los soldados distrajeron a las tropas y las torres lograron llegar a las murallas, abriendo sus compuertas y dejando a los soldados del ejército imperial atacar las murallas.

Baraka tenia a sus hombres empujando los onagros hacia el campo enemigo, usando barreras de madera móviles llamadas pluteos para protegerse de las flechas. Takatas cargando escaleras que avanzaban detrás de los vagones de guerra corrieron, en un sinfín de flechas, hacia la muralla para escalarla. Algunos recibían una o dos flechas, penetrando su piel, pero continuaban avanzando o, si caían, dejándolos atrás a morir. Las catapultas de las murallas comenzaron a lanzar su carga, intentando destruir al enemigo. Los tarkatan se detuvieron y cargaron las sujas, aunque menos robustas, sus onagros tenían un alcance mucho mayor. Lanzando sus barriles de desechos hacia las murallas, todos al mismo tiempo. Los barriles volaron por los aires y estallaron al impactar el suelo de la muralla, esparciendo su contenido en llamas alrededor y soltando gases de cuerpos putrefactos que intoxicaban a los arqueros. Baraka vio la oportunidad perfecta al presenciar como los onagros daban en el blanco, ordeno que soltaran al Tormentor. Los tarkanos soltaron a la enorme bestia, que rugía mientras se soltaban las cadenas y ganchos que lo tenían prisionero. Lleno de furia por sus heridas, el Tormentor avanzo hacia la puerta, raspándose la piel al soltarse de los ganchos que tenía clavados en su espalda. Con grandes zancadas, el Tormentor hacia a un lado todo lo que estaba a su paso, pisando uno de los vagones de guerra de los tarkanos y matando a los que se encontraban dentro. Los edenianos dispararon sus balistas, logrando impactarlo, pero ni eso lo detuvo. El Tormentor llego a la puerta y con su gran fuerza la destruyo, los edenianos voltearon sus calderos, derramando aceite hirviendo en la cabeza de la bestia. La enorme creatura rugió de dolor, golpeando con sus brazos el muro.

Un paladino de capa azul y armadura oscura se lanzó desde la muralla con su escudo en su espalda y su gran espada en sus dos manos. Con la punta de su espada hacia abajo, la hoja penetro el cráneo de la bestia y con un último golpe, el paladino empujo su sable aún más adentro. El Tormentor cayó al suelo, con el paladino intacto. Baraka dio la orden de un avance total, los tarkanos dejaron sus vagones de guerra para correr hacia la puerta. El paladino levanto su puño y de los muros de la puerta se colocaron en formación varios guerreros, tapando la entrada con sus escudos y utilizando grandes lanzas para clavar a sus oponentes. Los guerreros permanecieron en posición mientras el paladino esperaba atrás de ellos.

Los arietes de Reiko habían logrado llegar a la puerta, destruyéndola con varios impactos. Los calderos fueron volteados, pero no funciono pues solo unas cuantas gotas lograron pasar el techo de los arietes. Las torres de Reiko, Baraka y Rain habían logrado llegar a las murallas, permitiéndole a los capitanes Ragnarok, Katan, Aegis y Fume conquistarlas. Karbrac soltó a los TaiGore, los cuales se abalanzaron hacia los arqueros que equipaban sus espadas para luchar, matándolos con sus filosos colmillos y garras.

Fume, uno de los capitanes que seguían a Rain junto con Katan, bajo con sus tropas a la muralla, aniquilando a todos los que se encontraban ahí. Con su enorme hacha de guerra, Fume rompía la guardia de sus oponentes con gran fuerza y los mataba con un segundo movimiento. Ragnarok, que estaba al lado de su general Reiko, bajo a la muralla y con sus dobles katanas se abría paso con cortes rápidos y letales. Karbrak y los tarkanos bajaron atrás de sus TaiGore, lanzándose contra los soldados edenianos, cortándolos y perforando su armadura. Katan y Aegis se encontraban en el suelo con el resto de las tropas. Al ver como las torres llegaban a las murallas ordenaron a sus tropas que avanzaran hacia la ciudad.

Los soldados edenianos daban una buena lucha, soportando el choque del ejército imperial o de los tarkatas. Pero cuando la segunda torre llego a la muralla se dio la orden de retirada. Algunos de los soldados que permanecían en las torres empezaban a lanzar bombas de fuego. Fume avanzo hacia la Torre de Gram con un grupo de soldados, derribando la puerta de entrada. Adentro de la torre se encontraba una escalera en espiral que subía por todos los niveles de madera, barriles, armas y otras herramientas se encontraban en las enormes torres. Fume y sus soldados empezaron a subir las escaleras, encontrando resistencia de parte de los edenianos. El capitán y sus guerreros era demasiado para ellos y con más soldados del ejército imperial subiendo la escalera, algunos de los edenianos retrocedían y subían la torre. Fume no permitiría que escapen y conquistaría esta torre, mando algunos de sus soldados a los pisos de abajo para que revisaran las prisiones en busca de soldados capturados del imperio mientras el subía y ahí se encontró con Ciran, acompañada de dos paladinos de capa roja y el resto de sus soldados. Los dos bandos entraron en combate, Fume directamente contra los dos paladinos que protegían a su capitana, la cual se encontraba algo herida por el derrumbe del techo de la torre.

Los dos paladinos se enfrentaron al capitán, el cual esquivaba los ataques de sus espadas rectas. Fume ordeno a sus soldados que se enfrentaran a los paladinos para que los distrajeran al ver como no podía contra los dos. Los paladinos lograron abrirse paso entre los soldados, esquivando sus ataques o absorbiéndolos con su elegante armadura. Fume ataco a uno de ellos con un fuerte golpe de su hacha, el paladino intento detener el ataque, pero la fuerza del capitán fue demasiada y se enterró el filo del hacha en su hombro. El otro paladino se abalanzó contra Fume, el cual lanzo sus kamas para agarrarlo por sorpresa. El paladino no se movió, confiando en que su armadura soportaría el ataque y así fue, las kamas se clavaron en su armadura, pero no la atravesaron. Fume intento sacar su hacha para atacar, pero el herido paladino no se lo permitió y sujeto su arma con ambos brazos. Fume estaba indefenso y recibió un fuerte golpe de la espada, el cual lo mando a volar, tirándolo hacia los pisos de abajo. El herido paladino se levantó y con sus dos brazos se quitó el hacha de su hombro, lanzándolo al suelo y equipando su espada en su mano izquierda.

Karbrac había logrado desorganizar al ejército edeniano con el uso de los TaiGore y sus tarkanos se abrían paso entre ellos, eliminándolos de forma rápida. Sin embargo, el segundo TaiGore, después de romper el cráneo de un desafortunado soldado edeniano con sus fauces, se corrió hacia las tropas de la horda. El TaiGore embistió a los tarkanos, tumbándolos al suelo o lanzándolos fuera de la muralla hacia el adoquinado suelo. Karbrac corrió hacia la bestia y se abalanzo contra ella. El TiaGore le dio un fuerte golpe, pero él se sujeto de sus colmillos externos y agarrando la cadena que estaba amarrada en el cuello de la bestia, logro montarla. Le tomo tiempo dominar al TaiGore, el cual luchaba por tumbar al jefe tarkano de su espalda. Karbrac estiro la cadena y obligo a que la bestia se doblara y saltara hacia los techos de las casas que se encontraban debajo de la muralla.

Karbrac, montado en el TiaGore entonces vio de cerca al paladino que había derrumbado al Tormentor detrás de su línea de soldados que impedían el paso. Karbrac obligo a la bestia a saltar hacia el suelo para enfrentarse al paladino de capa azul, un líder debido al color de sus ropajes. El TaiGore aterrizo en sus cuatro patas y soltando un fuerte rugido corrió hacia el paladino el cual permaneció de pie. Karbrac desenfundo sus guadañas, esperando que el paladino esquivara la embestida de su bestia, pero el paladino no se inmuto y sujeto su espada con sus dos manos, alzándola arriba de su cabeza. Un aura empezó a rodear la espada del paladino que cada vez se volvía más brillante y estruendosa. Karbrac no le dio importancia, pero sabía que el paladino atacaría así que cuando el TaiGore salto con sus fauces abiertas él también lo hizo. El paladino entonces realizo un corte vertical con su espada, la cual esparció su aura en fuerte ataque que corto a la mitad a la bestia y casi mata al jefe tarkano si este no hubiera saltado.

Karbrac aterrizo detrás del paladino y rápidamente lo empezó a atacar con sus guadañas, pero el paladino era bastante ágil y esquivo todos sus ataques. Los dos entonces chocaron con sus guadañas y su espada. Karbrac le rugió e intento morderlo, pero el paladino sujeto su cabeza con su mano libre y lo estrello en el suelo, tumbándolo. El paladino intento clavar su espada, pero Karbrac logró zafarse realizando un corte horizontal sobre el casco del paladino con su guadaña, rasgándolo. El Paladino quedo ciego por un segundo, fue entonces cuando varios tarkanos bajaron de la muralla para apoyar a su jefe y aprovecharon para atacarle. Sin embargo, varios soldados, con sus escudos y sus lanzas, corrieron a defender a su capitán. El paladino se quitó el casco, el cual ya no le permitía ver, revelando su rostro: lleno de cicatrices y con sus ojos completamente blancos.

La batalla duro unas horas más, pero el ejército imperial y la horda tarkana habían logrado conquistar la muralla. La Resistencia Edeniana se había retirado hacia la Fortaleza del Kahn y habían enviado a varios grupos para alcanzarlos. Karbrac y Fume habían logrado sobrevivir a su combate, pero tanto Ciran como los paladinos habían logrado escapar. Ahora que el ejército se encontraba dentro de la capital podían abastecerse de las armas y alimentos que se encontraban en los cuarteles que se encontraban en las torres. Mileena y su caravana personal entraron a la ciudad, anunciándose al pueblo como su nueva emperatriz y heredera al Kahnum. El pueblo se inclinó ante ella, al presenciar cómo sus generales habían logrado derrotar a la resistencia en cuestión de horas. La batalla había acabado y el sol empezó a asomarse por las montañas, pero la guerra apenas estaba empezando.
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Error Macross » Sab, 14 May 2016, 18:13

Excelente planteo de una batalla, me gusta todo ese contexto y las armas o elementos que diseñaste para usar en el fic. Ademas tiene muchos detallitos como que Mileena no conozca a Rain, cosa que tiene sentido en base a como se armo la historia en el MK9. Me sorprende el papel de Tanya.
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Sab, 28 May 2016, 04:47

Muchísimas gracias por tus comentarios Error Macros, me alegra que disfruten de mis escritos y les guste como va el fic. Es un proyecto que tengo y es muuuy extenso. Aqui les traigo el sexto capitulo, que trata mas sobre reptile y mileena, sus habilidades y otras cosas, espero les guste. Como siempre, la retroalimentación y critica es muy bien recibida conmigo :-D



_________________________________________

CAPITULO 6: Infiltración.

Las puertas de las ciudades estaban destruidas, las torres de los generales dañadas y algunas de las casas y calles de la ciudad estaban prendidas en llamas. Los ciudadanos se mantenían adentro de sus casas, mirando por las ventanas del último, o uniéndose en multitud con horcas, antorchas, guadañas y hoces creando conmoción por las calles y cazando a cualquier edeniano, soldado o no, que se encontrara en la ciudad para lanzarlos a las hogueras que habían construido en las plazas.

Kulan Batur, una hermosa y bella ciudad de arquitectura similar a la asiática en earthrealm, se veía arrasada por los disparos de las catapultas en las murallas de la fortaleza que se alzaban en el anaranjado cielo del atardecer. Las calles, adornadas con múltiples estatuas, fuentes y faroles eran arrasadas por las llamas de las flechas y rocas encendidas. Las casas se veían reducidas a escombros, las pagodas se derrumbaban bajo su propio peso y los puentes eran destruidos para evitar el paso.

Reiko y Rain se encontraban en el frente, luchando contra las defensas de Faran. En los días posteriores habían movilizado las catapultas y balistas de la muralla de la ciudad a las calles de la ciudad por medio de los elevadores de las torres, contando ahora con una mayor fuerza de artillería. Baraka y sus jefes tarkanos acompañaban a su emperatriz, la cual había abandonado su carruaje en las calles para unirse a la batalla. Al lado de Mileena, camuflajeado, se encontraba Reptile, los dos se infiltrarían en las puertas secretas subterráneas de la fortaleza y, cuando logren entrar, le permitirían el paso a los tarkanos.

– La entrada secreta se encuentra debajo del coliseo. – dijo Reptile, haciéndose visible. – Las torres de los generales cuentan con un sistema de caminos subterráneos que se intersectan en el coliseo y de ahí a la fortaleza.

– ¿Fue así como te infiltraste? – pregunto Mileena, quitándose el kabuto de su padre y dejándolo en su carruaje.

– No, yo escale las murallas durante la noche. No podían verme, pero ahora no es una buena idea. – Reptile, con sus escamadas manos apunto hacia el coliseo que se veía a distancia. – Iremos al coliseo, cruzando las calles y techos de la ciudad.

Un último acto de las fuerzas opositoras fue bloquear los túneles de las torres, destruyéndolos para evitar el paso. Por lo que Reptile y Mileena, junto con el resto de las fuerzas tarkanas detrás de ellos, tendrán que llegar al coliseo para poder infiltrarse.

– ¿Esperamos oposición? – pregunto Mileena, a lo que Reptile contesto asintiendo con la cabeza y haciendo un siseo con su lengua. – Perfecto, eso lo hará más divertido.

Mileena salto hacia los muros de piedra y madera de las casas de la ciudad para llegar a los techos, sujetándose con la ayuda de sus sais. Reptile, con sus poderosas piernas y agilidad superior, subió al techo con un solo salto, aterrizando con sus cuatro extremidades. Los dos observaron el camino que debían cruzar para llegar al Coliseo, un camino se formaba de los techos de las diferentes casas y edificios de la ciudad. Mileena y Reptile empezaron la carrera, saltando entre los techos de las casas, evitando a la muchedumbre que atascaba las calles.

Alejados de la distracción creada por Reiko y su ejército, lograron llegar al coliseo sin muchos problemas. Una multitud enfadada se encontraba en las calles que rodean al coliseo, intentando entrar. Al parecer unos guerreros edenianos se había resguardado adentro y, perseguidos por la multitud, cerraron todos los accesos al enorme coliseo del Kahn. Mileena vio que las entradas de arriba estaban abiertas, protegidas por algunos arqueros que observaban el perímetro. Los dos rápidamente se ocultaros de sus ojos vigilantes, mezclándose con las sombras.

– Reptile, elimina a los arqueros – dijo Mileena señalándole a los tres arqueros que se encontraban enfrente de ellos. – Que no te vean – añadió.

Reptile la volteo a ver y su figura empezó a desaparecer, mostrando solo sus brillantes ojos verdes. Con sus piernas el Sauriano se impulsó, saltando hacia las paredes del coliseo. Mileena lo seguía con la mirada, intentando no perderlo mientras él escalaba hacia el cuarto piso con sus cuatro extremidades. Reptile daba largas zancadas y, una vez en el cuarto piso, salto hacia el arquero, aterrizando sus piernas en el pecho del edeniano y rompiendo su cuello con sus dos manos. Otros dos arqueros se dieron cuenta de ello, sorprendidos al ver a su compañero con su cráneo volteado a 180 grados, y uno de ellos desenfundo su espada para combatir al Sauriano. Reptile esquivo el ataque y clavo sus grandes y afiladas garras en el pecho, atravesando el chaleco de cuero. El segundo arquero velozmente preparo una de sus flechas y apunto hacia el suariano cuya figura ya era visible. Reptile corto el cuello del primer arquero, desangrándolo, y con su enorme lengua decapito al segundo arquero antes de poder disparar. El camino estaba despejado.

Mileena y Reptile entraron al coliseo, por uno de los pasillos que llevan a las estradas más altas. De ahí pudieron ver la arena del Kahn, donde grandes guerreros combatían por su vida para entretener a su emperador y a la plebe de la ciudad que se había infectado con la sed de sangre de su Kahn, pero ahora solo era el escondite de unos cuantos soldados y caballeros edenianos los cuales cargaban diferentes contenedores y cajas repletas de armas, comida, armadura y otros materiales. Los edenianos llevaban el equipo a un pasadizo subterráneo, el cual se accedía por medio de un elevador justo debajo del trono del Kahn, que se conectaba con los otros pasadizos de las torres.

– Deberíamos eliminar a los guardias que se encuentran en el perímetro. – dijo Reptile, limpiándose su saliva acida que se escurría por sus fauces. – Así podremos atacar sin problemas.

– Yo iré por la derecha, tu ve a la izquierda. – ordeno Mileena y los dos se separaron.

Los dos iban derribando uno a uno a los arqueros, eliminándolos rápido y silenciosamente mientras el resto de los soldados, caballeros y paladinos edenianos terminaban de cargar las cosas en el elevador. Uno de los paladinos subió al trono del Kahn, que se encontraba en medio de la arena, y grito al resto de los soldados que mantuvieran guardia hasta que regresaran para llevar el ultimo cargamento. Los tres paladinos se subieron al elevador, pero antes de ser activado por uno de los soldados, una Sai atravesó su cráneo por la cavidad del ojo, matándolo inmediatamente. Los paladinos y caballeros se dieron media vuelta al ver a su compañero caer al suelo sin vida cuando una segunda Sai mato a otro de los soldados. Reptile tumbo a dos caballeros, cortándolos con sus garras en los puntos descubiertos de su armadura y bañando el rostro en acido de otro de los soldados, derritiendo su cara.

Mileena bajo a la arena y desenfundo otro par de sias de su espalda y ataco a los Paladinos, agarrándolos por sorpresa. Los paladinos trataron de defenderse, pero Mileena resulto ser más rápida, logrando desarmar a uno de ellos enterrando un sai en su brazo y matando a otro perforando el peto de su armadura múltiples veces. El paladino desarmado se enfrentó a Mileena en combate cuerpo a cuerpo, dando una ráfaga de puñetazos y patadas. La emperatriz logro defenderse de los ataques, logrando contratacar al paladino y patearlo múltiples veces. El tercer paladino tomo su espada y corrió a apoyar a su compañero con una fuerte estocada, la cual Mileena logro esquivar dando dos piruetas hacia atrás.

Reptile se manejaba solo contra los soldados y caballeros, esquivando y saltando para esquivar los ataques y contraatacando con su gran velocidad. El Sauriano se retiró para cargar una esfera de ácido la cual la lanzo contra un grupo de soldados, bañándolos en el líquido corrosivo. Uno de los soldados trató de sonar una corneta para avisar al resto, pero Reptile le lanza un escupitajo que cubre la boca y nariz del soldado, asfixiándolo.

Mileena continuaba combatiendo contra los paladinos, manejándolos fácilmente sin resultar lastimada por sus ataques. Los paladinos hacían lo mejor que podían, lanzando estocadas y diferentes cortes, pero Mileena los esquivaba con mucha acrobacia y atacaba con una gran furiosidad. Los dos edenianos trataron de rodearla para poder acorralarla, pero ella se teletransporto, desapareciendo en una nube brillante de color purpura y apareciendo detrás de uno de los paladinos y deliberando una patada al rostro del Paladino, abollando su brillante casco blanco. El paladino cayó muerto y Mileena ataco al otro guerrero, saltando y agarrando su cabeza con sus piernas y tumbándolo al suelo dando una pirueta, con el paladino caído Mileena clavo sus dos sais en el cuello del edeniano, matándolo. El coliseo ahora estaba vacío, con múltiples soldados endenianos enrojeciendo la arena. Reptile se acercó a Mileena y, tocándola con su mano en su hombro, los dos se volvieron invisibles mientras el elevador bajaba.

El elevador bajo y ahí se encontraban cinco soldados esperándolos, al no ver a nadie en el elevador los soldados desenfundaron sus armas y caminaron lentamente hacia la plataforma, llena de diferentes suministros. Los soldados no comprendían que pasaba y, antes de que se dieran cuenta, los cinco cayeron al suelo, con sus yugulares cortadas por los sais de Mileena o las garras de Reptile. Reptile le señalo con un gesto de su cabeza el camino que debían de tomar y avanzaron corriendo. Los caminos subterráneos eran largos, amplios, húmedos, pobremente iluminados con algunas antorchas y atascados de diferentes barriles, cajas y otros suministros. Los dos corrían hacia el pasillo que contenía el pasadizo secreto, deteniéndose para observar o dejar pasar a algunos guardias edenianos que hacían su ronda. Los caminos subterráneos eran como un laberinto, con diferentes pasillos y salones, algunos abarrotados de armas o prisiones y otros que contenían enormes bestias para los juegos del coliseo. Cualquiera se perdería fácilmente por aquí, a menos que tuviera conocimiento pleno de los diferentes pasillos o se cuente con un mapa. Algo que la mayoría de los soldados que caminaban vigilando estaban haciendo. Tuvieron que derribar a algunos de ellos, no podían esperar pues las hordas tarkatas esperaban su señal para entrar en el coliseo.

– Es como Reiko dijo, los edenianos se infiltraron por estos pasillos. – dijo Mileena mientras analizaba un mapa manchado de la sangre de uno de los soldados. – Tienen muy buenos espías, o hay un traidor entre nosotros.

– Deberíamos avanzar, la puerta ya no queda lejos. – dijo Reptile mirando hacia el final del pasillo del que se encontraban.

– Ahora empiezo a comprender más a mi padre. – Mileena empezó a limpiar la sangre de sus sais mientras hablaba. – ¿Quién conoce la entrada secreta? – pregunto Mileena en una voz tranquila pero fuerte.

– Solo los generales y algunos capitanes. – Respondió Reptile, contando a las personas con sus dedos. – Tambien Baraka y yo.

– Reiko es el último de los Generales del Kahn. – Mileena parecía sospechar de sus capitanes, tal vez incluso de su general. – Y yo mate a uno de esos capitanes.

Reptile menciono los nombres de los capitanes que tenían conocimiento de las puertas, solo tres de los diez tenían acceso y pleno conocimiento de la entrada: Hatchiman, Eygel y Ragnarok. De los jefes tarkanos solo lo sabían los más cercanos al Kahn: Baraka y Karbrac. En otros que conocían esta entrada eran los guerreros de más confianza de Shao Kahn, los cuales lo incluían a él e incluso su bastarda: Kitana, la cual era su asesina más letal.

– Los tarkanos jamás se atreverían a traicionar al Kahn, menos por la basura Edeniana. –

Mileena sabía muy bien cómo se comportaban los mutantes, los nómadas siempre han servido a quienes son más fuertes que ellos. Shao Kahn les ofrecía lo necesario para sobrevivir y expandir sus territorios, permitiéndoles devorar villas enteras. Su padre había salvado a los tarkanos de los páramos áridos de los que provenían, cerca del Desierto Dorado. Los edenianos no tenían nada que ofrecerles y usualmente creen que los tarkanos no son más que bestias salvajes, incapaces de usar el cerebro. En cambio, los capitanes le dieron problemas a ella en el principio. Hatchiman se rehusó a servirle al igual que Eygel, Ragnarok nunca hizo un comentario. Los capitanes podrían haber apoyado a la resistencia con conocimientos, infiltrando por los túneles que poseen tan poca defensa y alarmas. Aun así, no podrían pasar con tantos hombres y un solo espía o grupo de espías y asesinos que logre abrirles las puertas y desactivar las defensas sería un gran riesgo.

– Pero no podrían, todos ellos estaban en Earthrealm… al igual que tu ¿verdad? – Mileena desenfundo una de sus sais y la coloco justo en el cuello de Reptile. – Jamás hubieran tenido el tiempo de informar a la Resistencia, mucho menos burlar a la guardia de la fortaleza. A menos que tuvieran a un Sauriano capaz de pasar desapercibido.

– Yo serví al Kahn durante años, desde antes de la conquista de Edenia. – Reptile dio un paso adelante, haciendo un lado el Sai de Mileena. – Lo que sugieres es una burla hacia mi lealtad.

– ¡Yo soy la nueva Kahnum! – grito Mileena a Reptile, amenazándolo. – Y si descubro que alguno de los que me sirven me han traicionado les cortare la cabeza, pues todos ustedes me pertenecen.

– Tú no eres tu padre. – las palabras de Reptile empezaban a enfurecer a Mileena. – No posees la fuerza del Kahn, no todavía.

– Eso llegara a su tiempo, y cuando lo haga más te vale inclinarte para besarme mis botas.

Mileena avanzo directo hacia una estatua de Shao Kahn con una vasija de piedra en sus pies. Reptile avanzo detrás de ella, sin perderle los ojos de encima, temiendo que la heredera al Kahnum lo atacara sorpresivamente. Los dos se detuvieron y observaron la estatua de pies a cabeza, analizándola. Reptile le dijo que debía colocar su mano en la vasija y derramar unas gotas de sangre, entregando su sangre y servicio al Kahn. Mileena así lo hizo, cortándose la palma de su mano con una de sus sais, la estatua reacciono ante la sangre, partiéndose por la mitad. Un mecanismo mágico se activó, separando la estatua y desplazando una pared hacia arriba y mostrando un pasillo hacia una sala iluminada por varias antorchas y estatuas de los generales del Kahn. Adentro de la sala, los esperaban la guardia de seido, acompañada de su comandante: Veltaz.
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Hares
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Sab, 04 Jun 2016, 03:01

Hola a todos, aquí les traigo el capitulo numero 7. Quería que el capitulo 7 y 8 fueran el mismo, pero como juntaría los eventos que ocurren en las Catacumbas de Sangre y los Archivos del Kahn, no encontré la narrativa adecuada para contar dos historias que ocurren al mismo tiempo.

Sin mas preambulos, espero les guste este nuevo capitulo. Como podrán ir viendo, sera un fic largo y espero terminar todo esta "etapa" del Outworld en el capitulo 10. Saludos y, como siempre, la retroalimentación es bienvenida.

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CAPITULO 7: El Archivo del Kahn.

Tanya se encontraban caminando por los pasillos de la fortaleza acompañada de su guardia personal y Faran. Los enormes vitrales pintaban sus relucientes colores en el suelo mientras los dos se dirigían hacia una gran puerta vigilada varios soldados y caballeros edenianos. En la puerta los esperaba otro de los capitanes de la resistencia: Kana. Kana era una mujer alta y musculosa, usando un set completo de la armadura de la Orden de los Caballeros Sagrados de Argus, una orden bendecida por el antiguo Dios protector de Edenia que tomaron el manto de proteger a su reino cuando su Dios desapareció. Su armadura era unica entre el resto de la orden, su casco tenía la forma de la cabeza de un león y contaba con un largo penacho rojo. La armadura también contaba con una mayor protección por la larga escarcela que tenía a sus costados y en su espalda. Todo cubierto en un brillante dorado que hacía a su armadura resplandecer con la luz del sol.
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– Tanya. – Kana hizo una informal reverencia, colocando su mano derecha en su corazón, como si realmente no quisiera mostrar el respeto que debería mostrar. – Esperamos sus órdenes.

– No perdamos más el tiempo ¿quieres? – dijo Tanya, colocando una de sus manos en su cintura. Kana expreso disgusto ante su presencia, como si realmente no la respetara. – ¿Tu equipo ya está listo?

– La Orden esta lista, tenemos ya a varios hombres dentro de los Archivos.

– Nuestros espías encontraron un escrito que menciona el libro que buscamos, un análisis hecho por Shang Tsung y los Sacerdotes Oscuros. – Tanya le dio el pergamino, desenrollándolo. – Se encuentra en lo más profundo del Archivo, más allá del Laboratorio del Hechicero (Flesh Pits).

– Entendido, mis guerreros entraran ahora. – dijo mientras dio otra forzada reverencia y dándose media vuelta.

Kana parecía mostrar su respeto por obligación. Ella parecía no confiar en la Líder de la Resistencia. Tanya, en cambio, no mostraba el mismo respeto a una capitana de la Orden Sagrada de Argus. Los consideraba inferiores pues ella sabía que no responden ante la Líder de la Resistencia, lo único que comparten es el mismo objetivo: salvara a Edenia, pero los métodos difieren. Faran notaba esto, a un kilómetro de distancia. Últimamente las relaciones entre ambos grupos han sido, molestas por decir poco.

– ¿Qué harás ahora Faran? – pregunto Tanya mientras caminaba de regreso por el pasillo.

– Un grupo de soldados y caballeros entraran a los Calabozos de Sangre a llevarse el cuerpo. – la voz de Faran se agravo más cuando se colocó su yelmo. – Iré apoyar a nuestros hombres y mujeres en las murallas, Reiko y sus hombres han iniciado su ataque.

– Se nos está acabando el tiempo. – Tanya se detuvo en el pasillo. Faran siguió avanzando, pero se detuvo para ver a Tanya. – No me falles Faran, ya sabes que pasara si eso sucede.

Tanya continúo caminado. Su cabello corto y negro se movía al ritmo de sus pasos, que retumbaban por todo el pasillo. Tanya paso al lado de Faran sin voltearlo a ver y a tras de ella lo seguía su guardia personal. Faran se fue por otro camino, reuniéndose con sus hombres que lo esperaban para ir a combatir.

Kana y sus hombres abandonaron la fortaleza, cruzando por la puerta hacia un puente que lleva a las tres torres que componen el archivo. El enorme puente contaba con varias estatuas a los costados, representando a los hechiceros del archivo y, debido a su altura, se podía ver los patios traseros de la Fortaleza, las chimeneas de la fundidora que se encontraba debajo y los puestos de armada. En corto, el archivo era el punto más alto de la Fortaleza. El sol empezaba a mostrarse por las montañas y a lo lejos se escuchaba los gritos de guerra, Reiko había comenzado su ataque y eso significaba que debían apurarse.

Al fondo se encontraba la entrada a la primera torre, construida encima de una montaña a partir de roca, con varias ventanas y decorada en un estilo barroco, un estilo que se diferenciaba del resto de la fortaleza. El Archivo era una enorme biblioteca y estudio, ubicada en las torres más altas de la Fortaleza. Una compleja estructura, con diferentes niveles, escaleras oblicuas que llevan a diferentes áreas y azoteas, salas y columnas de libreros llenos de diferentes pergaminos y libros. Usada por Shang Tsung y los hechiceros del Kahn, aquí el conquistador guardaba los secretos más grandes de los mundos y reinos que conquistaba, todo su conocimientos e investigaciones en las artes oscuras, el control de alma y creación de diferentes criaturas a partir de la magia.

Kana y sus soldados ya habían entrado, enfrentándose a algunos hechiceros que protegían el contenido del enorme Archivo. Los hechiceros, usando largas, decoradas y oscuras túnicas moradas y tiaras triangulares del mismo color. Algunos guardias de la fortaleza también se encontraban dentro del archivo, combatiendo contra la orden de Kana. La orden de caballeros usaba los libreros para protegerse de la magia de los hechiceros mientras avanzaban hacia la torre más alta, con el apoyo de algunos arqueros y de sus propios hechiceros lograban luchar contra ellos a distancia. Los caballeros de la orden lograron subir a los niveles más alto, esquivando la ráfaga de proyectiles que les lanzaban varios hechiceros. Los primeros en subir fueron los arqueros, pues los hechiceros se encontraban dispersos por toda la biblioteca, y dispararon sus flechas, para cubrirlos mientras continuaban avanzando. Los soldados se enfrentaban en un combate de cuerpo a cuerpo contra la guardia de la fortaleza y poco a poco iban ganando terreno.
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Los hechiceros se retiraron y la orden pudo tomar un descanso para cuidar a sus heridos y analizar su situación. Kana ordeno que los arqueros subieran a los puntos más altos acompañados de algunos soldados mientras llevaban al centro a la mayoría de los heridos al igual que un grupo de reconocimiento avanzaran hacia las siguientes torres para analizar el terreno de más adelante.

– Kana. – un hombre usando ropajes oscuros, una túnica con una lisa armadura de cuero negro en el pecho, una capucha y mascara que cubrían su rostro menciono el nombre de la guerrera detrás de ella.

– Alken. – Kana se dio media vuelta y coloco el pomo de su enorme lanza cruzada en el suelo. – Pensé que tu grupo ya se había retirado.

– Envié solo a dos de mis guerreros a darle la noticia a nuestra señora Tanya. – Alken se quitó la capucha y bajo la máscara, mostrando su suave y joven rostro. – El resto nos quedamos investigando ese sector del Archivo.

– ¿El resto de tu grupo está contigo entonces? – Kana le hizo una seña para que lo acompañaran a la salida de la primera torre. – Necesito a alguien que conozca bien el camino a donde necesitamos llegar.

– Creo que habías dicho que no te gustaba fraternizar con la Resistencia Edeniana. –

– No apoyo las ideas de Tanya. – Kana continuaba caminando, sin voltear a ver a Alken que caminaba detrás de ella. – Yo seguía a su padre y la orden trabajaba hombro con hombro para liberar a Edenia. Sin embargo, los tiempos han cambiado, la Resistencia ya no es lo que solía ser.

– Cuidado con las palabras que eliges Kana. – Alken se detuvo, apuntando a Kana con su dedo índice. – Nosotros somos leales a los ideales de Thanos y su hija, Tanya es nuestra líder y si te interpones en su camino, te interpones al camino de toda Edenia.

– Edenianos peleándose entre sí ¿ese es el futuro de nuestra amada Edenia? – Kana se detuvo ante la puerta que lleva hacia las azoteas de la primera torre. – ¿Sabes que yo misma fui la que ofreció nuestros servicios a Tanya? Nosotros somos voluntarios, pero ya no más después de esto.

– Por eso la gente todavía respetaba a tu orden, Argus nos abandonó hace mucho tiempo y ustedes también. Dejar a la Resistencia es dejar a Edenia. –

– Mi misión es proteger y rescatar a Edenia – Kana se dio media vuelta, parecía ofendida por las palabras de Alken. – Esa es la misión de Argus y de toda la orden. –

– Los Dioses no hicieron nada para protegernos. Es hora de que te des cuenta que Edenia les pertenece a sus habitantes, no a los Dioses. –

– Hereje. El pueblo de Edenia abandono primero a los dioses, antes que ellos a su pueblo. – Kana se retiró, dejando a Alken atrás.
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El grupo de Kana salía por las ventanas de la primera torre para salir a la azotea y de ahí llegar a las de la tercera torre, ahorrándose camino. El camino era amplio, pero seguro, sin hechiceros ni soldados del imperio. Los soldados subían unas escaleras de metal para poder llegar a las azoteas de la tercera torre, cruzando los techos de teja y llegando a los primeros pisos de la última y más alta de las torres. Ahí los esperaban la última resistencia de los hechiceros, los cuales habían creado diferentes trampas mágicas e invocado algunas criaturas elementales. Los guerreros de la orden, sin embargo, los agarraron por sorpresa y obtuvieron una pequeña ventaja gracias a eso, dominando por largo tiempo el terreno. Arken y sus asesinos no se unieron a Kana y su Orden, se quedaron atrás pero no abandonaron el archivo.

La Orden de los Caballeros Sagrados de Argus resulto victoriosa, logrando alejar o eliminar a los hechiceros y guerreros del Archivo. Aseguraron las puertas para evitar que los que todavía estaban en la segunda torre los atacara. Aun así, algunos hechiceros lograban penetrar sus defensas por medio de tele-transportación, pero la orden lograba lidiar rápidamente con ellos. En poco tiempo, el archivo era suyo y Kana avanzo con sus caballeros de élite hacia la bodega donde se encontraba los pergaminos que buscaban. Cuando los hechiceros de la orden lograron destruir el hechizo que protegía a la puerta de la bodega, Kana y sus caballeros entraron.

La bodega era amplia y contaba con dos pisos unidos por una escalera de caracol. La bodega era iluminada por un tragaluz que se encontraba en el techo y candelabros de piso. Todas las paredes de la bodega contenían pergaminos o libros, ordenados delicadamente en los libreros. En el centro del primer piso se encontraba un enorme talismán verde sobre un pedestal y protegido por una tapa vidrio. Kana y sus hombres lo ignoraron y subieron al segundo piso que contaba con un estudio y diferentes herramientas de laboratorio. Los caballeros empezaron a saquear la bóveda del archivo.

Los pergaminos estaban escritos con la letra del Shang Tsung, el hechicero más importante del Kahn, y formaban parte de un estudio completo sobre las almas, sus transmutaciones, y otras aplicaciones. Los pergaminos eran de la más grande calidad y estaban hechos de tal forma que duraran décadas sin algún deterioro, contaba con los rituales y procedimientos necesarios para poder aprender a manipular las almas y usarlas como fuente de poder o control. Kana no lograba comprender la mayoría de los procedimientos que se involucraban, lo que le hacía cuestionarse aún más que es lo que Tanya buscaba lograr con ellos. Kana le dio el pergamino que estaba leyendo a sus caballeros, cuando observo un libro con una funda muy peculiar que uno de sus caballeros había tomado para llevárselo. Kana le pidió que se lo entregara y este se lo entrego sin dudarlo, la funda era rasposa, áspera y completamente negra. El libro estaba sellado y no parecía tener alguna cerradura visible, Kana leyó el título de dicho libro: Necromancia, tomo de las Artes Oscuras. Kana le pregunto a su caballero si este libro era necesario llevárselo, y este asintió, era de los más importantes. Kana se dio media vuelta, dándole la espalda y dejo el libro en el escritorio.

– Este tomo pertenece a la Hermandad de las Sombras, el culto oscuro al Dios Caído Shinnok, señor de la Necromancia y la muerte. – Kana observo sus manos, sentía como si con solo tocarlo sus manos y armadura empezara a corroerse. – Tengo un mal presentimiento ¿Por qué Tanya necesita algo tan oscuro y vil como esto? Déjalo todo aquí, cierren las puertas. Es hora de irnos.

– No estas cumpliendo con tu misión Kana. – Una vos familiar se escuchó detrás de ella y sintió como el filo de un sable se acercaba a su cuello. – Nos llevaremos todo lo que han recolectado tus hombres.

Kana dio media vuelta y vio a uno de sus caballeros, pero sabía que debajo de esa dorada armadura se encontraba Alken, el asesino y espía de Tanya. Todos los caballeros desenfundaron sus espadas y sables, algunos incluso invocaron sus poderes mágicos, iluminando sus manos en un arcoíris de colores relucientes o llamas intensas. Sin embargo, algunos de estos caballeros, hombres y mujeres, apuntaron la punta de sus espadas y sables entre ellos.

– ¿Qué has hecho con mi caballero sucio ladrón? – Kana estaba furiosa y se podía notar en su rostro y tono de voz.

– Tanya estaba en lo correcto en sospechar de ti y tu orden ¿y te atreves a llamarme a mi sucio? – Alken ordeno a uno de los caballeros que cargaran con los pergaminos que habían recolectado.

– ¿Qué has hecho con mis caballeros? – Kana parecía comenzar a perder la paciencia, pues no estaba de humor para jugar los juegos de Alken y Tanya.

– Ellos se encuentran bien, pero no lo estarán si no cooperas y terminas tu misión.

– Es la segunda vez que me amenazas, ni tu ni Tanya se saldrán con la suya. – Kana dio un paso adelante y Alken coloco el filo de su sable curvo en su cuello, rozándolo y cortándolo superficialmente. – No sé qué planean, pero esto termina aquí y ahora.

– Pero si esto esta apenas empezando, este día es el primero en la resurrección de Edenia. – Algunos de los asesinos de Alken que usaban la armadura de la orden empezaron a salir de la bodega, cargando los pergaminos. – No permitiré que tu o nadie logre que alcancemos la paz que tanto hemos deseado.

– Es una declaración de guerra entonces.

Kana, veloz como un rayo, tomo el brazo de Alken que sujetaba el sable y con un fuerte golpe en el pecho, Alken golpeo de espaldas contra uno de los libreros. El resto de los caballeros que seguían en la bodega empezaron atacarse entre ellos, usando tanto sus sables como su magia. La armadura de la orden protegió a Alken del fuerte impacto, pero antes de recobrarse Kana ya había tomado su lanza cruzada y se preparaba para clavársela para matarlo. Alken logro esquivar el ataque por poco, pero Kana lo había previsto y logro conectar una fuerte patada que lanzo a Alken del segundo piso al primero. El asesino encubierto en la armadura cayo en seco, lastimándose sus piernas y brazos, pero rodo justo a tiempo para cuando Kana salto del segundo piso con el filo de su lanza apuntando hacia abajo. Alken se puso de pie, pero en eso tumbo el pedestal que sujetaba el gran talismán verde. La tapa de vidrio que lo cubría cayo y se rompió, pero el talismán permaneció en el aire, flotando y emitiendo unas extrañas pulsaciones. El talismán empezó a elevarse y la energía que desprendía de él era cada vez más fuerte hasta que una onda expansiva tumbo a todos los que estaban en la bodega al suelo. Alken se levantó, aprovechando que todos estaban caídos en el suelo y corrió, Kana se puso de pie para interceptarlo, pero una extraña aura verde la sujeto, impidiéndole moverse. Kana volteo arriba, hacia donde estaba el talismán, pero ahora se encontraba en la mano de una persona cubierta en vendas ya desgastadas de color negro. Partes de su rostro estaban descubiertos, mostrando su piel en descomposición, sus dientes putrefactos y sus ojos de color verde. La extraña persona entonces hablo, pero su voz era como la de miles de almas y personas en sufrimiento, cuyos gritos podían erizar la piel de cualquiera: Nosotros somos Ermac.
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Hares
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Re: MKX: Una nueva historia.

Mensaje por Hares » Jue, 09 Jun 2016, 06:29

Hola a todos. Les traigo el capitulo numero ocho, como les había dicho esto trata sobre las catacumbas de sangre que tanto he mencionado en mi fanfic. Un lugar que no existe en el lore de MK, sin embargo fue inspirado por la "tumba de shao kahn" en la Krypta de MKX. Este lugar tiene una conexión muy grande con el pasado del ahora fallecido Emperador de Outworld. Sabemos que conquisto reinos como Zaterra, Edenia, el reino Osh-Tekk y el de los vampiros al igual que enveneno a Onaga. Sin embargo no conocemos mucho mas alla de eso. ¿Podrá este lugar decirnos que es lo que ocurrió entre la conquista de Shao Kahn de Outworld y luego su conquista a otros reinos? Quien sabe, pero si se ocultan grandes secretos en estas tumbas. Espero disfruten de este nuevo capitulo y les aseguro que en el capitulo 9 y 10 volveremos con Mileena y Reptile, con Reiko y Rain, con Baraka y Karbrac al igual que Tany, Faran, Ermac y Kana.


CAPÍTULO 8: Catacumbas de Sangre.


En lo más profundo de la fortaleza, se encontraba un sistema de drenajes donde se tiraban los restos de los experimentos de Shang Tsung en su laboratorio. El líquido que se encuentra en las albercas y drenajes es un ácido corrosivo que era utilizado por el hechicero y el Kahn para torturar y matar a sus enemigos por medio de sus ejecutores. Más allá, cruzando el pozo de ácido, se encuentra la entrada a las Catacumbas de sangre. Ahí residen las tumbas de los Generales Wyn y Gram, al igual que las tumbas de otros guerreros del ejército del imperio. Sin embargo, las catacumbas tienen unos canales donde fluye sangre, sangre de criaturas creadas en los pozos de sangre de Shang Tsung que lograron escapar y tomaron residencia ahí. Por ello, las catacumbas han permanecido selladas desde hace mucho tiempo, protegidas por una criatura mágica y sepultureros, hombres que usan una larga túnica negra y una lámpara de mano, que vigilan y cuidan las tumbas, asegurándose de que las bestias no escapen y que nadie entre.

Un grupo de soldados y caballeros, al igual que tres paladinos y entre ellos, el guerrero de capa azul que mato al Tormento en la muralla de la ciudad. El paladino cargaba con su casco en sus brazos, por lo que tenía su cara al descubierto. Su cabello era negro y largo, llegando hasta sus hombros, sus ojos eran completamente blandos y debido a ello su espada y manos emitían un aura azul. Su cara estaba demacrada por varias cicatrices, demostrando que ha perdurado durante muchos combates. El guerrero lideraba al grupo, el cual ya había entrado por los pozos de ácido y eliminado a varios de los ejecutores que se encontraban ahí.

– El grupo ha llegado a la entrada de las catacumbas señor. – dijo uno de los caballeros al guerrero de capa azul. – Esperamos su llamado Lord Zelot.

El paladino que respondía por el nombre de Zelot levanto una de sus manos, el caballero entendió y dio la orden de avanzar, cruzando la gran alberca de ácido que se encontraba delante de ellos. El pasillo era pequeño y no todos podían cruzar, arriba de ellos se encontraban varios ganchos en cadenas donde se clavaban a los enemigos del kahn para bajarlos al acido, quemando su piel y músculos. En el ácido se veían flotar los cuerpos sin piel ni musculo de algunos ejecutores y de los prisioneros de la fortaleza, flotando en la alberca. Los soldados cruzaron, llegando hasta una pared que contaba con dos grandes estatuas, una a cada lado. Los edenianos lograron espantar a los ejecutores y algunos de los soldados de la guardia de la fortaleza y abrieron la enorme puerta hacia las catacumbas.

La entrada era oscura, muy pobremente iluminado por algunas antorchas prendidas que actuaban más como un faro que guía a una embarcación a un punto seguro que a una lámpara que te muestra el camino frente a ti. Las catacumbas eran bastante amplias y profundas, contaba con enormes paredes de piedra donde se guardaban varios sarcófagos que formaban una especie de laberinto y gruesos pilares del mismo tamaño que sujetaban el techo de piedra arriba de ellos. Las catacumbas fueron construidas de forma subterránea y formaban parte de los cimientos de la fortaleza. Huesos de diferentes tamaños y de diferentes criaturas “decoraban” el suelo y pequeños cañales de sangre se encontraban en los costados del camino. Dichos canales a veces crecían, y caían a los pisos de abajo, bañando de sangre las paredes de abajo. Los soldados caminaron, cruzando las primeras tumbas, con algunos sarcófagos abiertos y otros completamente cerrados. Llegaron a unas escaleras, iluminandose con sus propias antorchas, y abajo se encontraba una plaza, completa con todo y una fuente de agua color rojo. Los soldados bajaron las escaleras y se juntaron en la plaza para discutir el camino que usarían para llegar a su destino.

– La Orden de los Caballeros Sagrados de Argus se encuentra en el archivo, buscando los pergaminos que requerimos. – dijo uno de los caballeros al resto del grupo. – Es nuestro trabajo sacar el cuerpo de su tumba y llevárselo para poder usar dichos pergaminos, uno no nos sirve sin el otro.

Los hombres y mujeres de Zelot avanzaron con sus alabardas, espadas y escudos en mano. Al frente, en medio y detrás se encontraban varios guardias con antorchas iluminando sus alrededores, los hombres equipados con alabarda iban al frente y por atrás, vigilando su retaguardia por si alguno de los monstruos o los sepultureros mientras los soldados y caballeros con espada se encontraban en el centro.

Los pasillos de las catacumbas se volvían cada vez más estrechos y se multiplicaban, haciendo más confuso el laberinto. El grupo se dividió en cuatro, tomando un camino diferente cada uno, y cada pasillo llevaba a un cuarto abierto diferente que se encontraba debajo de unas escaleras. Cuando llegaron al cuarto abierto, de los pozos de sangre empezaron a salir monstruos bípedos, cubiertos de sangre y con mandíbulas deformes y enormes garras. Los monstruos salieron arrastrándose por el suelo y luego se pusieron de pie, rugiendo y escupiendo sangre. Los ataúdes de piedra se abrieron y de ahí otras criaturas aparecieron, con su piel cayéndose de sus huesos y aun portando su armadura, que se caía en pedazos, y portando sus sables en sus dos manos. Los experimentos que había hecho Shang Tsung con los guerreros del imperio los había vuelto salvajes monstruos.

Los soldados lucharon contra los monstruos, que saltaban y escalaban las paredes y techos para escapar o atacar, aprovechando su superioridad en el manejo del terreno. Con el apoyo de algunos caballeros lograron derrotarlos, pero cada vez salían más de los canales de sangre y de los agujeros en las paredes. Zelot hizo una seña de retirada a su segundo al mando, quien grito la orden a su grupo de retirarse de la batalla y avanzar hacia adelante. Así lo hicieron y los caballeros y guerreros corrieron hacia la salida más cercanas mientras las alabardas se quedaban atrás para permitir la retirada.

Los guerreros de Zelot llegaron a un largo puente que atravesaba un enorme vacío del cual se podían ver otros puentes y largas escaleras que cruzaban el enorme radio del cilindro en el que se encontraban. Los guerreros continuaron avanzando sin problema, pues el puente era amplio. Sin embargo, los esperaban los guardianes de las catacumbas: los Sepultureros. Sus túnicas estaban rasgadas, viejas y llenas de polvo, mostrando su decrépito cuerpo. Parecían más criaturas o monstruos que Outworlders. Los Sepultureros activaron una palanca, la cual empezó a mover unos enormes engranajes que formaban un sistema dentro de las catacumbas. Los soldados de hasta atrás pudieron ver en primera mano lo que ocurría, del techo cayó una enorme piedra esférica que comenzó a rodar hacia ellos, aplastando a los monstruos que se encontraban en su camino. Al mismo tiempo, del otro extremo del puente, se empezaba a cerrar la salida con un muro de roca. Los guerreros emprendieron una larga carrera, pero la salida se cello y la enorme roca giraba a gran velocidad hacia ellos mientras algunos de los sepultureros les disparaban esferas de fuego desde sus lámparas y virotes desde sus ballestas.

Los soldados estaban perdidos, levantaban sus escudos para protegerse de las llamas de fuego y los virotes. Sin embargo, con el camino bloqueado, la enorme piedra los tumbaría al vacío o los aplastaria. Pero Zelot, haciéndoles una seña a sus guerreros de que lo dejaran pasar y lo cubrieran, avanzó cargando su espada con la misma aura mística. Zelot permaneció cubierto por los soldados de sus hombres hasta que el aura se volvió completamente azul, como una flama que arde con gran intensidad. Cuando la roca había llegado a la mitad del puente, solo a unos cuantos metros de distancia de él, Zelot lanzó su espada como una lanza directo a la roca. La espada se enterró por completo en la roca y expulsó su energía, destruyendola en múltiples pedazos y salvando a su grupo. Ahora salvados su equipo se llenó de moral y empezó a responder al ataque de los sepultureros, pero no pasó mucho tiempo hasta que un grupo de los soldados que se habían separado se enfrentara a ellos, eliminandolos y desactivando la trampa para que pudieran salir.

Los cuatro grupos terminaron reuniéndose en la parte más profunda de las catacumbas donde ya no había rastro de los sepultureros y solo era habitado por enormes arácnidos, monstruos cada vez más desfigurados y cada vez más cercanos a su objetivo. Un rio subterraneo brotaba por las paredes, formando grandes cascadas que caían por el vacío y lo llenaban de agua. En el centro del fondo se encontraba una pequeña capilla con una desfigurada fachada y con sus pilares destruidos o a punto de colapsar. Solo un grupo de caballeros y hechiceros, acompañados por su líder Zelot entraron a la capilla. En el fondo se encontraba una descuidada estatua de una persona equipada con una pesada y extraña armadura al igual que una enorme espada con un largo mango, similar al de una lanza. La estatua al centro era acompañada por otras dos estatuas de menor tamaño, pero igual impresionantes. Estas estatuas eran de los Generales Wyn y Gram, las tres usaban un kabuto muy similar al de Shao Kahn.
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Zelot y sus hombres caminaron hasta el altar, donde se encontraba una vasija de piedra. Zelot saco de uno de sus bolsillos un pequeño frasco o ampolleta llena de sangre. Zelot la abrió y virtio la sangre en la vasija. El altar se movió hacia atrás, mostrando unas escaleras que llevaban incluso a un lugar más profundo y oscuro. Los edenianos bajaron con sus antorchas prendidas y encendiendo aquellas que servían para iluminar la tumba de los generales del Kahn, tres tumbas se encontraban ahí presentes y rodeadas por un enorme pozo de sangre. Zelot y sus hombres cruzaron el pozo de la sangre lentamente, pues la sangre casi les llegaba hasta sus hombros, y abrieron el cofre del centro. Saquearon la tumba, cargando entre casi siete personas el cuerpo de una enorme persona cubierta con finas telas y una vendas por todo su cuerpo.

– Es él, el general sin nombre. – dijo uno de los caballeros a Zelot. – Todavía lleva su legendaria armadura puesta.

La discusión entre los dos fue interrumpida, pues uno de los que cargaba el pesado cuerpo menciono el nombre de Zelot con un profundo miedo. Burbujas brotaban del pozo de sangre y avanzaban a su dirección. Pronto se pudo notar como algo caminaba sumergido por el pozo y surgía de él, mostrando primero su cabeza y después el resto de su cuerpo. Con su cuerpo cubierto al cien por ciento de sangre, la persona que avanzaba hacia ellos mostraba la figura de una esbelta mujer que iba armada con un par de kodachis en sus manos. La sangre se iba derramando haci el suelo una vez ella salió del pozo, pero aun cubría el resto de su cuerpo en una gran medida. Los caballeros, también bañados en sangre, dejaron el cuerpo en el suelo y desenfundaron sus armas.

– Ustedes no son bienvenidos aquí. – la voz de la mujer era como un intenso eco, que rebotaba en los oídos de sus enemigos.

– ¿Quién eres tú? – preguntó el caballero al lado de Zelot, impresionado que existiera una criatura en las catacumbas capaz de hablar y razonar – ¿Que eres tú?

– Soy el último recurso del Kahn, creada a partir de la sangre derramada en múltiples batallas. – la sangre que cubría su cuerpo empezó a desplazarse a sus pequeñas espadas, formando dos katanas. – Hace tiempo que el Kahn no me despertaba, serviré a mi señor ¿dónde está mi señor?

– Hombres, prepárense. – el caballero desenfundo su espada al ver cómo la criatura usaba la sangre para crear sus sables. – Tu creador y señor ya no existe, ha perecido.

– Mi señor ¿perecer? – la criatura cubierta de sangre parecía confundida, mareada y despistada. – Imposible, Shao Kahn jamás ha sido derrotado en combate.

– Ultima advertencia. – Zelot avanzó al frente sin hacer ruido alguno mientras su caballero hablaba. Como siempre, Zelot ponia la seguridad de su grupo como su prioridad. – Dejanos ir o tu sangre será derramada.

– ¿Mi sangre? ¿Mi señor? He estado tanto tiempo dormida, ustedes me despertaron. – La voz de la criatura se volvió cada vez más fuerte, el eco cada vez más grave y duradero. – Eliminar a los enemigos del Kahn, incluso si son sus generales… incluso si es su único heredero. Proteger su tumba. Mi señor ¡mi sangre está a su disposición!

La criatura alzó sus brazos y del pozo de sangre se formaron múltiples tentáculos similares a un enorme ciempiés. Los tentáculos atacaron a los caballeros detrás de Zelot, el cual no pudo hacer nada pues estos los atravesaron y los arrastraron al pozo de sangre. Zelot, tuve que defenderse a si mismo, pero al ver como cada uno de sus caballeros era arrastrando al pozo sin que pudieran liberarse, el paladino pronunció una palabra con gran fuerza y por primera vez: !NO¡


La criatura se abalanzó contra el paladino, dejando un rastro de sangre por el aire y mostrando su piel y armas. Sin embargo Zelot detuvo el ataque con su espada y repelo a la criatura al empujarla al otro extremo. La sangre que formaba las katanas de la criatura era fuerte y afilada como el de cualquier sable, ella continuó sus brutales ataques los cuales Zelot lograba detener con eficiencia. Sin embargo, la criatura lograba controlar la sangre a su alrededor para crear tentáculos y atacar al paladino. A largo plazo, era demasiado para Zelot y no pudo detener el ataque de la criatura cuando uno de los tentáculos sujeto su espada. Los sables de sangre atravesaron su pecho y lentamente sentía como su sangre era absorbida por ellos.

– Tu sangre le pertenece al Kahn ahora. – La criatura empezó a crear mas tentáculos para que sujetaran las piernas del paladino mientras ella absorbía su sangre. – Tú eres especial, tu sangre me hará más fuerte.

– El Kahn ya no existe criatura. – La espada y armadura del paladino empezaron a brillar con la misma aura mística de antes. – Y pronto tu tampoco.

Zelot expulsó su energía. Destruyendo los tentáculos que lo retenían y empujando a la criatura de regreso al pozo de sangre. Zelot cayó en sus rodillas, herido de gravedad y escupiendo sangre por su boca, manchando el helmo por adentro. Gritó a sus caballeros de afuera por ayuda y todo el grupo bajó hacia donde se encontraba, rodeando el pozo de sangre. Sus hombres vieron como Zelot yacía en el centro del pozo, herido y sin ninguno de sus caballeros que bajaron con él acompañandole. El resto de los edenianos intentaron ir a ayudarlo, pero antes de que entraran al pozo Zelot les grito que se detuvieran pues la criatura se ocultaba sumergida en la sangre. Sus hombres no cruzaron, anonadados de que su líder les hablara. Zelot miro a su alrededor, tratando de visualizaro donde se encontraba su oponente.

La criatura apareció detrás de Zelot, resurgiendo del pozo de sangre, y clavó sus kodachis en su espalda. El paladino no pudo reaccionar a tiempo y la criatura tomó ventaja de eso. Los soldados y caballeros restantes empezaron a cruzar el pozo de sangre para ayudarlo, pero ocurrió lo que Zelot temía: tentáculos fueron creados a partir de la sangre y empezaron a matar a sus compañeros en armas.

La criatura realizó una marometa hacia el frente, cargando a Zelot en sus espaldas y luego pateandolo con sus piernas hacia el aire. El paladino aterrizó de cabeza, gravemente herido. Sin piedad alguna, la criatura lo atacó con una infinidad de cortes, golpes y patadas. Zelot no tenia oportunidad de ganar con heridas tan profundas y su energía agotada. El edeniano terminó en el suelo de nuevo, derrotado. Pero el paladino alzó la mirada y, al ver como sus compañeros eran arrastrados al pozo uno por uno, sabía que no debía darse por vencido. La única manera de que salieran vivos de ahí eran si lograba derrotar a la criatura, pues ella controlaba la sangre que formaba esos retorcidos tentáculos. Zelot se puso de pie y detuvo el golpe final que la criatura había intentado asestarle con una de sus kodachis. Zelot detuvo la estocada con sus dos brazos y, con su helmo, dio un fuerte golpe al cráneo de la criatura. La mujer retrocedió unos pasos y, con su rodilla y puños, Zelot acertó una combinación de golpes que lograron aturdir a su oponente. Zelot tomo su espada por la hoja y, con el mango, barrio la pierna de la criatura, tumbándola al suelo para después clavar su espada en su estómago. La criatura soltó un fuerte grito y los tentáculos empezaron a actuar de manera errática. Zelot clavó aún más profundo su espada en el estómago de la criatura, sin embargo, la piel de la criatura empezó a burbujear y volverse roja como la sangre. Su cuerpo explotó en un charco de sangre al igual que los tentáculos. La criatura estaba muerta.

Zelot cayó al suelo y sus guerreros corrieron a él, un médico y hechicero intento curar sus heridas mientras el resto cumplían la misión: llevarse el cuerpo de la tumba del centro. Zelot está vivo, pero por muy poco y el camino fuera de las catacumbas era uno extensamente largo y concurrido de bestias y monstruos. Aun así, sin otra salida, los edenianos emprendieron su largo viaje y abandonaron la capilla, cargando a su líder y el cuerpo del general sin nombre. Sin embargo, en el momento que los guerreros se fueron, de la sangre del pozo se empezó a formar la figura de una mujer, empezando por sus pies y terminando con su cabeza. La mujer usaba un atuendo y máscara de color rojo, su cabello era rojizo y sus ojos eran de un intenso color verde. La kunoichi empezó a caminar sobre la sangre, como si esta fuera sólida y soportara su peso, y, mientras vanzaba para salir de la capilla, empezó a repetirse para si misma unas palabras: “Eliminar los enemigos del Kahn, incluso si son sus generales… incluso si es su heredero. Skarlet, tu misión es proteger la tumba de mi heredero y permanecerás dormida a su lado” fueron sus últimas palabras antes de abandonar la capilla.
Mi visión de MKX, mi primer fan-fiction: viewtopic.php?f=9&t=21824

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