Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

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The Shaolin Nun
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Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por The Shaolin Nun » Dom, 27 Jul 2014, 21:47

Saludos, lectores de Fan fiction :D. Me llena de gusto contribuir con la vida de este sub foro y dar a conocer un escrito que llevo preparando desde hace mucho, tal como se lo hice saber a un gran compañero de este foro XD. Como dato curioso me gustaría agregar que este escrito fue originalmente pensado para un trabajo escolar de literatura. A mi me tocó escribir una "novela" relacionada sobre la traición en la cual podía seleccionar personajes ya existentes o inventarlos, sin embargo decidí seleccionar a los personajes que tanto me apasionan que son los de Mortal Kombat ( y como mi estima hacia Liu Kang, Kung Lao y Li Mei, femeninamente hablando, rebasan límites los elegí como protagonistas a ellos XD) Como ese proyecto escolar ya no se cristalizó ( o más bien se canceló) decidí continuarlo por mi parte y compartirlo en este sitio tan especial para mi. Ya he hecho muchos "Cómicos" siento que hace falta algo serio en mi repertorio. Hice lo posible porque se acomodara bien pero no sé por qué me desacomoda los renglones y algunos signos de puntuación este mensajero :(

Como notas adicionales, este fic no pretende ser muy lógico, de hecho está medio raro, quizá "surrealista" y también puede que incluso desvirtúe algunas cosas para adaptar mejor la historia.

Llevó varios capítulos escritos y espero terminarlo pronto.



Como una sinopsis rápida, comento que se trata de que Li Mei fue arbitrariamente poseída por el mal para servirle a Shinnok en un plan trapero (LOL) en el que Kung Lao estará involucrado, por situaciones que se verán a continuación. En conclusión Li Mei incitará a Kung Lao a hacer el mal de cierta forma (es difícil de explicar) todo con tal de obtener el amuleto de Shinnok. ¿El tonto caerá en sus garras y armará tal desastre?... Bueno mi sinopsis es una basura es mejor leer la historia para comprender. Puede estar largo pero solo porque es el primer capítulo y que da comienzo a todo, comprensión por favor.

Sin más da inicio:

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Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo








El cielo negro que presagiaba una tormenta incesante y, por ende la obscuridad que cubría todo lo que tocaba, era tan solo un escenario lúgubre y a la vez común del lugar donde se encontraba el palacio de Shinnok. Elegantes pero siniestros decorados vestían de gala ese enorme castillo que, sin emitir palabras, podía decir con su aspecto qué clase de persona se encontraba en su interior.

Caían relámpagos que por muy breves instantes alumbraban el palacio haciéndolo lucir majestuoso pero perverso.

Adentro de este había un largo pasillo cobijado con una alfombra de terciopelo rojo, como si con sangre hubiera sido teñido. Al llegar al final del pasillo, en el fondo del palacio, se encuentra un trono de un fino y distinguido diseño, el cual se haya vacío pues Shinnok, su dueño, esta de pie mirando, a través de un enorme ventanal aquellas espectrales nubes negras.

El dios caído parecía esperar algo, no con duda o incertidumbre, sino algo que daba por hecho que ocurriría. De pronto violentamente se abrieron las puertas de su palacio a la vez que tres de sus guardias entraban por ellas caminando con premura.

Dos de ellos sometían con rudeza a una mujer de vestiduras del color de las violetas. Mientras que el otro se limitó a arrodillarse frente a Shinnok.

- Señor, he aquí cumplido su encargo – Dijo el guardia. Shinnok seguía contemplando las afueras desde el ventanal. Con calma volteó hacia donde estaban y caminó hacia ellos.

Ya cerca de la mujer, cuyos brazos eran sujetados con firmeza por los guardias mientras intentaba inútilmente soltarse, a modo de burla Shinnok emitió una breve risa.

- No quería llegar a esto, Li Mei. Recibí tu opinión sobre mi propuesta y creo que no hubiera sido necesario que me “enviaras” a mi emisario con un puñal clavado en el pecho como respuesta.- Le dijo Shinnok de una forma algo sarcástica.

Ella por su parte, respiraba con dificultad por la inmensa ira que recorría su cuerpo

- Jamás volvería a confiar en seres que solo existen para causar daño y destrucción. Después de que los hechiceros jugaron conmigo de la manera mas sucia que pueda existir ¿Imaginabas que podría llegar a aceptar algún trato contigo? Eres tan despreciable como ellos.- Recriminaba Li Mei quien, si no fuera por estar sometida, se hubiera ido en contra de Shinnok.

El perverso hombre solo sonrió malévolamente.

– De seguro no comprendes la magnitud del beneficio que te traería ayudarme en esta importante misión – Aseguró Shinnok – Dime ¿A caso no te gustaría ser la ama y señora del Outworld? , las tierras que más amas y por las que has luchado, por las que has ganado e incluso has perdido – Agregó tratando de convencer a Li Mei.

Ella desaprobó las afirmaciones de Shinnok a lo que pronto le replicó: - No sé cuales son tus intenciones, maldito. A penas tu emisario me dijo que venía de parte tuya para solicitar mi cooperación en un plan tuyo, decliné de inmediato. Y para dejar muy clara mi postura, es que le clave su propia daga en el pecho.

Shinnok entonces asintió con la cabeza.

– Ahora entiendo tu testarudez. Permíteme plantearte el negocio y te aseguro que no te irás de aquí sin aceptarlo – El dios caído sonrió con tal malevolencia que sus ojos no podían ocultar la maldad con la que hablaba. – Yo quiero hacerme del Earthrealm, mi más grande ambición, causante de múltiples fracasos. Pero no pienso rendirme tan fácil. Ese reino será mi posesión, y tú vas a ayudarme. Buscaré la conquista del Earthrealm y si me ayudas, te ofrezco una enorme parte del Outworld como pago a tus servicios.

Li Mei en cambio soltó una breve risa. – No entiendo. ¿Yo en que puedo servirte? ¿Qué hayas de especial en mí? Busca en tu “nido de víboras” a algún infame guerrero que te pueda colaborar. – Dijo extrañada pues desconocía los motivos que tenía Shinnok para ser tan insistente en su cooperación.

Shinnok suspiró anticipando una extensa explicación: - Ningún otro guerrero me sería tan útil como tú Li Mei. ¿Sabes? La conquista del Earthrealm sería tan fácil de obtener si en mis manos tuviera mi amuleto. Más que un amuleto, es como la llave maestra de todos los reinos. Con esa pieza en mi poder, el triunfo lo tendría más que asegurado. Pero para mi desgracia, Raiden y sus “siempre leales” fuerzas del bien lo arrebataron de mis manos. – Decía con un aire de sarcasmo y a su vez una clara ira en su voz y rostro mientras que sus puños se mostraban tensos.

Como si ellas lo supieran, las antorchas que alumbraban el lugar tiñendo de rojo la oscuridad, se encendían con más vivacidad

– Ahora mi amuleto se encuentra en algún lugar aledaño al templo Shaolin, al menos eso me dijo mi agonizante emisario quien logró obtener esa información. El amuleto ya no está custodiado por los 4 guardias elementales, sino que ahora está custodiado por los malditos monjes quienes solo ellos saben de su paradero y, claro, cuentan con la patética “asesoría” de Raiden para protegerlo a cualquier costo. De nada serviría mandar a mi ejército a destruir ese lugar con tal de conseguirlo, porque es obvio que no permitirían dejar que avance un ejército que se dirige al sitio donde se encuentra algo muy importante, y aún que lograran mis soldados salir victoriosos, corro el riesgo de que los protectores del Earthrealm busquen la forma de aniquilarlos y así recuperar el amuleto para ocultarlo en otro sitio, lo que complicaría las cosas más de lo que están ahora.

Li Mei interrumpió a Shinnok al estar harta de escucharlo.

– No me interesan tus estúpidos cuentos. – Dijo. Shinnok le contestó con una sonrisa irónica.

- Será mejor que cierres la boca, pues la protagonista de mis “estúpidos cuentos” serás tú – Respondió.

- ¿A que te refieres? – Le preguntó Li Mei muy enfadada.

Shinnok se dirigió a su trono y se sentó en él.

– Mi táctica para obtener mi amuleto esta vez está alejada de cualquier tipo de guerra. Prefiero… jugar limpio, que sean los mismos protectores del Earthrealm los que me entreguen el amuleto. Que me lo entreguen a través de ti – Dijo mientras entrelazaba sus manos.

- ¿Qué quieres decir? ¡Habla claro! – Dijo Li Mei con furia.

Shinnok entonces se decidió a proseguir: - Tú eres fiel aliada y amiga de los dos monjes más significativos y poderosos del templo Shaolin ¿No es así?,

Li Mei hizo una expresión de extrañeza

-¿Liu Kang y Kung Lao? – dijo con intriga al ignorar qué era lo que tramaba Shinnok con sus amigos.

Shinnok asintió cuando Li Mei mencionó los nombres de los monjes

- Pues ellos, es obvio, que tienen poder y autoridad sobre ese templo y a su vez, pueden tener acceso al lugar donde se encuentra mi amuleto. – Dijo Shinnok. Li Mei iba a decir algo pero Shinnok de inmediato la calló sin si quiera permitirle articular una palabra – Silencio, silencio, déjame terminar. Los dos queremos dejar las cosas claras de una vez ¿No? – Li Mei se quedó callada y mirando con odio a Shinnok, sin embargo permitió que el maquiavélico hombre continuara.
- Pues bien, tú te encargarás de hacer que uno de esos monjes te entregue el amuleto ¿De qué forma? Trataré explicártelo fácilmente: Uno de esos monjes, Liu Kang, es el campeón de Mortal Kombat, es muy poderoso y además, es un enorme dolor de cabeza para mí, pues Raiden sabe que con ese maldito, la seguridad de Earthrealm está casi garantizada. Ese monje no me va a servir para nada, al contrario, es un estorbo. En cambio el otro monje, Kung Lao, tiene algo de lo que podemos sacar ventaja – dijo Shinnok mientras veía a Li Mei.

Li Mei hizo un gesto de extrañeza. Al ver su confusión, Shinnok prosiguió.

-Frustración – dijo – Ese monje vive con un sentimiento de frustración, pues sus sueños de ser el campeón y digno de las mas grandes menciones honorificas de su templo y de su reino, han sido opacados por su compañero. – Shinnok se ríe maldosamente – Sus más grandes anhelos destrozados. A personas como él, que buscan la grandeza y el reconocimiento por encima de los otros se les puede … ¿Como dicen los habitantes de Earthrealm? …“lavar el cerebro” muy fácilmente.- Añadió.

Li Mei escuchaba con repugnancia las palabras de Shinnok

– ¡Maldito! ¡Ya sé lo que estas pensando y no voy a …– dijo llena de ira pero fue interrumpida.

-No he terminado. Sé educada y escucha. – Dijo Shinnok y prosiguió con el planteamiento de su plan: - Estoy aseguro que el monje aún tiene esa hambre de magnificencia. Y en caso de que ya no la tenga, ¿Qué tal si se la revivimos? Vas a meterle ideas en su cabeza a Kung Lao, lo vas a orillar sutilmente a derribar todos los obstáculos que se interpongan en su camino para cumplir sus objetivos, sin importar si son sus aliados. Desde luego que eso a mi no me interesa, pero es la única forma de conducirlo al camino del mal, al camino que nos conviene a nosotros.- Finalizó Shinnok esperando la reacción de Li Mei.

Li Mei no hizo más que negar con su cabeza la sarta de monstruosidades que Shinnok le sugería.

– Creí haber conocido a los seres más despreciables en el pasado, pero me doy cuenta de lo equivocada que estaba, pues me faltaba conocerte a ti– Le dijo a Shinnok con la voz entrecortada. – Me da asco el cinismo con el que me pides traicionar a mis propios amigos. ¿Crees que tengo el corazón tan retorcido como el tuyo como para atreverme a traicionar a mis aliados? – Añadió.

Shinnok lanzó una carcajada, se levantó de su trono para ir hacia Li Mei y con voz compasiva e irónica le dijo: – Pero que tonta. Por si no lo sabes en todas las grandes batallas siempre hay traiciones. Se me hace ridículo que prefieras la lealtad y la amistad de tus camaradas que a ser dueña de grandes extensiones del Outworld. ¿Cuál es tu ganancia de tener su amistad? Ni si quiera tus lazos con esos sujetos son tan fuertes como para que pudieras perder una amistad entrañable. – Aseguró.


Ella enfurecía a medida que Shinnok hablaba.

- A ti no te importa que tanto frecuento a mis aliados, puede que no tenga el nivel de amistad como pueden ser otras personas de mi entorno que resultan ser muy cercanas, pero yo los considero unos grandes amigos, ellos me consideran su amiga, su aliada, confían en mi, siento un gran aprecio por ellos y de su parte siento su gran aprecio hacia mi. Nuestros lazos fraternales son sólidos. – Le respondió firmemente a Shinnok – Además, no me has dicho por qué precisamente yo debo ser quien lleve a cabo tus sucios planes. -Agregó.

Shinnok asintió con la cabeza y sin más preámbulos le respondió a Li Mei: - Pienso en ti porque los hechiceros para los que trabajaste me dijeron que fuiste muy eficaz y útil en lo que te encomendaron, fue una tragedia que te hayan engañado y “utilizado”. En fin, el caso es que además has tenido el trato suficiente con los dos monjes como para conocer sus debilidades, sus fortalezas, sus puntos débiles. ¿A caso quieres que le diga a una de sus aliadas edenianas o pero aún, alguno de sus aliados de Earthream? Al menos tú los conoces, ellos te conocen, pero no sospecharían de ti.

¿Sospechar de mí? – Se dijo para sí misma Li Mei. No entendía en lo absoluto el significado de esas palabras, y ni si quiera le interesaba.


- Creí que si te ofrecía las tierras que veneras a cambio de perder un poco el insignificante e infructífero sentido de la lealtad, podrías aceptar unirte conmigo. Te preguntaré por última ocasión: ¿Aceptas unirte a mi causa o declinas tu participación? - preguntó Shinnok a Li Mei con unas ansias tan malévolas y macabras que se estrujaba sus propias manos a causa de la espera de su respuesta.

Li Mei miró con repulsión a Shinnok

– ¿Te refieres a la lealtad como un acto despreciable, y te atreves a sugerirme unirte a ti? ¿Pretendes que confíe en ti? Y aún más reprobable ¿Me invitas a traicionar a dos seres que me han ayudado en dificultades y que son fieles amigos? Solo la más grande escoria podría aceptar tu oferta – Contestó.

De una manera increíble, ella sacó fuerzas para soltar uno de sus brazos del sometimiento al que se veía y como si de hierro se tratara, su puño impactó el rostro de Shinnok quien de inmediato se lo cubrió como reflejo al intesto dolor.

- Muy bien, tenía esperanzas de que recapacitaras y supieras apreciar el gran poder que estabas por adquirir si trabajabas para mí. Como no veo otra alternativa me veré forzado a obligarte a servirme – Le dijo Shinnok quien extrañamente no parecía estar molesto por aquél golpe de Li Mei. Posteriormente hizo una seña con su mano. De un pasillo tan obscuro que nadie podía darse cuenta de su existencia, pues se confundía con las tinieblas del lugar, emergió el hechicero Quan Chi. Con una sonrisa diabólica se paró al lado de Shinnok.

Li Mei miró con mucha rabia al traidor hechicero y sin pensarlo intentó abalanzarse sobre él con la intensión de incluso asesinarlo. Los guardias de Shinnok que la tenían sujeta se aferraron con más fuerza a sus brazos y uno de ellos le puso un severo golpe en el estómago que la dejó sin aliento unos instantes.

-Cuanto tiempo sin vernos – le dijo Quan Chi a Li Mei – Por fortuna yo sí sé apreciar las altas pagas que Shinnok ofrece por sus servicios. ¿Deseas que lo haga ya? –Le preguntó el hechicero a Shinnok.

Li Mei dentro de su intento de recuperación por el golpe en su estómago, sintió una enorme duda ante tal pregunta de Quan Chi.

¡¿Qué están tramando, malditos?! – Apenas pudo pronunciar Li Mei.



- Es una pena que no hayas accedido voluntariamente a ayudar a mi causa. Ahora este gran colaborador – Dijo mientras señalaba a Quan Chi – Va a hacer que hagas el trabajo que te negaste a realizar. Va a posesionar dentro de tu cuerpo una fuerza obscura que hará que sigas mis órdenes. No te preocupes, seguirás siendo la misma que antes, la diferencia es que esa fuerza te hará insensible, perversa, va a inhibir tus sentimientos, incluido tu ridículo sentimiento de lealtad y fraternidad. No serás un ser irracional, por mi estaría bien, sin embargo necesito que tengas cordura suficiente para que sepas actuar como una inocente y dulce damisela que será la causante dela destrucción del honor del monje que vas a corromper. Si de algo te sirve para que no te sientas tan mal – le dijo con irritante sarcasmo - Quiero recalcarte que tus recuerdos, pensamientos y habilidades van a quedar intactos. Serás la hermosa y poderosa Li Mei de siempre, solo que unida a las fuerzas del mal. -

A Li Mei le brotaron unas lágrimas de coraje ante tales abominaciones que Shinnok y el hechicero Quan Chi pretendían hacerle.

-¡Juro que me vengaré, desgraciados! La misma maldad que ha de profanar mi espíritu a causa de ustedes, ha de ser la misma que me hará arrancarles su maldita vida! – Gritó Li Mei con profundo odio.

Shinnok y Quan Chi se miraron uno al otro con una cínica sonrisa. El dios caído hizo un movimiento con su cabeza con el cual le indicaba a Quan Chi a proceder con su labor. El hechicero asintió con su cabeza al comprender la indicación de Shinnok y se acercó a Li Mei. Extendió una de sus manos en dirección al pecho de Li Mei mientras emergía una extraña neblina negra y a la vez cegadora por el intenso brillo que emitía. Al ver aquella neblina que emanaba de la mano de Quan Chi, los guardias de inmediato soltaron a Li Mei y se alejaron atemorizados. Debió producir mucho dolor pues Li Mei gritaba como si la estuvieran torturando mientras la neblina penetraba en su pecho. Después de algunos segundos Li Mei dejaba de gritar más y más lentamente hasta que en un instante cayó al suelo de rodillas. Al ocurrir esto, Quan Chi cerró su puño y la neblina dejó de salir su mano. El hechicero sonrió y miró a Li Mei esperando a que reaccionara de alguna forma pues ella estaba arrodillada y completamente inmóvil. Sus cabellos negros hacían una cortina que cubría su rostro. Poco a poco levantó su cabeza y en su mirada había una expresión dura.

-¿Cómo te sientes? –preguntó Shinnok a Li Mei mientras se frotaba las manos.

Li Mei tardó unos instantes en responder - Confundida – Dijo después tocándose la cabeza como si sintiera un mareo. Se puso de pie con algo de dificultad.

Shinnok hizo un gesto que denotaba comprensión. - De ahora en adelante vas a servirme, ¿No es así? – posteriormente le cuestionó a Li Mei para probar que tan buenos resultados dio el trabajo de Quan Chi.

- Mi existencia tiene como único fin servirle, señor – Dijo Li Mei quien le ofreció una reverencia.

Shinnok no hizo nada más que sonreír y voltear a ver a Quan Chi, a quien con una mirada le logró transmitir una gran felicitación por su trabajo. Quan Chi asintió con su cabeza e hizo una pequeña reverencia como agradecimiento.

- Con esa actitud vas a llegar muy lejos, Li Mei – dijo. – Cómo sabes, hay una misión muy importante que debes hacer. Te vas a dedicar, con absoluta cautela, a envolver al monje Kung Lao con palabras y manipulaciones que lo hagan caer en nuestra red de mentiras que lo harán darme el amuleto -. Añadió el perverso dios caído.

Li Mei escuchaba las palabras de su “nuevo amo”. Entonces Shinnok se preparaba para darle instrucciones a su bella súbdita.

- Primero tratarás de que confíe en ti, tarea que no será nada fácil. Con el tiempo vas a llenar su mente con ideas sobre lo lejos que puede llegar e incluso hacerle creer que puede llegar a superar a Liu Kang, su gran amigo pero a la vez su mayor rival. Cuando todo eso pase podremos incitarlo a luchar contra sus propios aliados con tal de que logre sus objetivos. Con eso quiero decir que, pasado el tiempo y que él ya se haya dejado llevar por tus “consejos”, puedes decirle que para lograr sus metas, necesitará el amuleto y así poder adueñarse de su reino, ser prodigioso, ser adorado por todos los habitantes de su reino. ¿Crees que alguien con un ego como el suyo podría negarse? Muy dudoso.

Li Mei asentía a todo lo que Shinnok le decía.

–Pero, señor - le comenzó a cuestionar a su amo – aún que Kung Lao accediera a llevarme al lugar en donde está el amuleto, sus aliados no permitirían que lo haga.

- Así es, es un gran riesgo. Eso es a lo que me refería cuando te dije que debíamos incitarlo a eliminar todos los obstáculos que se interpongan en su camino, incluidos sus aliados, Principalmente Liu Kang. Una de las cosas más importantes de tu misión es que te encargues de que Kung Lao mate a Liu Kang, el principal obstáculo. Ese desgraciado, si llega a darse cuenta de las intenciones de Kung Lao sobre el amuleto, de ninguna manera va a permitir ni si quiera que se acerque a él
– Le replicó Shinnok explicándole su premeditación de los riesgos de su misión.

Li Mei observaba a Shinnok – Señor, sin duda hacer las cosas a escondidas y sin que nadie sospeche de lo que está por suceder será más útil que un ejército entero que pondría a todos alerta. Nadie dudaría de sus propios aliados, nadie dudaría de Kung Lao – Dijo Li Mei quien fue interrumpida por Shinnok.

-Nadie dudaría de una desconocida de la que solo Kung Lao tendrá conocimiento , o sea tú – Dijo Shinnok


-Desde ahora deberás ser una completa desconocida. – Le dijo Shinnok - Tu nombre no será Li Mei, te presentarás como “Hei An” ante Kung Lao y cualquiera de las personas cercanas a él que inevitablemente pudieras toparte. Ese será tu nombre mientras dura la misión. Desde luego tus ropas habituales no podrán ser utilizadas así que, busca otra vestidura - Añadió Shinnok .

Li Mei asintió. – Desde luego, señor. No permitiré ningún riesgo – Aseguró.

- Además cualquier vestimenta que uses tiene que ir acompañada de esto – Le respondió Shinnok a la vez que le entregaba un cubre bocas negro satinado muy elegante. – Es demasiado importante que no te puedan ver el rostro de ninguna manera. Y mucho menos los monjes. Debes de evitar por completo que te reconozcan y que sospechen de ti. Nadie podría sospechar de una inocente mujer aledaña de esos lugares que solo curiosea. O al menos algo por el estilo debes hacerles creer que eres. Así que nunca te olvides de portar este cubre bocas cuando trates con personas que consideres peligrosas.

Li Mei tomó con sus delicadas pero mortíferas manos el cubre bocas – Por supuesto, señor. Yo me encargaré de que mi identidad esté bien protegida - Le respondió asegurando que siempre usaría aquel trozo de tela para cubrir su rostro.

-Para finalizar – dijo Shinnok – Te daré las últimas instrucciones: Primero te vas a ganar la amistad de Kung Lao, pues como sabes, para él serás una total extraña, y después irás haciendo la labor conforme lo veas pertinente. ¿Está claro? Quiero que cada que le hagas una visita vengas y me digas todo lo que ocurrió, lo que le digas, lo que él te diga. Es importante para saber hacia que rumbo van las cosas. – Dijo con firmeza. - Estos artefactos te abrirán un portal, uno que te llevará al Earthrealm y otro que te traerá de vuelta aquí. – Añadió Shinnok mientras le entregaba dos talismanes a Li Mei.

- Solo pasa la mano por encima de los talismanes y los portales se abrirán instantáneamente ya sea para ir al reino al que debas acudir o para regresar al punto inicial si es que te encuentras en uno de ellos – Dijo Shinnok mientras ella ponía mucha atención. – Y también te daré este que te llevará al Outworld. regresarás a tu reino pero no a tu hogar, vivirás en un refugio secreto que estará custodiado por dos de mis hombres – Agregó.

-Lo que usted ordene, señor. ¿Cuándo debo comenzar con la misión? – Preguntó Li Mei dispuesta a acatar las órdenes de su amo.

Shinnok sonrió macabramente –Lo más pronto posible. Es de suma importancia que Kung Lao esté solo, que no haya nadie a sus alrededores, así evitaremos que le puedas levantar sospechas a alguien. Evita a toda costa y en lo posible que alguien más te vea. Debes hacerlo en el momento oportuno - Finalizó el perverso hombre.

- Así será señor. – Li Mei se inclina ante Shinnok. Él asiente con su cabeza.

- Puedes retirarte – Indicó Shinnok a la vez que se sentaba en su trono. Li Mei se reverenció ante aquel malvado hombre y caminó hacia la salida del palacio junto con dos guardias que la acompañarían hasta el Outworld y la llevarían a su refugio.

El Dios caído la observaba hasta que desapareció en las tinieblas del lugar.

Quan Chi se acercó a Shinnok. – ¿Crees que funcione este plan? Me suena muy descabellado. – Le preguntó el hechicero.

- Estimado Quan Chi, trataré de explicártelo sencillamente: Si intentaras dispararle de frente a un animal, es lógico que huiría con tan solo verte antes de que pudieras sacar un arma, en cambio si te acercas al animal por la espalda, sin que al menos note tu presencia, puedes darte el lujo de dispararle con puntería perfecta. – Le respondió Shinnok al hechicero. – Mandar a mi ejercito sería indicarles que voy por mi amuleto, pero una simple mujer que visita a un monje no despierta ninguna desconfianza ¿No crees?

Quan Chi comprendió las intenciones de Shinnok y se limitó a concordar con su opinión.

Li Mei entró al palacio de Shinnok siendo una leal y audaz guerrera, y salió de él convertida en una servil esclava del mal.
Última edición por The Shaolin Nun el Lun, 28 Jul 2014, 21:40, editado 5 veces en total.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y La Sangre Son Uno Sol

Mensaje por kanalla » Dom, 27 Jul 2014, 23:56

Pues es un buen intento, la redacción está notable así como también lo cuidado del relato. Luego hay una Li Mei inesperadamente sumisa que carga con el peso de la trama, mientras que el resto le aporta con actitud predecible. Sería prudente que el resto del reparto también se active y así hacer la historia más dinámica. Fuera de eso, el capítulo se lee ligero y muy prometedor.

¿Li Mei tentará a Kung Lao?... Yo QUIERO ver eso, ñam.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por dim-subpion » Mié, 30 Jul 2014, 21:44

bueno, pues me ah gustado mucho tu nuevo fic (:clap) (:clap) , que bien que finalmente te decidieras en publicarlo, es un fic serio que estoy seguro lo vas a progresar de manera muy positiva :D.

la parte que mas me gusto, fue Shinnok en su totalidad, por que siempre me lo imagino mas frio y metodico en lo que planea y hace.

bueno esperare la continuacion, saludos :lol:
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por Error Macross » Vie, 01 Ago 2014, 04:57

Ni idea como es que Li Mei conoce a Kung Lao y Liu Kang, XDDDDD.

Bueno, este capitulo es mas que nada una introduccion, me choca un poco que Shinnok ya tire su plan al completo, le quita un poco de emocion, pero igual me ha gustado mucho, tiene muy lindos dialogos, y creo que la historia puede dar mucho jugo.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por The Shaolin Nun » Dom, 03 Ago 2014, 04:52

Un nuevo episodio :mrgreen:

En principio me llena de honra haber tenido la presencia de kanalla, dim-subpion y Error Macross en este escrito! Muchísimas gracias a los tres por su tiempo y por manifestar su punto de vista. Me emociona pues los tres son unos escritores formidables!
Error Macross escribió:Ni idea como es que Li Mei conoce a Kung Lao y Liu Kang, XDDDDD.
LOL! Seeeh XD De hecho, aparte de que quería a Li en mi cuento a como diera lugar XD, se me ocurrió por el aliado que tienen en común ellos tres que es el obeso ese que me cae re mal, o sea, Bo’ Rai Cho :lol: Pensé que por medio de él de algún modo se conocen, se llevan bien, son camaradas, etc, pero no lo suficiente como para que pudieran reconocerla de buenas a primeras. (En este fic, porque en efecto, en el juego no interactúan creo que para nada)

Gracias por la atención!, y he aquí el capítulo.





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Una visita Misteriosa: El Primer Encuentro






Los monjes del templo Shaolin estaban por celebrar la culminación de las festividades del año nuevo chino y para ello se acostumbraban a hacer grandes preparativos. Estas festividades las llevaban a cabo en la academia Wu Shi, lugar en el que los monjes dan formación, las cuales son un espectáculo impresionante que solo los miembros del lugar y algunas escasas excepciones, tenían el privilegio de disfrutar.

Los monjes pasaban de un lugar a otro llevando cajas y otras cosas que servirían en las festividades.

Con un gesto de dolor en su rostro, un anciano cargaba una pesada caja que lo hacía caminar con dificultad.

Posteriormente, un hombre, quien era de los más importantes miembros de la hermandad, lo vio y de inmediato se aproximó a brindarle su asistencia.

-Maestro, permítame ayudarle – Le dijo a la vez que le quitaba la caja al anciano. El maestro se puso sus manos en la espalda.

-Muchas gracias, Kung Lao -Le respondió a la vez que seguía caminando. –He llegado a pensar que los años sí pesan y es por eso que nosotros los viejos ya no soportamos el peso adicional que nos da una caja como esta - Agregó el anciano de una forma algo bromista.

El amable Kung Lao seguía los pasos del hombre y lo escuchaba con mucha atención. Él siempre cortésmente atendía las palabras de los maestros. Y, además, su conducta servicial no era nada rara. Todos sabían que Kung Lao era muy noble y siempre estaba dispuesto a ayudar y ofrecerse para cualquier cosa que necesiten.

- ¿De verdad cree eso? – Respondió Kung Lao con una pequeña sonrisa respecto a las palabras del maestro en referencia a la vejez. - A veces me da cierto temor ser anciano, pues veo que mucha gente se queja al llegar a esa etapa de la vida– Prosiguió.

-Da temor ser anciano cuando se es joven pero lo aceptas cuando ya eres viejo –Dijo el maestro.-Sin embargo cuando uno llega a anciano no solo el cuerpo reciente los castigos que recibió a lo largo de los años. También da recompensas ¿Sabes de qué forma?

Kung Lao se quedó pensando un momento y luego negó con su cabeza al ignorar la respuesta.

- Yo siempre he pensado que cada cana en la cabeza de un anciano representa algo como un trofeo de plata que ganó por cada vez que vez que se aferró a seguir luchando por sus ideales, por cada vez que una persona lo miró con agradecimiento por alguna ocasión que le tendió la mano o por aquellas veces que se negó a ser derrotado por las adversidades de la vida –Dijo el anciano.

Kung Lao asentía comprendiendo las palabras del viejo hombre.

-Así que recuerda, Kung Lao: El día que tus canas comiencen a aparecer, no sientas vergüenza por ellas, pues será la recompensa que te estará dando la vida por todas aquellas cosas buenas que hiciste en el pasado -Concluyó.

Kung Lao le emitió una sonrisa al maestro y asintió con la cabeza. A pesar de ser muy corto el camino al que el viejo maestro se dirigía, sus lentos pasos lo hicieron mas largo, pero al fin llegaron. Kung Lao puso la caja en el lugar donde el anciano le indicó y con una pequeña reverencia se despidió y se dirigió a otro sitio.

Mientras iba caminando recapacitó en el hecho de que los árboles ya no estaban bañados en nieve. El invierno comenzaba a dormirse para dar paso a la primavera que despertaba junto con las flores que esperaron pacientes a que el invierno cumpliera su misión del año. El frío ya no golpeaba más su piel y a cambio el sol lo cobijaba con su calor que él y todos sus hermanos esperaron durante toda esa estación del año. Inhalaba profundamente el oxígeno que los árboles plantados en la academia le proveían para que tan refrescante sensación llegue a lo más profundo de su cuerpo.

Miró hacia atrás y solo observó el gran revuelo y agitación que había en el lugar debido a los preparativos de las festividades, por lo que, invitado por tan confortable clima, se alejó con una sonrisa amigable pero un tanto maldosa, por dejar abandonada un momento su cooperación en los preparativos, y se fue a un lugar más apartado donde sintió que esos alrededores eran el escenario perfecto para un momento de meditación, pues, contrario al corazón de la academia en donde había gran revuelo, ahí había silencio casi total.

Los monjes Shaolin inician su día meditando y lo terminan de igual forma. La meditación les permite desarrollar su poder mental así como tener un mayor control sobre sus emociones. Kung Lao tenía esto muy presente y al igual que sus compañeros, la practicaba a cada oportunidad.

Ya algo más alejado, miró a su alrededor y vio con serenidad cómo los únicos testigos de su presencia en esa área de la academia eran unas bellas aves que al verlo solo lo ignoraban. Se puso de rodillas y cerró sus ojos dando así inicio a su tan anhelada y tranquila meditación.




Por otra parte, una mujer de elegantes atuendos negros, conformados por un vestido del color del plumaje de un cuervo con bordados que contrastaban con su color plata, se dirigía con rumbo a la Academia Wu Shi. Su cabello negro, lacio y suelto ondeaba al ritmo de cada paso que daba.

Con mucha precaución prefirió tomar el camino más largo a través de un bosque en donde era fácil esconderse entre la gran cantidad de arboles, arbustos y otras clases de vegetación.

Arrancando ramas con filosas espinas como si se trataran de simples varas, Li Mei era quien se abría paso entre la maleza.

Al llegar un poco más allá de las afueras de la academia Wu shi, Li Mei visualizó que la gente entraba y salía con mucha frecuencia. Esto la hizo sentir insegura y no supo si regresar o arriesgarse a entrar a la academia. Sin mucho analizarlo, pensó que huir tan cobarde y fácilmente no le traería resultados, así que se decidió a entrar. Desde luego entrar por la puerta principal hubiera sido una idea totalmente absurda, por lo que decidió entrar por otro lado.

Vio un muro muy alto, sin embargo, para su buena fortuna, Unos árboles de enormes proporciones estaban situados justo a un lado del muro lo que le permitió a Li Mei escalar uno y, ya que estaba en lo alto de dicho árbol, se asomó para observar un poco el interior del lugar. No parecía haber nadie, a pesar de que se escuchaba mucho ruido, al menos esa área estaba solitaria.

Saltó el muro de un gran impulso. Por fortuna era muy ágil y aunque le costó algo de trabajo subir el árbol, al tocar el suelo se sintió victoriosa de encontrase dentro de la academia.

Un poco lastimada por la caída de una altura considerable, fue en cuestión de instantes que se logró recuperar. Después de eso, Li Mei emprendió su camino a los adentros del lugar con mucho cuidado. A lo lejos veía, mientras se ocultaba en los árboles que había ahí, a la gente yendo y viniendo por todos lados. De inmediato comprendió que lo más probable era que en esos momentos no pudiera encontrase con la víctima de su cometido, no obstante, decidió continuar el camino para conocer el entorno, explorarlo y saber si hay algo que le pueda ser de utilidad. Al dar varios pasos más, vio con asombro y perversidad que a lo lejos se encontraba Kung Lao solitario y tranquilo de rodillas en el suelo.

Li Mei entonces, caminando tan lenta y sigilosamente como un espectro, se acercaba a Kung Lao, con nerviosismo por conocer la reacción del monje ante su presencia. Sus miedos eran muchos, principalmente que la lograra reconocer, sin embargo además de su elegante e imprescindible cubre bocas, sus ojos estaban maquillados por un profundo color negro que enmarcaba su hermosa mirada y visualmente modificaba sus finas facciones, haciéndola menos reconocible.


Sabiendo que a cada paso que daba se alejaba o se acercaba más al éxito de su primera misión, al fin llega con el hombre que buscaba. Las aves huyeron al ver a Li Mei quien lo único que hizo fue pararse justo a un lado de Kung Lao observando su total inmovilidad mientras sus ojos se encontraban cerrados.

Él parecía estar tan concentrado que no se dio cuenta de la presencia de Li Mei que estaba justo a su lado. La mujer de negros atuendos entonces se arrodilló para quedar más acorde a la postura de Kung Lao.

- Buenos días, caballero- Dijo Li Mei esperando una reacción de Kung Lao, sin embargo este no dijo nada, parecía que nadie le había hablado. Se quedó extrañada pues él no había hecho ni un movimiento. No sabía si no la había escuchado, cosa muy extraña ya que estaba muy cerca de él.

- ¿A caso no hablo fuerte? –Insistió un poco más enérgica pero sin perder la amabilidad.

Kung Lao abrió los ojos lentamente y dirigió su mirada, sin mover la cabeza, hacia Li Mei.

-Disculpe, pero no me gusta ser molestado mientras medito –Respondió de manera seria pero gentil. Después de decir eso cerró sus ojos para intentar retomar su meditación sin embargo lo vio inútil pues le sería difícil concentrase de nuevo.

La razón de la actitud displicente de Kung Lao se debía a que creía que esa mujer era una más de tantas que, cuando hay eventos especiales, algunas veces van a cocinar o fueron llamadas o contratadas para ayudar con ciertos preparativos, y que resultan ser inoportunas con los monjes gracias a sus trivialidades, pláticas irrelevantes etc. En otras circunstancias la hubiera atendido con amabilidad, pero la meditación es más importante que cualquier tema de poco interés para él, pues suponía que la mujer no sería la excepción y solo le quitaría el tiempo en esos momentos de reflexión.

Li Mei comprendió y así se lo hizo saber.

– Me apena mucho. No sabía que estabas meditando – Dijo tratando de aparentar vergüenza.

Kung Lao abrió los ojos de nueva cuenta y suspiró al dar por hecho que su meditación de ese momento ya no tenía sentido. Por lo tanto el monje volteó a ver a Li Mei y su rostro de indiferencia se transformo en uno que expresaba desconcierto y rareza, quizá causada por su aspecto, pues sus ropas aseguraban que no era una mujer humilde y común como él pensaba, además de que era una total desconocida para él. A pesar de que la mañana era muy tranquila, súbitamente, como si el viento presagiara algo, comenzó a agitarse con mucha fuerza. Pareciera como si el viento intentara decirle algo a Kung Lao. Sin embargo, nunca le pasó por la cabeza algo así y solo se mantenía curioso por la identidad de la chica.

- ¿Quién es usted? –Preguntó extrañado Kung Lao quien parpadeaba rápida y repetidamente mientras en su mente trataba de suponer su identidad.

Li Mei sintió un descanso en su interior pues al parecer Kung Lao no la logró reconocer, cosa que le preocupó por la forma en que la miraba hace breves instantes.

- Mi nombre es Hei An, aunque creo que es inútil que te lo diga pues no me conoces -Dijo tratando de parecer bromista y a su vez buscando comprobar que en verdad Kung Lao no sabía que era Li Mei.

Él se quedó en silencio mirando hacia arriba y asintiendo a las palabras de la mujer lo cual, para su buena suerte, confirmaba su ignorancia sobre su identidad. La dama aclaró su garganta y agachó un poco su cabeza.

– ¿Cuál es tu nombre? –Con farsante atrevimiento ella preguntó al confundido monje, pues sabía perfectamente quien era él, sin embargo, debía actuar de manera cuidadosa durante toda su interacción con él para no levantar ninguna sospecha.

Él por su parte permanecía desconcertado.

-Soy Kung Lao - contestó a la vez que se ponía de pie.

Una vez levantado, gentilmente le ofreció la mano a la mujer para ayudarla a ponerse de pie.

-¿De verdad eres Kung Lao? – Preguntó fingiendo estar impresionada.

- Así es, yo soy Kung Lao – Respondió mientras colocaba la palma de su mano en su pecho señalándose así mismo y sonreía amistosamente denotando que estaba acostumbrado a ver las expresiones de incredulidad de cierta gente que no lo conoce y que se sorprende de saber que él es “El héroe del que todo mundo habla”, palabras dichas por esos mismos curiosos.

- He escuchado hablar mucho de ti. Dicen que eres un gran luchador ¿Es verdad? –Dijo “Hei An” tratando de parecer amistosa.

Kung Lao se sintió confundido ya que después de tantas historias que pasaron por su cabeza respecto a la mujer, todo parecía indicar que lo único que buscaba era conocerlo personalmente por simple curiosidad.

- En realidad yo no soy el más indicado para responderle eso -Decía Lao a la vez que bajaba la mirada. “Hei An” le contestó con una ligera risa.

- Me impresiona tu modestia, amigo –Replicó tratando de enaltecer a Kung Lao quien parecía no agradarle mucho hablar de él.

Kung Lao se aclaró la garganta y trató de buscar las palabras para explicarle mejor sus pensamientos a la mujer.

– ¿Modestia? No, solo creo que no es muy conveniente hablar de los logros de uno mismo. –Dijo pareciendo nervioso. – Pero, ¿Por qué no me habla más de usted? ¿Es de por aquí? –Cambió abruptamente de tema mientras cruzó los brazos esperando con interés la respuesta de esa chica.

A “Hei An” no le quedó de otra más que responderle su interrogante a Kung Lao.

– Sí, soy de un pueblo cercano. Ahora pasaba y vi mucha algarabía, imaginé que habría algún tipo de celebración, así que me dio curiosidad de entrar. Y para mi beneplácito te encontré aquí.- Dijo tratando de parecer inocente, sin embargo, la realidad es otra pues aquella tonta historia apenas la iba hilando en su cabeza. Lo único que la impostora mujer esperaba es que haya sido convincente para el hombre que tenía enfrente.

Por fortuna, Kung Lao parecía estar satisfecho con su respuesta

–Sí, mañana se concluyen las celebraciones del año nuevo y nosotros acostumbramos a hacer grandes preparativos -Contestó serenamente. ¿Usted cómo celebra el año nuevo? – Añadió.

Ella suspiró con tal melancolía que contagió a Kung Lao, al grado de que su rostro cambio de una sonrisa a una expresión de tristeza como el de la mujer. Entonces le replicó al monje: - Yo no celebro el año nuevo. Vivo sola, no tengo familia ni amistades. Es amargo pasar una celebración tan importante sin compañía, así que prefiero apagar las velas a la misma hora de siempre para irme a dormir y celebrar el año nuevo soñando.

Kung Lao se notó algo triste ante esas afirmaciones. Mientras “Hei An” hablaba veía esa mirada de cristal tan bella y pura. Eran unos preciosos ojos verdes que por momentos creyó haberlos visto en algún lado, pero ¿Cómo va a ser si nunca en la vida había visto a esa mujer? Pensó que seguramente se trataba de una chica originaria de Liqian, región al noroeste de China en donde sus habitantes llegan a tener ojos claros e incluso pueden ser rubios.

Después de esa charla, parecía que al fin sus dudas se habían disipado. Cómo no imaginarlo antes, una mujer como otros curiosos que se cuela a la academia con el fin de conocer en persona a esos “héroes” que protegen el reino. Pero, de hecho, no todas sus dudas estaban claras. ¿Por qué esa mujer tenía el rostro cubierto?

“Hei An” Vio a lo lejos a Liu Kang, quien fuera su gran aliado también. Se puso nerviosa pues se percató de que Kang se dirigía a donde se encontraban ellos. El monje llevaba entre sus manos unos objetos, los cuales revisaba mientras caminaba.

Kung Lao se disponía a preguntarle a “Hei An” acerca de su rostro cubierto, pero en cuanto iba a hacerlo, la chica le interrumpió sin poder si quiera formular la pregunta.

-¡Que tonta!, ¡Olvidé algo de suma importancia que debía hacer! Me dirigía hacia allá y por andar de curiosa lo dejé pasar. Pero no importa, valió la pena porque pude hablar contigo. Fue un gusto conocerte. – Dijo a la vez que hacía una reverencia y caminaba algo rápido.

- ¡Hasta luego, Hei An! -Le gritó Kung Lao a la mujer para despedirse cuando esta ya estaba algo lejos.

El monje se quedó de pie mirándola alejarse y después encogió los hombros mientras sonreía, pues le pareció gracioso el apremio de aquella chica. Decidió caminar unos pasos adelante cuando se encontró a Liu Kang.

- Buen día, hermano. El maestro nos ha encargado enviar algunas invitaciones a Raiden y a algunos otros de nuestros amigos para que nos acompañen en las festividades. –Le dijo Liu Kang mostrándole unos papeles que eran dichas invitaciones.

- Claro, será todo un placer recibirlos aquí. La celebración no sería lo mismo sin ellos. –Dijo con una sonrisa.

Los monjes emprendieron la salida de la academia para entregar las notificaciones. Kung Lao volteó hacia atrás solo por curiosidad para ver si “Hei An” ya no estaba y, de hecho, así fue.

-¿Olvidas algo? –Le preguntó Liu Kang mirando en la dirección hacia donde veía su compañero

- No. No es nada. ¿Seguimos? –Respondió Kung Lao haciendo una seña a Kang para que continuaran caminando. Continuaron su vida normal entusiasmados por las festividades que les esperaban pronto.



Por su lado, Li Mei apresuró el paso echando a correr y maldiciendo pero a la vez esperando que Liu Kang no haya notado su presencia. Debía trabajar con cautela, únicamente con Kung Lao. Liu Kang podría interferir en su cometido, pero no solo él sino cualquier otro.

Cómo pudo, escalo unos árboles, de la misma forma como entró, y salió de la academia con bastante premura. Corrió por el bosque como si un peligro viniera tras ella. Al sentirse más segura, se detuvo para recuperar el aliento, pues, además de correr tan rápido, estaba agitada por la adrenalina del temor por ser descubierta por Liu Kang. Ya mas calmada, peinó sus cabellos con su mano y sacó el talismán que la llevaría al palacio de Shinnok.

Una vez en el palacio, Li Mei le dio a Shinnok los pormenores del primer paso de su misión.

-He encarado a Kung Lao. Como era de esperarse ningún tipo de avance hubo en esta primera visita que le hice, sin embargo parece ser que logré que no tuviera ninguna sospecha sobre mi. –Decía mientras le ofrecía una reverencia.

Shinnok hizo un ademán que demostraba menosprecio a lo que Li Mei le había dicho pues estaba muy lejos aún de su objetivo.

–Has escalado el primer peldaño. Te felicito. Pese a que fue muy simple y casi inútil lo que lograste, hay que reconocer que fue muy bueno, pues este primer encuentro era la delgada línea que dividía al éxito del fracaso, pues si te hubiera reconocido, la historia ahora sería muy diferente – El dios caído le dijo a Li Mei. Ella por su parte, se sentía satisfecha de que Shinnok estuviera conforme con su labor.

¿Y cuando cree que debería regresar con él para continuar el trabajo? –Cuestionó Li Mei esperando seguir las órdenes de quien es ahora su “jefe”.

- Eso lo sabrás tú. Puedo enviarte a buscarlo mañana mismo y quizá esté rodeado de gente indeseable para nosotros. Te corresponde a ti encontrar el momento indicado –Ordenó Shinnok a Li Mei.

Ella asintió con la cabeza

– No lo defraudaré. Lo prometo – Dijo con seguridad y se inclinó frente a él.

Entre la espesa obscuridad que abundaba en el lugar, Li Mei desapareció al caminar rumbo a la salida.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por kanalla » Lun, 04 Ago 2014, 02:20

Aun cuando la trama va a paso tranquilo, debo decir que éste capítulo fue particularmente intuitivo. Los personajes cumplen, se desenvuelven con naturalidad, y a pesar de mostrar actitudes triviales quedaron bien planteadas. Lo anterior, voluntario o involuntario por parte de la autora, apoyado la ligera tensión que se logra percibir en el encuentro entre Kung Lao y Li Mei.

Noté, sin embargo, un poco de dificultad al identificara a Li Mei con su nombre real y su nombre falso; en este caso se podría utilizar como recurso un narrador omnipresente que rompa la "cuarta pared" y haga alguna observación para darle a entender al lector sobre la situación ("(...) como ella ya se acerca a Kung Lao, el objetivo de su misión, desde ahora y hasta que sea necesario la llamaremos solo Hei An"). Es un recurso muy básico y hay muchas otras alternativas más ingeniosas, pero es un ejemplo para resolver el tema.

Como siempre, la ortografía y la redacción están geniales, buen léxico. Ya es tiempo de algún kombate para encender los ánimos, ñam.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por Error Macross » Vie, 08 Ago 2014, 06:21

Me ha gustado el capitulo, como bien le dice Li Mei a Shinnok "nada ha avanzado demasiado", pero aun asi ya se vio el primer contacto, y los dialogos asi como la actitud de los personajes me gustan mucho.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por The Shaolin Nun » Mar, 12 Ago 2014, 07:50

De nueva cuenta agradezco a kanalla y a Error Macross por dar su valioso puto de vista. MIL, MIL GRACIAS EN VERDAD! :D y bueno, efectivamente como kanalla mencionaba, justamente este episodio contenía algo de acción y tal vez esté algo violento, en realidad eso depende de la perspectiva de cada persona XD pues hay gente que no está acostumbrada a leer cosas con contenido “Gore” o tal vez esto no sea muy violento para otras personas, en fin… el caso es que este fic contendrá violencia en muchos capítulos, sobre todo en los que vienen más adelante.

Y bien, he aquí el capítulo.



_____________________________________________________________________








La Noche De La Celebración: Lucha En La Obscuridad






A la noche siguiente el último día de las celebraciones del glorioso año nuevo chino se llevaba a cabo.

Como era de esperarse, el lugar era todo un espectáculo. Había elegantes adornos en cada rincón y en el entorno se podía respirar el júbilo amenizado por imponentes e impecables danzas del dragón y el león sonorizadas con percusiones que extendían sus ecos por todo el lugar.

Como si el cielo se hubiera unido con ellos a la celebración, lucía totalmente despejado. Había incontables estrellas salpicadas por todo el negro pero brillante lienzo en donde pendía la luna.

El color rojo abundaba en todos lados, pues este color es símbolo de la buena suerte, sin embargo, lo que nadie sabía es que esa noche el color rojo tendría doble significado en la Academia Wu Shi, pues su suelo estaba apunto de ser bañado por el rojo vivo de la sangre que es símbolo inequívoco de asesinato.

Entre la obscuridad y desolación de la noche, Li Mei llegó a la academia, había decidido entrar esa noche y tratar de convivir con Kung Lao en un día tan emotivo que sin duda le permitiría consolidar su confianza entre los dos, lo cual sería un paso enorme para su misión.

Estaba en una zona solitaria y obscura en donde parecía no haber ni un alma y pensó que era el escondite perfecto para planear su entrada al lugar. Sin embargo, estaba equivocada.


- ¡Hey! ¿Qué hace usted aquí? –Le dijo alguien a Li Mei.

Ella enfureció en su interior al verse descubierta. Se giró lentamente hacia donde escuchó esa voz y se llevó una gran sorpresa al percibir entre la negra noche que eran dos personas las que estaban ahí. Se trataban de un par de monjes que, para su alivio, no eran Liu Kang ni Kung Lao.

- Solo estaba de curiosa. Lo siento –Le respondió fingiendo timidez.

Los monjes se acercaron a ella para poder verla mejor pues la obscuridad y el negro intenso de sus ropas hacía que se confundiera en las tinieblas. El lugar estaba tan obscuro que todo lo que se podía ver eran siluetas.

- No se permite el paso a personas ajenas a la academia. Le suplicamos, de la manera más cordial que se retire –Dijo el monje mientras le ofrecía una reverencia.

Li Mei estaba inmóvil. Los monjes se miraron unos a otros con rareza por esa mujer, quizá tenían el presentimiento de que había algo mal en ella.

De pronto asintió y rio ligeramente.

-No se preocupen. Ya me iba –Les respondió Li Mei con una inquietante y extraña tranquilidad.

Comenzó a caminar de manera pausada e intrigante mientras los monjes la seguían con la cabeza, pero súbitamente
detuvo su andar. Aquel par de hombres se intercambiaron miradas desconcertados.

Sin tiempo a nada y en cuestión de segundos, Li Mei sacó su Kunlun Dao oculta en su espalda y apenas la desenvainó le dio un tajo letal en su garganta a uno de los monjes quien cayó al suelo instantáneamente asfixiándose con su propia sangre.

El otro monje miró con terror la silueta del cuerpo agonizante de su compañero cuyo sufrimiento se percibía entre la negrura de la noche.

- ¡Hermano Dong! –Gritó presa de la furia mientras lo observaba con pánico.

Mientras el hombre lentamente expiraba aferrando sus manos a su garganta sangrante, Li Mei se mantenía en guardia ignorándolo y dispuesta a exterminar al otro monje. Este no se quedó atrás y de inmediato adoptó una postura de pelea.

El moribundo de pronto dejó de moverse lo que dio por consumada su dolorosa agonía.

- ¡Auxilio! ¡Una mujer ha asesinado al hermano Dong! –Gritaba inútilmente el monje con todas sus fuerzas, pues por el intenso ruido que había en la academia, nadie podía escucharlo.

A pesar de todo, él miraba fijamente y con clara ira en sus ojos la silueta de aquella asesina.

Li Mei blandía su arma con fuerza esperando el momento preciso para atacar como un feroz felino cazando a su presa. El monje estaba furioso y sin duda estaría dispuesto a luchar para conservar su propia vida.

Sin apartar la vista de Li Mei, caminó hacia un árbol del cual arrancó una enorme y puntiaguda rama que con un movimiento certero podría atravesar el cuerpo de su adversaria.

Li Mei percibía el sonido de pequeños trozos de madera cayendo a medida que la rama era separada del árbol. El monje sujetó la rama como si fuera una espada del más filoso metal y clavó su mirada a su enemiga.

En esos breves instantes en los que los dos se miraban sus siluetas inmóviles esperando que el otro tome la iniciativa de atacar, el monje se preguntaba por qué esa mujer llegó a agredirlos ¿Cuál era su intención?

Cuando iba a cuestionarle acerca de su presencia en la academia, Li Mei se lanzó a atacarlo.

El hombre apenas podía ver a Li Mei por aquella intensa obscuridad, sin embargo pudo distinguir su Kunlun Dao viniendo hacia él, pues la luna reflejaba su luz sobre el mortífero metal del arma haciéndola brillar.

De inmediato extendió sus brazos para colocar la rama en frente de su propio cuerpo y así detener el tajo que Li Mei pretendía darle para cortarlo en dos.

La guerrera se quedó quieta y pensativa, esperando que su tajada haya sido exitosa, pero de pronto, un fuerte empujón la arrojó a tal grado que se estrelló contra un árbol de manera que sintió una lluvia de hojas cayendo sobre ella.

Se sintió algo aturdida, no obstante, de inmediato se recuperó y se puso de pie.

Buscó con la mirada a su oponente y pudo visualizarlo a lo lejos mientras escuchaba su agitada respiración. En la silueta del hombre se podía ver lo firme que sujetaba la rama.

La presión y la preocupación de que en la academia lleguen a darse cuenta de los problemas que se están suscitando y por ende sea descubierta, la hicieron decidirse a terminar con esa lucha de una vez. Li Mei tenía muy en claro que ese hombre no podía salir vivo de ahí.

La guerrera corrió hacia el monje con la espada lista para ser clavada en su cuerpo, sin embargo él la estaba esperando con la gran rama rama en sus manos. Una gota de sudor cayó de su frente y cuando sintió el viento de las vestiduras de Li Mei, producido por su veloz correr, supo que era hora de atacar.

Li Mei tiraba tajos una y otra vez esperando que uno de ellos fuera el definitivo, pero el monje no lo permitía y mientras tensaba su quijada, detenía los feroces ataques de la mujer.

- ¡¿Quién eres y a qué has venido?! –Gritó con furia el hombre mientras luchaba.

Li Mei lo ignoró. Esa pregunta la estimuló a atacarlo encarnizadamente. Levantó su espada y partió en dos la rama del monje. Este se desconcertó, no podía creer la habilidad que tenía esa mujer para luchar.

Él intentó golpearla con sus puños pero Li Mei los esquivaba y le respondía con fuertes golpes en su rostro que le daba con el mango de su arma o con sus propios nudillos. Después de algunos instantes de golpearlo brutalmente sin oportunidad de defenderse, Li Mei le dio una patada en el estómago que el monje no pudo detener y cayó al suelo de rodillas sin aliento.

La bella guerrera caminó con lentitud hacia él. Sabía que solo necesitaba de un descuido para acabarlo.

Se paró enfrente del hombre arrodillado que aún luchaba por recuperar el aire y le dio una fuerte patada en su rostro que lo dejó totalmente tendido boca arriba sobre la tierra.

El monje escupió sangre que llevaba consigo un diente. Estaba sofocado, presentía que su fin había llegado, trató de sacar fuerzas para levantarse y seguir luchando pero esa mujer tenía tal fuerza y poder que logró invalidarlo con unos cuantos golpes.

Escuchó los pasos de Li Mei acercándose más y más hacia él haciendo crujir el pasto seco. Se paró justó a su lado y lo miró hacia abajo.

Entre las tinieblas al fin pudo ver mejor a su enemiga. La luna reflejaba su luz hacia ella pero por sus ropas negras, solo pudo apreciar sus brillantes y profundos ojos verdes mirándolo con malicia.

Una violenta brisa de viento agitó todo a su paso incluyendo los largos cabellos negros de Li Mei que ondeaban al ritmo de él.

Pese a su debilidad, el monje la observaba con detenimiento, intrigado de saber por qué esa mujer que apenas había conocido hace escasos momentos pretendía arrebatarle la vida. Él no tenía ninguna “deuda” con nadie, pero de pronto un pensamiento hizo estremecer su corazón: Recordó a sus compañeros Liu Kang y Kung Lao quienes constantemente tienen problemas con brutales enemigos.

Casi a la par que en su mente llegaron esos pensamientos, Li Mei levantó su espada tan alto como sus brazos le permitían, mirando fijamente al desafortunado monje.

La respiración del hombre se agitó, trató de sacar fuerzas para levantarse pero a penas lo intentó, el propio peso de su cabeza lo venció.

Li Mei empuñó con más fuerza la espada con sus dos manos y comenzó a bajarla para clavarla en el vientre de su adversario. Las pupilas del monje se dilataron en cuanto vio el arma siendo dirigida a su cuerpo.

De un rápido movimiento, Li Mei terminó clavando la espada en el estómago del monje. Éste gritó y arañó la tierra al sentir el arma desgarrando sus entrañas. Sintió como de inmediato su sangre empapaba su ropa.

Los ojos de la guerrera miraban con frialdad el sufrimiento del hombre.

Él entonces hizo acopio de energías y se giró para quedar boca abajo. Sabía que todo estaba perdido, pero como instinto, comenzó a arrastrase por el suelo con el fin de ir al interior de la academia y alertar a sus compañeros sobre esa peligrosa mujer.

Mientras sentía que su vida se extinguía, también sentía pesar de que mientras todos estaban celebrando, ignoraban la terrible amenaza que acechaba a las afueras del lugar.

Li Mei veía al hombre reptar por la tierra inútilmente. Se acercó a él y sin pensarlo más le clavó el arma en la espalda para terminar con su labor.

Él volvió a gritar de una manera muy lastimera. Era una pena que su grito se confundiera con los sonidos de alegría de las festividades.

Comenzó a toser a la vez que arrojaba sangre por su boca. Sintió como sus fuerzas se apagaban más y más. El intenso dolor de su herida era muy fuerte, pero para él era más doloroso el hecho de pensar que sus compañeros estaban bajo un serio peligro y no podía hacer nada para advertirles.

Li Mei, veía con coraje como el hombre seguía con vida, así que desencajó el arma de su espalda y le dio una tercera estocada. Él dejó caer su cabeza y detuvo sus absurdos intentos por escapar. Al fin su vida se había extinguido.

La ahora perversa luchadora sacó de un violento movimiento su arma del cuerpo inerte. Observó por un momento aquella desoladora escena en la que se vio en medio de dos cuerpos sangrantes que sin lugar a dudas la dejarían en evidencia.

Arrojó su Kunlun Dao al piso y sacó el talismán que abre el portal al Outworld. No podía dejar ni el más mínimo rastro de esos hombres. Aunque tarde o temprano se darían cuenta de su ausencia, no sería lo mismo creerlos desaparecidos que saber que están muertos.

Una vez abierto el portal, Li Mei con algo de dificultad y uno por uno, arrastró los cuerpos y sin remordimiento alguno, los echó a través de él.

Los cuerpos entonces quedaron en una zona del Outworld donde los cadáveres son tan comunes como ver piedras en la calle. Después cerró el portal y se sintió más confiada al saber que había exterminado esas amenazas.

Al girarse vio los grandes charcos de sangre de sus víctimas. De inmediato comenzó a echarles tierra para ocultarlos. La sangre es igual que enterrar un cadáver, pues ambas cosas representan asesinato y deben estar ocultas, pero para fortuna de Li Mei, la sangre estará totalmente consumida por la tierra al amanecer sin dejar ningún rastro de ella.

Cuando consideró que al fin había logrado eliminar los indicios de su masacre, se cercioró por última vez que no hubiera nada que la dejara en evidencia.

Esa noche Li Mei estaba en un momento crucial, pues acababa de asesinar a dos hombres que pertenecían al sitio que tiene que frecuentar, pero eso no la detendría, el haberse manchado sus manos con sangre no debía ser en vano, así que en lugar de huir y desparecer como una cobarde, decidió continuar con su cometido. Sin pensarlo más, buscó la manera de entrar a la academia.

La “inocente” y “dulce” “Hei An” se unirá a la celebración de la academia en silencio.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por MK-Noob » Mar, 12 Ago 2014, 22:43

MUY buena la historia por ahora! Realmente me mantiene muy entretenido y me genera ese sentimiento de curiosidad acerca de lo que se podría venir en los próximos capitulos.

Superb (:clap)
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por Error Macross » Jue, 14 Ago 2014, 02:22

Uh, esto si que va lento, en si no me parecio tan violento, tal vez por la descripcion del sufrimiento de los tipos, que lo senti muy logrado, fuera de eso fue una buena pelea, y las descripciones de las emociones me gustaron mucho, aunque bueno, desespera mucho que pase tan poco por capitulo.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por Double.A » Vie, 15 Ago 2014, 23:54

Hola The Shaolin Nun soy nueva y la verdad es que me gusto mucho tu fic es muy entretenido , espero con ansias el próximo capitulo
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Nunca nos han dicho la verdad todo este tiempo nos han mentido

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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por The Shaolin Nun » Sab, 16 Ago 2014, 07:13

Primero, muchísimas gracias a MK-Noob, Error Macross y Double.A por dar su opinión *-*, ( MK- Noob y Double.A que genial conocerles, Bienvenidos amigos! :D ) Y bueno, he llegado acompañada de un nuevo capítulo :) Sin más que decir aquí lo dejo:



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La Noche De La Celebración II: Invitada Secreta




Los muros que dividían la Academia Wu Shi del bosque, ahora también eran la frontera entre el escenario de una masacre y un entorno en donde impera la felicidad y la dicha.

Desconociendo la sangrienta tragedia que ocurrió en las afueras de la academia, Liu Kang y Kung Lao charlaban mientras disfrutaban de los majestuosos alrededores de la festividad.

- Cada año que inicia es todo un misterio. Me corroe como ácido la incertidumbre de pensar si habrá gloria o habrá tragedias. Y más para nosotros que estamos rodeados de gente que maldice nuestra existencia –Le dijo Liu Kang a su amigo con una expresión de preocupación.

Kung Lao suspiró y se quedó en silencio por un momento.

- Yo no creo en los mañanas, Liu Kang. Mejor agradezcamos por lo que tenemos seguro ahora que es el presente y recemos por que el futuro, el cual desconocemos sea próspero y lleno de abundancia –Respondió Kung Lao confiado de que los años venideros serían muy buenos.

Liu Kang asintió pero permanecía con duda. Esa noche en especial tenía una sensación… un presentimiento… algo que no lo dejaba en paz, pero pensó que tal vez era un sentimiento encontrado por la emotividad de la celebración. A pesar de que en todos los años anteriores jamás tuvo tal sensación, prefirió pensarlo así.

- No nos queda de otra –Dijo con resignación.

- Pero por fortuna así como hay gente que nos odia, también tenemos grandes amigos que sabemos que siempre estarán con nosotros ante cualquier dificultad –Le contestó Kung Lao optimistamente.

Liu Kang vio hacia lo lejos la entrada a la academia y sonrió con efusividad.

- Ante cualquier dificultad y en los buenos momentos –Le contestó con alegría a su compañero.

Kung Lao se giró para ver el motivo de su repentino cambio de actitud y observó muy contento a un grupo de invitados que se aceraba a ellos, los cuales son Sonya, Jax y Johnny Cage.

- Bonita fiesta. Espero que hayan invitado algunas chicas –Bromeó Cage.

Kung Lao sonrió a la vez que se rascaba la nuca y giró sus ojos.

– Nos alegramos que hayan llegado, amigos. Son unos invitados muy especiales como siempre –Les dijo Liu Kang haciéndoles una pequeña reverencia sin poder ocultar su gusto por verlos.

- Por el contrario. Les agradecemos que nos hayan invitado. Sabemos lo significativas que son estas celebraciones para ustedes –Respondió Sonya en lo que veía a su alrededor maravillada por la impactante organización. -¿Raiden aún no llega? –Cuestionó.

- No nos aseguró que viniera, pero de cualquier forma, lo estaremos esperando. Vayamos a una mesa –Les dijo a sus amigos y los llevó a un lugar para que pudieran sentarse.

Mientras caminaban observaban la pirotecnia y los espectáculos que había en los alrededores. Al fin llegaron a una larga mesa y todos tomaron una silla.

Johnny Cage se sentó en medio de Liu Kang y Kung Lao.

- Yo me siento aquí, gracias. De este modo si alguien llegase a atacarnos me sentiré seguro de que ustedes dos me van a defender ¿No es así? –Les dijo bromeando mientras extendía los brazos para abrazarlos al mismo tiempo.

Sonya volteó a ver a Cage sonriendo pero con el ceño fruncido.

- Sí, claro. Si alguien atacara este lugar, lo más importante es que te defiendan a ti en lugar de proteger a sus compañeros y a los maestros. –Dijo sarcásticamente a Johnny.

Liu Kang emitió una sonrisa y Kung Lao rio ligeramente. Johnny Cage volteo a ver a Sonya.


- Para tu información, tengo planeado contratarlos como mis guardaespaldas –Respondió a Sonya y luego volteó a ver a Liu Kang y a Kung Lao alternadamente. – Les daré un buen sueldo, amigos. Por un servicio de 24 horas les pagaré… no, les daré un cheque en blanco y ustedes escriben la cantidad. Pero eso sí, también necesito un conductor que me lleve a todos lados. ¿Alguien de ustedes sabe conducir?

Liu Kang no respondió nada y solo se aclaró la garganta. Kung Lao respiró hondo y volteó a ver a otro lado. Ambos tenían una sonrisa incómoda.

- Bien, no importa, si no saben conducir, ya tomarán un curso. ¿Entonces aceptan el empleo? –Les preguntó a los monjes con una gran sonrisa.

- Tal vez en otra oportunidad, pero gracias por considerarnos. –Respondió Liu Kang mientras veía a Kung Lao quien golpeaba ligeramente la mesa con la punta de sus dedos como si estuviera fastidiado.

- Bueno, dejaré que lo piensen. Pero espero que se den prisa en tomar una decisión porque tendré que buscar otros candidatos –Añadió Cage.

Kung Lao se levantó con una sonrisa de hastío.

- Voy a traer algo para beber –Dijo mirando a Johnny Cage con gracioso y amistoso desprecio.

Sonya se rió ligeramente cubriéndose la boca con la mano y Jax dio una carcajada.

- Hartas, Cage, hartas. Confío en que algún día aprenderás a cerrar la boca en el momento oportuno –Dijo Jax a la par que reía.

- ¿De qué hablas? Tal parece que estuviera diciendo disparates –Respondió Johnny confundido.

Sonya, Jax y Liu Kang se miraron unos a otros sin emitir ningún comentario más que una risilla.

Kung Lao mientras tanto se dirigió a la mesa de alimentos para llevarles bebidas a sus amigos. Al darse cuenta que no podría maniobrar con tantos vasos, decidió ir a buscar una bandeja para poder llevar las bebidas. Mientras caminaba rumbo a la cocina de la academia, percibió el movimiento de unos arbustos que, pese a la iluminación con faroles en el lugar, en esa área había muy poca luz. Kung Lao miró unos instantes pero supuso que seguramente fue una ventisca.

Continuó su camino y ya estando en la cocina, solicitó a una de las personas que estaban ahí la bandeja que necesitaba. Buscaron entre los utensilios y al fin encontraron una. Kung Lao se retiró agradecido y se dirigió a la mesa de las bebidas.

Mientras caminaba, al pasar por los arbustos nuevamente se movieron. Kung Lao se sintió algo confundido; tenía el presentimiento de que no era el viento nocturno, pero a pesar de todo no le tomó mayor importancia por lo que trató de ignorar ese asunto.

Después de dar unos cuantos pasos escuchó una delgada voz que llamaba su nombre. Se detuvo y se volteó para buscar con la vista a quien quiera que le haya hablado. Comenzó a agitarse; tenía la sensación de ser acechado y eso lo inquietó aún más pues pensó que estaba perdiendo la cordura. De pronto entre la obscuridad pudo ver unos ojos brillantes asomados por encima de los arbustos. Kung Lao se acercó más para poder distinguir a la persona que estaba ahí y entonces se dio cuenta que era la mujer que el día anterior lo había visitado.

- Hola, Kung Lao. ¿Te acuerdas de mí? –Preguntó la mujer en voz baja.

Sintió alivio al verla, pues supo que su sobresalto fue absurdo. Se acercó sonriente pero extrañado hacia ella.

- Que tal. Si, la recuerdo. Usted es Hei An ¿No? –Preguntó tratando de reafirmar su suposición.

- sí me recordaste. Así es, soy Hei An –Respondió

- ¿Y cómo pudo entrar aquí?, los maestros no permiten el paso a cualquier persona – Le cuestionó muy confundido.

Li Mei guardó silencio y bajó la mirada.

- Verás, entré a escondidas, pero por favor, no le digas a nadie. Te lo imploro –Le rogó con su voz aún baja y una mirada suplicante.

Kung Lao asintió y sonrió comprensivamente. Miró por un instante la bandeja que tenía en sus manos.

- Aguarde aquí. En un momento regreso –Dijo y se cercioró de que nadie alrededor los haya visto hablando, pues sabía que si veían a “Hei An”, podían pedirle que se fuera.

Ella lo siguió con la mirada, aliviada de que no le haya reprochado su presencia. Kung Lao caminó hasta la mesa de bebidas y comenzó a servirlas en unos vasos. Mientras llenaba cuidadosamente cada vaso, se preguntaba que hacía esa chica ahí y también dudaba si hacía bien en dejarla pasar inadvertida o debería decirle a los maestros, pues si sabían que él estaba encubriendo a una desconocida que no fue invitada, podían molestarse.

Una vez que terminó de servir las bebidas las colocó en la bandeja y las llevó hasta sus amigos.

-Al fin llegas. ¡Muero de sed! –Dijo Johnny Cage a la vez que agarraba un vaso.

- Disculpen. Fui a buscar una bandeja. No podría cargar tantos vasos yo solo –Decía mientras repartía las bebidas.

Ya que terminó se quedó de pie pensando un momento.

- ¿Qué esperas? Toma asiento –Le dijo Jax mientras le ofrecía la silla que tenía a su lado.

- No, muchas gracias. Uno de los maestros me hablaba. Iré a ver que necesita. –Inventó de inmediato.

- Si deseas yo puedo atender al maestro –Le dijo Liu Kang tratando de ser cortés.

- No es necesario, ahora regreso. Y sigan disfrutando de la celebración. –Replicó Kung con una sonrisa y se retiró.

Los amigos que estaban en esa mesa miraron a Kung Lao retirarse; Notaron su apremio, pero de pronto una imponente y bella pirotecnia atrajo la atención de todos quienes observaron caer una y otra vez múltiples destellos de colores desde el cielo. Estaban asombrados por lo preciosos que lucían.

Kung Lao mientras caminaba, no pudo evitar mirarlos también. Se quedó breves segundos contemplándolos sin embargo recordó a “Hei An” y se dirigió a los arbustos en donde estaba.

Al llegar a ellos, Kung Lao miró discretamente a su alrededor para ver que no hubiera nadie. Por fortuna todos estaban concentrados en la pirotecnia y los sombríos y apartados arbustos eran ignorados por completo. Kung Lao se ocultó en ellos junto con “Hei An”.


-Camine por aquí –Le dijo Kung Lao en voz baja y la tomó del antebrazo guiándola a otro sitio.

Ella caminaba con cuidado y al mismo ritmo que él.

Después de caminar algunos metros, llegaron a un área de la academia que estaba totalmente desolada esa noche. Solo se podía observar de lejos la celebración. Estaba obscuro y de no ser por la luna y la pirotecnia, en esa área sería imperceptible cualquier cosa.

Al llegar se quedaron de pie unos instantes.

- ¿Ahora sí podría decirme qué es lo que está haciendo aquí? –Preguntó Kung Lao con mucha duda.

- Bueno, yo… -Apenas pudo decir “Hei An”.

Agachó la cabeza y se sentó en el suelo. Kung Lao al ver esto decidió sentarse también.

- ¿Recuerdas que te dije que pasaba el año nuevo sola? Pues ayer que me comentaste que estaban organizando las festividades pensé en lo mucho que me gustaría pasar el año nuevo aquí para estar acompañada. Tú eres muy amable, así que supuse que aceptarías –Explicó tratando de conmover a Kung Lao.

Él, de hecho, sí se sintió conmovido. Le pareció muy inocente su intención así que en lugar de recriminarla, soltó una pequeña risa.

- En ese caso me hubiera dicho para comentarle a los maestros y solicitarles la autorización de su entrada –Le respondió Kung Lao.

- No, de ninguna manera. El haberte pedido eso me hubiera expuesto a la negativa tuya o a la de los maestros. –Ella contestó de manera falsa, pues en realidad lo que menos quería era que otros supieran sobre su presencia.

Kung Lao no respondió nada ya que en su mente aceptaba el hecho de que si les hubiera solicitado eso a los maestros, le hubieran negado el permiso, y con mucha razón, pues esa mujer no era ni si quiera conocida de Kung Lao.

De pronto se puso de pie.

- En un momento regreso. No se aparte de este lugar porque si la ven, le pueden pedir que se marche –Él dijo y se dio la vuelta para caminar.

“Hei An” asintió y comenzó a sentir curiosidad por saber a donde iría Kung Lao. Temía que fuera a advertirle a alguien de su presencia. Aunque fuera con la intención de pedir formalmente el permiso de su estancia a uno de los maestros, ella no quería ser vista por nadie que no fuera Kung.

Él caminó cautelosamente de regreso a donde estaba toda la celebración. Trató de esquivar a Liu Kang y a los demás para que no lo vean, así que se fue por otro lado. Con cuidado y asegurándose que ninguno de ellos lo había visto, se dirigió de nueva cuenta a la mesa de bebidas y llenó un vaso con un dulce y aromático té.

Una vez que llenó el vaso, se fue con mucha precaución de pasar inadvertido para regresar con “Hei An”.

Al llegar al obscuro sitio, vio la apenas perceptible silueta de la mujer aún sentada en el suelo. Sus ropas negras se mezclaban con la penumbra.

- Le traje esto –Dijo Kung Lao a la vez que le ofrecía el vaso con el té a “Hei An”

- Muchas gracias –Ella respondió tímidamente mientras recibía el vaso con cuidado de no derramar su contenido. Se sintió tranquila de que el monje solo haya querido tener un gesto noble con ella. Le iba a dar un sorbo al té, sin embargo, cayó en la cuenta del peligro en el que estaba en ese momento, pues para beber el té necesitaba quitarse el velo.

Ella se quedó mirando el vaso unos segundos y el monje la observaba extrañado por la reacción que estaba teniendo esa mujer. Esto ocasionó que a Kung Lao se le despertara la curiosidad acerca de su velo.

- ¿Por qué tiene cubierto su rostro? –Le cuestionó tratando de no incomodarla.

Ella se quedó en silencio unos momentos. Agachó la vista y volteó su cabeza tratando de esquivar la mirada de Kung Lao.

- Tengo una cicatriz en mi rostro y no me gusta mostrarla –Respondió la embustera mujer con displicencia a la vez que fingía melancolía.

- Lo siento, espero no haberla incomodado –Respondió Kung Lao al ver que “Hei An” se entristeció ante su pregunta. Se aclaró la garganta y cambió de tema para dejar en el pasado aquella cuestión. - ¿Y a que se dedica? –Preguntó.


La mujer se quedó callada un momento, pero después de dar un suspiro rompió el silencio.

- Heredé un campo muy extenso de cultivos. Tuve la fortuna de que, al morir mi padre, me haya dejado las tierras que tanto trabajó desde hace muchos años y yo me encargo de administrarlas –Respondió “Hei An” premeditadamente, pues al parecer ya había ideado que decirle la monje si en determinado momento se lo preguntaba.

Kung Lao escuchaba atento a sus palabras.

- Al menos no quedó desamparada después de su orfandad –Respondió. - Por lo que me ha dicho, parece ser que no tiene más familia ¿Qué pasó con su madre? –Preguntó Kung Lao con una expresión de tristeza y curiosidad.

“Hei An” entonces endureció su mirada.

– Con mi madre y mi hermano –Respondió con algo de coraje en su voz. –Hace tiempo hubo una invasión de guerreros del Outworld. Seguramente has de recordar, pues tengo entendido que atacaron esta academia – Kung Lao asintió y cerró los ojos al recordar aquella tragedia. -Pues durante esa invasión, algunos de los monstruos repulsivos que formaban parte de esa horda, llegaron hasta nuestro pueblo y cometieron muchos asesinatos, destruyeron viviendas y saquearon muchos lugares. Yo no me encontraba ese día en casa, de lo contrario seguramente no estaría aquí, pero cuando iba camino a mi hogar, pasé por el río que siempre miraba con alegría, solo que su agua no estaba cristalina y brillante como siempre. Esa agua estaba roja como si fuera un río de sangre. Al llegar a mi casa encontré a mi hermano y a mi madre tendidos en el suelo, abrazados, sin vida y con una gran herida en su vientre de la cual no salía más sangre, pues toda se encontraba esparcida en la alfombra. Salí en busca de respuestas, y fue cuando varios testigos que lograron escapar me dijeron acerca de los causantes de esa masacre -

El monje sintió una profunda pena por todo lo que “Hei An” le estaba contando.

–Lo siento mucho –Dijo ofreciéndole condolencias.

Ella hizo un gesto agradeciéndole su compasión e incluso falsa y repulsivamente, hizo acopio de esfuerzos logrando derramar algunas lágrimas que conmovieron aún más a Kung Lao. Él la miraba con tristeza. Se dio cuenta de lo mucho que esa chica debió sufrir y se puso en su lugar.

–Trate de olvidar ese penoso incidente –Le dijo el monje tratando de evadir el tema. – Hoy es un día para celebrar, para recibir el año nuevo. No puede iniciarlo derramando lágrimas –Añadió.

La impostora se secó sus ojos y fingió una sonrisa que se podía notar en sus ojos.

- Discúlpame. Es que nunca había hablado de esto con nadie –Dijo.

- Creo que es bueno sacar las cosas que nos hacen daño en nuestro interior. –Él respondió.“Hei An” le agradeció su comprensión.

Pasó un largo rato en los que “Hei An” y Kung Lao conversaban. El monje le contaba pasajes de su vida a la mujer, experiencias, pensamientos, etc.

Mientras tanto, en el festejo, Liu Kang estaba extrañado por la ausencia de Kung Lao, pues hacía mucho tiempo que su amigo se había ido a “atender al maestro que le hablaba”. Estaba tenso y su rostro no podía ocultarlo. Un gran nerviosismo lo invadió por el temor al pensar en por qué esa noche sentía tanta negatividad si era un día de alegría.

Sus tres amigos conversaban mientras la mente de Liu Kang estaba en otro lado. Los tres rieron y casi al instante callaron al ver que Liu Kang se ponía de pie con seriedad. Sonya, Jax y Cage lo observaron; pudieron ver en su rostro algo que lo perturbaba y contagiados por su expresión, se tornaron preocupados también.

- En un momento regreso. Voy a ver que pasa con Kung Lao. Ya está por dar inicio la parte cumbre de nuestra celebración y no aparece –Les dijo sin mirarlos pero tratando de aparentar serenidad y se dio la vuelta para caminar en busca de su amigo.

Los tres compañeros se miraron con desconcierto.

- ¿Qué le pasará a Liu Kang? –Dijo Sonya sin apartar su vista de él mientras caminaba.

Jax y Johnny después de verla, cambiaron su mirada hacia el monje. Estaban extrañados de verlo de esa forma en una ocasión tan especial.

Al caminar, Liu Kang miraba a su alrededor tratando de reconocer entre tantos rostros el de su compañero, pero no lo veía por ninguna parte. Cuando pasó junto a uno de los maestros se detuvo un momento para hacerle una cuestión.

-Disculpe, maestro, ¿Ha visto a Kung Lao? –Le preguntó esperando que si quiera tuviera idea de saber donde estaba.

- No, Liu Kang, no lo he visto desde hace un largo rato. Creía que estaba contigo –Le respondía el maestro extrañado.

- Me dijo que uno de ustedes le pidió ayuda para algo, pero no dijo más. Lo he buscado casi por todos lados y no lo encuentro. De cualquier forma, gracias –Respondió el monje a la vez que le hacía una reverencia al maestro y se retiró.
A pesar de que no tenía ni idea de donde podría estar, decidió esperar a que apareciera. Ahora su trayectoria iba dirigida a uno de los maestros.

-Espero que la esté pasando bien –Le dijo forzando una sonrisa -¿Están listos los faroles? –Añadió.

-Así es Liu Kang. Los faroles están listos. No falta mucho para que culmine la celebración así que alerta a tus amigos para que se unan a nosotros cuando los soltemos –Respondió el maestro.

Cálida y con más confianza, se seguía desenvolviendo la charla entre “Hei An” y Kung Lao.

- Eres una persona muy agradable –Dijo “Hei An”. –Me siento muy confiada y segura contigo. Siento que el haberte conocido no fue casualidad, estoy segura que el destino no quiere que sea más una mujer solitaria. Creo que hoy encontré a un nuevo amigo –Añadió amistosamente.

Kung Lao se sentía conmovido por aquella dama, pero a la vez en su interior algo sobre ella le parecía inquietante. A él le parecía muy raro que una mujer que apenas conoció el día anterior sintiera tal confianza y comodidad con él, sin embargo, de inmediato entendió que la pobre chica estaba sola en la vida y que necesitaba refugiarse en alguien.


De pronto, sus rostros sombreados por la obscuridad se vieron iluminados por una nube de faroles voladores que ascendían como si fueran llamados por el cielo.

Ambos levantaron sus cabezas para ver los faroles. Kung Lao, además de mirar ese espectáculo por su belleza, también lo miró con algo de inquietud porque significaba que había pasado mucho tiempo alejado del festejo.

-¡No lo puedo creer! –Exclamó Kung Lao.

“Hei An” dejó de ver al cielo para mirar a Kung Lao.

-¿Te gustan los faroles? –Le cuestionó pensando que se refería al bello espectáculo.

- Además de eso. Significa que la celebración ya terminó. – Decía mientras sonreía. – Lo que quiere decir que hemos estado aquí un largo rato –Él agregó a la vez que rascaba su cabeza.

“Hei An” al escuchar eso abrió los ojos muy grandes.

- ¡No me digas!, pero si el tiempo se ha pasado tan rápido –Dijo.


Kung Lao rió mientras asentía. Después miró de nuevo hacia los faroles.

Ella por su parte, comenzaba a sentirse algo tensa pues lo más lógico es que, al haber pasado ya tanto tiempo, en el festejo se hayan dado cuenta de la ausencia de Kung Lao lo cual era muy peligroso para ella. Pensaba en dos opciones: una que lo estuvieran buscando y corriera el riesgo de que lo encuentren charlando con ella, y la otra que seguramente Kung Lao la delataría si le preguntan en donde estuvo todo este tiempo. Analizando esto dentro de su mente y sabiendo que había logrado tener un mayor acercamiento a Kung Lao, supo que era hora de marcharse.

- Que pena, ya te he quitado mucho tiempo. Creo que debo irme, en realidad mi intensión era estar solo un rato aquí. –Le dijo apresuradamente mientras se ponía de pie y sacudía sus vestiduras del polvo obtenido del suelo.

Kung Lao de inmediato se puso de pie y se dispuso a despedirse de “Hei An”.

- No se preocupe. En realidad hizo muy diferente mi celebración del año nuevo. Me agradó mucho charlar con usted. –Le dijo el monje amigablemente. “

“Hei An” cruzó sus brazos.

- Debo entender que no aceptas mi amistad ¿cierto? –Dijo mientras bajaba la mirada.

Kung Lao se desconcertó

- ¿Por qué lo dice? –Preguntó con el ceño fruncido.

-Porque me sigues hablando como si fuera una desconocida –Contestó “Hei An” mientras entrecerraba sus ojos tratando de hacerle notar el exceso de formalidad con el que se dirigía a ella.

Kung Lao entonces recapacitó en las palabras de la mujer. Dio una pequeña risa y asintió.

-Está bien, Hei An. Te trataré como una amiga entonces –Respondió dando por sentada una aparente nueva amistad.

Hei An” extendió su mano para despedirse de Kung Lao. Él le correspondió estrechando la suya delicada pero a la vez firmemente.

Mientras sus manos se encontraban entrelazadas “Hei An” le dirigió unas últimas palabras al monje.

- Quiero agradecerte por permitirme estar aquí y por haber compartido tu tiempo conmigo en lugar de estar con tu gente. Sé que te meterás en algunos apuros si alguien sabe que estuve aquí, así que te ruego que no le digas a nadie sobre mi presencia en este lugar. Me sentiría muy mal si te reprendieran por mi culpa. –Le dijo cabizbaja la embaucadora mujer tratando de convencer a Kung Lao de guardar silencio sobre su visita.

- Ya veré que decirles. No hay problema, nadie sabrá que estuviste aquí. Vete tranquila –Respondió el monje dejándole en claro que la eximirá de aquel inconveniente.

“Hei An” hizo una expresión de agradecimiento y emprendió el camino para salir de la academia, sin embargo fue detenida por Kung Lao.

- ¡Hei An! –Le gritó el monje cuando ella ya había dado varios pasos lo que la hizo regresar hacia él. - ¿Por donde piensas salirte? –Agregó con un rostro de curiosidad.

- Para serte honesta, entré saltándome un muro –Contestó aparentando estar avergonzada.

-¿Tú sola?, no deberías hacer eso. Puedes salir lastimada –Le contestó sorprendido. Kung Lao se quedó pensativo un momento. Para él sería muy fácil acompañarla hasta la salida pero con tantos de sus compañeros yendo y viniendo sería imposible pasar desapercibidos. – Lamento mucho tener que hacer que te vayas por aquí, pero si de verdad no queremos que nadie te vea, no hay otra alternativa -Agregó.

“Hei An” y Kung Lao caminaron hasta un muro algo alto. El monje la ayudó a trepar por el muro derruido y le indicó que se quedara sentada en el borde mientras él trepaba y saltaba hacia el otro lado para recibirla y que no cayera al suelo.

Una vez que Kung Lao se encontraba del otro lado del muro extendió sus brazos para sujetar a “Hei An” en caso de que resbalara. Cuando iba a mitad del muro, Kung Lao logró alcanzarla y la cargó para dejarla delicadamente sobre la tierra firme.

-Muchas gracias. Eres muy gentil –Le dijo aparentando timidez.

-No es nada –Respondió el monje amablemente.

“Hei An” miró hacia atrás para ver el obscuro y tenebroso sendero que la aguardaba en su retorno a casa.

- Ya me voy ahora sí. Una vez más, muchas gracias por todo y espero no meterte en problemas –Añadió la mujer a la vez que caminaba hacia atrás para adelantarse a su camino.

- Descuida todo está bien. Sé precavida, este lugar a estas horas es demasiado obscuro –El monje le respondió. No se sentía a gusto de dejar que esa inocente damisela se fuera sola atravesando tan macabro lugar, pero nada podía hacer. Tenía que regresar a la academia de inmediato.

-¡No hay problema! ¡Mi soledad me ha enseñado a perderle el miedo a todo! –Gritó desde lejos a Kung Lao mientras seguía caminando.

Él se quedó mirándola hasta que despareció entre las tinieblas del sitio. La mujer ya se había ido, ahora venía lo más difícil que era regresar dentro de la academia con una buena excusa por su ausencia.

Se dirigió a la entrada de la academia y algunos de sus compañeros se encontraban ahí.

¡Ya llegó! –Gritó uno de sus compañeros a los otros quienes de inmediato se acercaron a él. -¿En donde estabas?, Liu Kang nos dijo que tenía horas que desapareciste –Añadió.

-Después les cuento. ¿En donde está Liu Kang? –Preguntó con urgencia.

-Aquí mismo –Dijo Liu Kang quien emergía de entre la pequeña multitud. - ¿Se puede saber en donde te habías metido?– preguntó a la vez que cruzaba los brazos y miraba a Kung Lao con una sonrisa amigablemente maliciosa. - Nunca faltas a las celebraciones a menos que estés enfermo –Añadió.

Kung Lao lo tomó del hombro para alejarlo de los otros monjes que estaban de curiosos. Quería decirle la verdad, sin embargo lo pensó unos segundos y se arrepintió, por lo que prefirió mentir.


- Fui hacer un encargo y en el trayecto me encontré a un campesino que siempre tiene un trato muy cordial conmigo. Me dijo que su esposa había hecho una gran cena y me querían invitar a celebrar con ellos. Me sentí mal de rechazarlos así que me fui a su casa pensando que estaría solo un rato, pero el tiempo se me fue muy rápido. No me di cuenta, lo siento mucho –Respondió esperando que le creyera ese pretexto. No estaba convencido de inventar eso pero no se le ocurrió nada más.

Liu Kang lo miraba fijamente con una pequeña sonrisa. Se quedó así algunos segundos y después suspiró.

– Agradece que los maestros no se dieron cuenta que estuviste ausente tanto tiempo. Ellos ni si quiera saben que acabas de llegar –Dijo Liu Kang.

Kung Lao bajó la cabeza y sonrió apenado.

–De verdad me siento muy avergonzado. Si hay algo que pueda hacer como retribución lo haré con gusto –Le respondió a su compañero.

Liu Kang le dio unas palmadas en la espalda y le indicó que entraran a lo poco que quedaba de festividad.



Mientras tanto, al estar más alejada de la academia, Li Mei miró a su alrededor para asegurarse que no hubiera nadie. Al ver que su única compañía eran los sombríos árboles y algunos animales nocturnos, sacó aquel talismán para abrir el portal que la llevaría a las cercanías del palacio de Shinnok.

Una vez que traspasó la entrada del palacio, vio a lo lejos a Shinnok sentado en su trono. Al ver a Li Mei, el siniestro hombre sonrió con malicia.

- Li Mei, tu visita es un privilegio. No esperaba recibirte ahora –Dijo mientras el eco de su voz resonaba por todo el palacio.

Li Mei caminaba lentamente con la mirada fija a Shinnok.

- Lamento haber venido en estos momentos. Si he sido inoportuna le ofrezco disculpas. Solo cumplo con lo que me ha encomendado –Respondió y se detuvo para inclinarse ante él.

Shinnok se levantó de su trono.

– Tu visita nunca será inoportuna, Si has venido es porque me traes noticias sobre algo ¿No? –Cuestionó suponiendo que Li Mei había logrado llevar otra exitosa, o tal vez fracasada, misión a cabo.

Li Mei asintió.

- Así es. Hoy me arriesgué a ir a la celebración del año nuevo con los monjes. Era un arma de doble filo pues estar ahí en esos momentos significaba que alguien pudiera darse cuenta de mi presencia pero a su vez era una excelente oportunidad de tratar con Kung Lao, pues en estas fechas la gente está llena de emotividad, alegría y positivismo, y estaba segura que él no sería la excepción. Gracias a eso, siento que fue más fácil envolverlo en mi red de mentiras. Me expuse y estuve en peligro de ser descubierta, sin embargo las cosas resultaron ser muy buenas. –Ella respondió mostrándose satisfecha de su logro.

Shinnok dio unas pausadas palmadas congratulándola.

– Muy bien. Esa actitud me encanta, no te importan los riesgos, por el contrario, los desafías. Esa gente es la que necesito, y créeme, sabré recompensarte muy bien. Aunque tienes que estar consiente que esto no es absolutamente nada en comparación a lo que te espera –Advirtió Shinnok.

Mientras lo observaba con una mirada desafiante, Li Mei sacó su Kunlun Dao oculta a sus espaldas por su larga cabellera negra y una funda de la misma tela de sus vestiduras que cubría el arma.

- Sé claramente lo que me espera –Dijo a la vez que pasaba delicadamente sus dedos por el filo de la espada la cual aún estaba manchada de sangre de sus víctimas mortales.

Shinnok miraba con una sonrisa maquiavélica el brillo que recorría la espada desde su base hasta su punta filosa como los colmillos furiosos de un tigre.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por kanalla » Lun, 18 Ago 2014, 03:36

El final, lo mejor, ñam.

Creo que el fic ha mejorado, ahora los personajes secundarios tienen la actividad que les hacía falta, mientras que Li Mei recupera su instinto violento (como personaje). No obstante, comparto la opinión del ritmo de la trama, algo lenta en eventos triviales, con que un detalle sorpresivo le haría bien no para acelerar sino que para darle una dirección y no la suma de momentos consecutivos.

De nuevo, el final del capítulo más reciente estuvo bueno y fue lo que más me gusto. He ahí donde se pone interesante.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por Error Macross » Mar, 19 Ago 2014, 01:05

Me suena algo irreal que Kung Lao se crea la historia de Hei An de como entro tan rapidamente, pero bueno, el mismo dice que tiene algunas dudas aunque las deja de lado (como dice el refran "tira mas un pelo de...., de la cabeza de una mujer, que cien bueyes", si, de la cabeza de una mujer, ejem...

Me gusto la aparicion de algunos personajes de MK, y la referencia a eventos pasados de la historia del juego, fueron lindos detalles.
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Re: Dignidad Corrompida: La Traición y El Dolor Son Uno Solo

Mensaje por Double.A » Vie, 22 Ago 2014, 20:59

La verdad es que me encantó el capitulo me pareció graciosa la parte donde Jhonny ofreció a Liu y a Kung ser sus guardaespaldas por otra parte realmente pensé que Kung le diría a Liu sobre Hei An bien solo eso
PD: gracias por darme la bienvenida en las presentaciones
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